NAVARRO-ARENDINE IRAI.pdf - RiuNet

Un chico les sigue y se sienta a lado de ellos intrigado pero sin hacer
preguntas, hace el disimulado mientras lee una revista y mira de vez en
cuando por encima de ella.
La gente va y viene, algunos sonríen, otros parecen ofendidos con su sola
presencia. Las personas mayores que llevan sus carritos del mercado le
otorgan una mirada muy superficial.
Decidimos entrar al mercado aprovechando el encuentro y registrarlo. La
gente que atiende en los puestos la trata normal; amablemente, pero cuando
se va, comienzan a reírse.
Hace su aparición el mecanismo que constata la realidad: la cámara; la gente
saca sus móviles para hacer fotos en cuanto se dan cuenta de su presencia.
Algunos huyen de su camino, prefieren dar vuelta en los pasillos más
cercanos. La autora se coloca cerca de la gente que no la ha visto y hace lo
que ellos hacen, mira hipnóticamente los productos. Después de un
momento voltean y olvidan lo que estaban haciendo.
Camino a la casa del sujeto las personas creen que van haciendo una
película. Llegando a casa se termina la prueba, pero al salir horas más tarde
una mujer que le atendió en el mercado aborda a la autora para preguntarle
desesperadamente si ella ¿Usa esa jaula todo el tiempo? con confianza y
risa le confía que sus clientas y ella hablaban, y que ella les contó que había
ido una mujer con una jaula en la cabeza a comprar a su negocio y una
mujer le respondió “ ¡Yo la he visto! viajaba en el mismo autobús, y otra
mujer contaba ¡Pues hace rato estaba en la plaza tomando un café!.
La autora reflexionaba irónicamente en la creación de los mitos, no podía
creer que en menos de 12 horas la historia ya había corrido por el barrio,
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