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Untitled - José María Álvarez

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AUTOR<br />

de Palma el Joven– y San Giuseppe di Castello, para ver LA<br />

ADORACIÓN DE LOS PASTORES del Veronés y el soberbio<br />

monumento funerario de Scamozzi para el Dux Marino Grimani<br />

y su esposa.<br />

Después hemos ido a San Giovanni in Bragora, a ver el Cristo<br />

de Cima da Conegliano, lo de Alvise Vivarini y LA ÚLTIMA<br />

CENA de París Bordone. Y hemos disfrutado unos vasos de ese<br />

vino que me gusta tanto, que aquí le llaman «fragolin», porque<br />

tiene gusto de fresa; es muy ligero, y sólo se puede beber en<br />

estas tabernas de Via Garibaldi o cercanas, por este barrio.<br />

Hemos vuelto a cenar en casa, y después Gianfranco ha<br />

regresado a San Michele.<br />

Qué misteriosa es esta ciudad. Es irreal. <strong>María</strong> Kodama y<br />

Carmen me decían el otro día que lo que sucede es que Venezia<br />

no existe, y, aunque parece una boutade, es cierto. «Eso» no<br />

existe. Hay un punto en el mundo, donde al llegar te tocan con<br />

una varita mágica, y entonces «ves Eso». En realidad sólo hay<br />

agua. Todo es agua, como concluía siempre la anciana tía de<br />

mi padre y la tía de Nabokov.<br />

Siempre me ha sorprendido que en una ciudad como esta,<br />

no haya prácticamente ninguna actividad artística hoy, salvo las<br />

que celebran aquí fundaciones o instituciones de otros sitios. Los<br />

venecianos, «pasan» absolutamente de eso. Hasta ahí, estoy de<br />

acuerdo con ellos, porque qué les van a traer que no les parezca<br />

miserable al lado de lo que ven todos los días, empezando<br />

por la propia casa en la que viven o la iglesia donde rezan y las<br />

calles por donde caminan. Porque al mismo tiempo, es raro el<br />

veneciano que conozco que no manifieste un extraordinario sentido<br />

artístico. El mismo pescadero donde compramos, en la<br />

Lonja, me decía el otro día: «Llevo veinticinco años aquí, y no<br />

hay una mañana que no me quede un rato mirando fascinado el<br />

puesto de frutas y verduras de ahí en frente. Qué imaginación,<br />

qué fantasía». Y lleva razón. Cómo están colocadas esas frutas<br />

y hortalizas es un alarde de sentido del color. Pero el mismo<br />

pescadero, cómo pone sus pescados y mariscos. Y la cantidad<br />

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