08.05.2013 Views

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

Queiroz Eca_Jose Maria-La Reliquia - Portal Educativo de Medellín

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

143<br />

Sepulcro...? En fin..., una cosa que no puedo repetir. Una cosa in<strong>de</strong>cente contra el sepulcro<br />

<strong>de</strong> nuestro señor... Entonces, tía, se me subió la sangre a la cabeza y lo agarré <strong>de</strong>l cuello...<br />

—¿Le pegaste, hijo?<br />

—Le hice polvo, tía.<br />

Todos aclamaron mi ferocidad. El padre Pinheiro citó leyes canónicas autorizando a la fe<br />

para <strong>de</strong>slomar a la impiedad. Excitado por los elogios como por los clarines <strong>de</strong> guerra,<br />

clamaba <strong>de</strong> pie, amenazador:<br />

—Impieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, no. Lo <strong>de</strong>rribo todo, lo arraso todo... En cosas <strong>de</strong> religión, soy<br />

una fiera.<br />

Y aproveché esta santa cólera para blandir, como un aviso, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las quijadas <strong>de</strong>l padre<br />

Negrón, mi puño velludo y fuerte. El macilento siervo <strong>de</strong> Dios bajaba la cabeza encogido.<br />

Lentamente el buen Justino habíase acercado a la ventana como para contemplar el cielo<br />

estrellado; <strong>de</strong> entre las cortinas, sus ojos brillantes y golosos me llamaban<br />

confi<strong>de</strong>ncialmente. Me acerqué con disimulo. Medio envueltos en la sombra <strong>de</strong> los<br />

cortinajes, casi rozando el labio con mis barbas, Justino murmuró:<br />

—¿Y <strong>de</strong> mujeres, qué tal?<br />

Yo confiaba en Justino. Inclinándome a su oído susurré:<br />

—Para <strong>de</strong>jarse uno allá los sesos, Justino.<br />

Sus pupilas brillaron como las <strong>de</strong> un gato en enero. El padre Pinheiro vino cauteloso y<br />

tímido a tocar en mi hombro... ¿Me había yo acordado en aquellas santas tierras <strong>de</strong> su<br />

frasquito <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>l Jordán?<br />

—¡Oh, padre Pinheiro, naturalmente!... Lo traigo todo: el ramo <strong>de</strong>l Monte <strong>de</strong> los Olivos<br />

para Justino, la fotografía para el doctor Margari<strong>de</strong>, todo —corrí al cuarto en busca <strong>de</strong> las<br />

piadosas reliquias <strong>de</strong> Palestina. Cuando regresaba oí mi nombre y me <strong>de</strong>tuve <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la<br />

cortina...<br />

¡Suave gozo! Era el inestimable doctor Margari<strong>de</strong>, que afirmaba a mi tía, con su tremenda<br />

autoridad:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!