Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín
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punta ligera <strong>de</strong> las sandalias, pulsaban, con melancolía, leves arpas. <strong>La</strong> turba, arrebatada,<br />
entonó los viejos cantos <strong>de</strong> los rituales y los salmos <strong>de</strong> la peregrinación.<br />
—¡Mis pasos van todos hacia ti, oh, Jerusalén! ¡Tú eres perfecta! ¡Quien te ama conoce la<br />
abundancia!<br />
Yo también exclamaba, transportado:<br />
—¡Tú eres el palacio <strong>de</strong>l Señor, oh, Jerusalén y el reposo <strong>de</strong> mi corazón!<br />
Lenta y rumorosa, pasaba la caravana. <strong>La</strong>s mujeres <strong>de</strong> los levitas, cabalgando en asnos,<br />
semejaban gran<strong>de</strong>s sacos blandos: las más pobres venían a pie, y en las puntas dobladas <strong>de</strong><br />
los mantos traían frutas y grano <strong>de</strong> avena. Los más previsores, ya con la ofrenda para el<br />
Señor, arrastraban, sujeto <strong>de</strong>l cinto, un cor<strong>de</strong>ro blanco. Los hombres más fuertes llevaban a<br />
la espalda, sujetos por los brazos, a los enfermos cuyos ojos dilatados, en los rostros<br />
cadavéricos, miraban ansiosamente las murallas <strong>de</strong> la ciudad santa don<strong>de</strong> todo mal se cura.<br />
Entre los peregrinos y la alegre multitud que los recibía, cruzábanse las bendiciones<br />
ruidosas y ardientes; algunos preguntaban por los vecinos, por las tierras y por los abuelos<br />
que habían quedado en la al<strong>de</strong>a, a la sombra <strong>de</strong> su viña. Al oír que le habían robado la<br />
piedra <strong>de</strong> su molino, un viejo, con las barbas <strong>de</strong> un Abrahán, echóse en tierra,<br />
<strong>de</strong>sgarrándose la túnica... Cerrando la marcha <strong>de</strong> la caravana, pasaban las mulas, cargadas<br />
<strong>de</strong> leña y <strong>de</strong> odres <strong>de</strong> aceite; y <strong>de</strong>trás apareció una turba <strong>de</strong> fanáticos, que en los alre<strong>de</strong>dores<br />
<strong>de</strong> Betfagé y <strong>de</strong> Efrén se había juntado a la caravana, tirando a los lados <strong>de</strong>l camino las<br />
calabazas <strong>de</strong> vino ya vacías, blandiendo alfanjes y pidiendo la muerte <strong>de</strong> los samaritanos y<br />
amenazando a la gente pagana...<br />
Siguiendo a Topsius, troté <strong>de</strong> nuevo a través <strong>de</strong>l monte hacia los cedros cubiertos por el alto<br />
vuelo <strong>de</strong> las palomas; y en ese instante también los peregrinos avistaron la ciudad, que<br />
resplan<strong>de</strong>cía allá abajo, hermosa, toda blanca en la luz... Levantóse entonces un clamoreo<br />
inmenso; ¡aquello fue un santo, tumultuoso, inflamado <strong>de</strong>lirio! Postrada, la turba golpeaba<br />
con sus rostros la tierra dura; un clamor <strong>de</strong> oraciones subía al cielo puro entre el estridor <strong>de</strong><br />
la multitud: las mujeres erguían en brazos a sus hijos, ofreciéndoselos, arrebatadamente, al<br />
Señor. Algunos permanecían inmóviles, como asombrados ante los esplendores <strong>de</strong> Sión; y<br />
lágrimas ardientes <strong>de</strong> fe, <strong>de</strong> amor piadoso, rodaban sobre barbas incultas y fieras. Los<br />
viejos señalaban con el <strong>de</strong>do las terrazas <strong>de</strong>l templo, las calles antiguas, los sacros lugares<br />
<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> Israel: "allí está la puerta <strong>de</strong> Efrén; aquellas piedras blancas <strong>de</strong> más allá son<br />
el túmulo <strong>de</strong> Raquel..." Y los que escuchaban, apiñados en re<strong>de</strong>dor, batían palmas,<br />
gritando: "¡Bendita seas, Sión!" Otros, atortolados, corrían, tropezando en las cuerdas <strong>de</strong> las<br />
tiendas y en los puestos <strong>de</strong> fruta, a cambiar la moneda romana y comprar el cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />
oferta. A veces subía <strong>de</strong> entre los árboles un canto penetrante, claro, cándido, que moría