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Untitled - José María Álvarez

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AL OTRO LADO DEL ESPEJO<br />

tios, con más calma, porque ahora estoy aún con la fiebre que<br />

me entra los primeros días en Venezia, que camino horas y<br />

horas, con los ojos como platos, porque como no me canso,<br />

no sé por qué, debo tener una resistencia excepcional... De todas<br />

formas, hoy ha sido un día de esos, como dicen en España,<br />

de olé. Fui otra vez a San Pantalon –ah el techo de Fumiani<br />

y en la capilla de la derecha, ese SAN PANTALEONE RISANA<br />

UN FANCIULLO, que es la última obra del Veronés–, y después<br />

he vuelto a I Frari, sólo por LA ASUNCIÓN del Tiziano y<br />

por volver a ver la Madonna de Bellini. Luego me ha acercado<br />

por San Barnaba y el Campo de Santa Margherita a buscar una<br />

librería de saldos, pero no tenían nada interesante, ni medio interesante.<br />

Y antes de volver a casa, he pasado por la Scuola<br />

Grande dei Carmine a volver a ver el techo de Giambattista<br />

Tiepolo.<br />

No me canso de recorrer Venezia. Creo que es la ciudad que<br />

más he «pateado» en el mundo. Bueno, y París. Pero quizá sea<br />

Venezia la ciudad que conozco mejor. Como dice Barrès, si no<br />

me equivoco, désespoir d’une beauté qui s’en va vers la mort.<br />

Morir en Venezia... Recuerdo lo que contaba Morand: lo que<br />

le había contado a él el maitre del «Splendid», Raimondo, que<br />

asistió a la muerte del Duque de N... Cuando lo mandó a buscar<br />

a una desconocida para que rezase un poco ante su cadáver,<br />

una desconocida, eso sí, que fuera muy guapa, y como<br />

premio –inesperado– le regaló una esmeralda «digna de la Pala<br />

d’Oro», según Morand.<br />

Ah.<br />

Voy a seguir leyendo mis poemas. Estoy empezando a entrar<br />

en una etapa de odio –inmediata a la explosión de estos días–<br />

hacia ellos: no me gustan. Creo que no son lo que quiero. Ya<br />

veremos. Porque además, escribir, no es sólo saber ya decir lo<br />

que uno quiere, sino abrir caminos. Tengo cada vez una sensación<br />

más angustiosa, de que lo que estoy, lo que estamos haciendo,<br />

está muerto o casi muerto. Es precisa «otra» expresión,<br />

no sólo la integración en la escritura de nuevos datos, sino su<br />

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