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Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

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144<br />

—Doña Patrocinio, yo no he querido <strong>de</strong>círselo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él... Pero esto es más que tener en<br />

casa un sobrino y un cristiano. Es tener en casa a un amigo íntimo <strong>de</strong> nuestro señor<br />

Jesucristo.<br />

Tosí y entré. <strong>La</strong> señora doña Patrocinio rumiaba un escrúpulo celoso. No le parecía<br />

<strong>de</strong>licado para nuestro Señor, ni para ella, que se repartiesen las reliquias menores antes <strong>de</strong><br />

haberle sido entregada, como señora y como tía, en el oratorio, la gran reliquia.<br />

—Porque han <strong>de</strong> saber, amigos míos —anunció la vieja, con su castísimo pecho reventando<br />

<strong>de</strong> satisfacción—, que Teodorico me ha traído una santa reliquia que me asista en mis penas<br />

y me cure en mis enfermeda<strong>de</strong>s.<br />

—¡Bravísimo! —gritó el impetuoso doctor Margari<strong>de</strong>—. ¡Bravísimo! Es <strong>de</strong> generoso<br />

romero.<br />

—Es <strong>de</strong> sobrino como ya no lo hay en Portugal —dijo el padre Pinheiro ante el espejo,<br />

don<strong>de</strong> se contemplaba la lengua blancuzca.<br />

—Es <strong>de</strong> hijo, es <strong>de</strong> hijo —proclamaba Justino, levantando la punta <strong>de</strong> las botas.<br />

Entonces el padre Negrón, mostrando los dientes hambrientos, balbuceó esta vileza:<br />

—Resta saber, señores, <strong>de</strong> qué reliquia se trata.<br />

Tuve sed, ardiente sed <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> aquel padre.<br />

—Si es usted un verda<strong>de</strong>ro sacerdote —le dije con dignidad—, caerá <strong>de</strong> rodillas al enseñar<br />

esa santa reliquia.<br />

Y me volví a doña Patrocinio, con la impaciencia <strong>de</strong> una noble alma ofendida que ansía su<br />

reparación.<br />

—Tía, vamos al oratorio. Quiero que todos que<strong>de</strong>n asombrados. Lo que <strong>de</strong>cía mi amigo el<br />

alemán: esa reliquia, al <strong>de</strong>staparse, es para atontar a una familia.<br />

Deslumbrada, la tía se levantó, con las manos juntas. Corrí a proveerme <strong>de</strong> un martillo.<br />

Cuando volví, el doctor Margari<strong>de</strong> se ponía gravemente los guantes negros. Penetramos en<br />

el oratorio tras <strong>de</strong> doña Patrocinio, cuyo traje <strong>de</strong> seda crujía como las vestiduras <strong>de</strong> un<br />

prelado.<br />

El oratorio resplan<strong>de</strong>cía. <strong>La</strong>s túnicas <strong>de</strong> los santos, azules y encarnadas, parecían nuevas,<br />

hechas especialmente en las sastrerías <strong>de</strong>l cielo para aquella noche <strong>de</strong> fiesta. De tiempo en

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