08.05.2013 Views

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

72<br />

punta ligera <strong>de</strong> las sandalias, pulsaban, con melancolía, leves arpas. <strong>La</strong> turba, arrebatada,<br />

entonó los viejos cantos <strong>de</strong> los rituales y los salmos <strong>de</strong> la peregrinación.<br />

—¡Mis pasos van todos hacia ti, oh, Jerusalén! ¡Tú eres perfecta! ¡Quien te ama conoce la<br />

abundancia!<br />

Yo también exclamaba, transportado:<br />

—¡Tú eres el palacio <strong>de</strong>l Señor, oh, Jerusalén y el reposo <strong>de</strong> mi corazón!<br />

Lenta y rumorosa, pasaba la caravana. <strong>La</strong>s mujeres <strong>de</strong> los levitas, cabalgando en asnos,<br />

semejaban gran<strong>de</strong>s sacos blandos: las más pobres venían a pie, y en las puntas dobladas <strong>de</strong><br />

los mantos traían frutas y grano <strong>de</strong> avena. Los más previsores, ya con la ofrenda para el<br />

Señor, arrastraban, sujeto <strong>de</strong>l cinto, un cor<strong>de</strong>ro blanco. Los hombres más fuertes llevaban a<br />

la espalda, sujetos por los brazos, a los enfermos cuyos ojos dilatados, en los rostros<br />

cadavéricos, miraban ansiosamente las murallas <strong>de</strong> la ciudad santa don<strong>de</strong> todo mal se cura.<br />

Entre los peregrinos y la alegre multitud que los recibía, cruzábanse las bendiciones<br />

ruidosas y ardientes; algunos preguntaban por los vecinos, por las tierras y por los abuelos<br />

que habían quedado en la al<strong>de</strong>a, a la sombra <strong>de</strong> su viña. Al oír que le habían robado la<br />

piedra <strong>de</strong> su molino, un viejo, con las barbas <strong>de</strong> un Abrahán, echóse en tierra,<br />

<strong>de</strong>sgarrándose la túnica... Cerrando la marcha <strong>de</strong> la caravana, pasaban las mulas, cargadas<br />

<strong>de</strong> leña y <strong>de</strong> odres <strong>de</strong> aceite; y <strong>de</strong>trás apareció una turba <strong>de</strong> fanáticos, que en los alre<strong>de</strong>dores<br />

<strong>de</strong> Betfagé y <strong>de</strong> Efrén se había juntado a la caravana, tirando a los lados <strong>de</strong>l camino las<br />

calabazas <strong>de</strong> vino ya vacías, blandiendo alfanjes y pidiendo la muerte <strong>de</strong> los samaritanos y<br />

amenazando a la gente pagana...<br />

Siguiendo a Topsius, troté <strong>de</strong> nuevo a través <strong>de</strong>l monte hacia los cedros cubiertos por el alto<br />

vuelo <strong>de</strong> las palomas; y en ese instante también los peregrinos avistaron la ciudad, que<br />

resplan<strong>de</strong>cía allá abajo, hermosa, toda blanca en la luz... Levantóse entonces un clamoreo<br />

inmenso; ¡aquello fue un santo, tumultuoso, inflamado <strong>de</strong>lirio! Postrada, la turba golpeaba<br />

con sus rostros la tierra dura; un clamor <strong>de</strong> oraciones subía al cielo puro entre el estridor <strong>de</strong><br />

la multitud: las mujeres erguían en brazos a sus hijos, ofreciéndoselos, arrebatadamente, al<br />

Señor. Algunos permanecían inmóviles, como asombrados ante los esplendores <strong>de</strong> Sión; y<br />

lágrimas ardientes <strong>de</strong> fe, <strong>de</strong> amor piadoso, rodaban sobre barbas incultas y fieras. Los<br />

viejos señalaban con el <strong>de</strong>do las terrazas <strong>de</strong>l templo, las calles antiguas, los sacros lugares<br />

<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> Israel: "allí está la puerta <strong>de</strong> Efrén; aquellas piedras blancas <strong>de</strong> más allá son<br />

el túmulo <strong>de</strong> Raquel..." Y los que escuchaban, apiñados en re<strong>de</strong>dor, batían palmas,<br />

gritando: "¡Bendita seas, Sión!" Otros, atortolados, corrían, tropezando en las cuerdas <strong>de</strong> las<br />

tiendas y en los puestos <strong>de</strong> fruta, a cambiar la moneda romana y comprar el cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />

oferta. A veces subía <strong>de</strong> entre los árboles un canto penetrante, claro, cándido, que moría

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!