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Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

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22<br />

Por eso, ahora, eran tantas mis preocupaciones para evitar que me quedase, en la ropa o en<br />

la piel, el <strong>de</strong>licioso olor <strong>de</strong> A<strong>de</strong>lina: a este fin traía en el bolsillo pedazos sueltos <strong>de</strong><br />

incienso.<br />

Antes <strong>de</strong> subir la triste escalera <strong>de</strong> la casa, penetraba ocultamente en la caballeriza <strong>de</strong>sierta,<br />

allá en el fondo <strong>de</strong>l patio, y sobre una barrica vacía quemaba algún pedazo <strong>de</strong> <strong>de</strong>vota resina<br />

y me sahumaba, exponiendo al aroma purificador las aletas <strong>de</strong> mi chaqueta y mis barbas<br />

viriles... Después subía y tenía la satisfacción <strong>de</strong> ver cómo la tía respiraba con regalo:<br />

—Jesús, qué rico olor a iglesia.<br />

Mo<strong>de</strong>sto, y con un suspiro, murmuraba:<br />

—Soy yo, tía.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> eso, para mejor persuadirla <strong>de</strong> mi indiferencia por las faldas, coloqué un día, en<br />

la mesa <strong>de</strong>l comendador, como olvidada, una carta con sello, seguro <strong>de</strong> que la religiosa<br />

doña Patrocinio <strong>de</strong> las Nieves, mi señora y tía, no <strong>de</strong>jaría luego <strong>de</strong> abrirla. <strong>La</strong> abrió y le<br />

agradó. Estaba escrita por mí a un condiscípulo <strong>de</strong> Arrayolhos, y <strong>de</strong>cía, en letra noble, estas<br />

cosas edificantes:<br />

Sabrás que he terminado mal con Simoes, nuestro compañero <strong>de</strong> filosofía, por<br />

haberme pedido que le acompañase a una casa <strong>de</strong>shonesta. Esta clase <strong>de</strong> ofensas no<br />

las admito. Tú recordarás todavía cómo en Coimbra <strong>de</strong>testaba yo tales relaciones.<br />

Verda<strong>de</strong>ramente no comprendo que haya nadie que, por una distracción<br />

pecaminosa, se arriesgue a penar por todos los siglos <strong>de</strong> los siglos en las cal<strong>de</strong>ras <strong>de</strong><br />

Satanás. Dios mediante, en tales tentaciones espero que no caiga en mucho tiempo<br />

tu compañero.<br />

T. Raposo<br />

<strong>La</strong> tía leyó y le pareció bien. Y todas las noches, vestido <strong>de</strong> frac, besaba con unción los<br />

huesos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos, y diciéndole que iba a oír Norma, corría a la alcoba <strong>de</strong> A<strong>de</strong>lina, a<br />

hundirme perdidamente en las beatitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l pecado.<br />

Una <strong>de</strong> esas noches, al salir <strong>de</strong> una confitería <strong>de</strong>l Rocío, <strong>de</strong> comprar yemas acarameladas<br />

para A<strong>de</strong>lina, tropecé <strong>de</strong> manos a boca con el doctor Margari<strong>de</strong>, que me anunció, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> un abrazo paternal, que iba al San Carlos, a ver El profeta.<br />

—A usted le veo <strong>de</strong> frac; naturalmente, también viene.

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