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Untitled - José María Álvarez

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19 de Febrero - Miércoles - Venezia<br />

AL OTRO LADO DEL ESPEJO<br />

Anoche trabajé muchísimo en el Canto I. Creo que va saliendo.<br />

Hoy ha hecho otro día de luz magnífica. Hemos ido con<br />

Hélène y Bobo a ver unos apartamentos que alquilan unos amigos<br />

suyos –uno cerca de su casa, en Dorsoduro, y otro junto a<br />

San Zaccaria–; para una temporada larga aquí, y en el caso de<br />

que ya no esté Gianfranco (porque de su hijo no me fio), estos<br />

apartamentos resultan más convenientes que un hotel, que están<br />

ya imposibles. Nos los alquilarían, tanto uno como el otro,<br />

por 300.000 pesetas al mes. Y están bien acondicionados.<br />

Luego hemos estado en San Giorgio Maggiore. Hoy, con la<br />

luz extraordinaria que había, la vista desde el campanario era<br />

espectacular. He aprovechado para ver otra vez al Veronés.<br />

Después hemos estado paseando por la zona de San Zanipolo,<br />

que tenía la luz del Bernardo Belloto que hay en la Academia.<br />

Hasta el siglo pasado a ese Campo se le llamó delle Maravege, y<br />

era muy apropiado. He comprado unos libros en esa librería<br />

pequeña, pero que tiene tantos en francés, que hay al salir de la<br />

calle de L’Ospealeto. Pensaba en Paul Morand, al que le gustaba<br />

mucho venir a sentarse a tomar café en ese Campo. O en Casanova,<br />

que se citaba con MM al pie de la estatua del Condottiero;<br />

luego se la llevaba al lujosísimo gabinete -al «casino»– que tenía<br />

junto a San Moise. Ruskin dice que no hay estatua ecuestre más<br />

bella que la de Verroccio. Quizá. No lo sé, ¿Y la de Marco Aurelio,<br />

la que estaba en el Campidoglio? Desde luego, el Colleone es espléndido<br />

–me gustaría un poquito menos «fiero». Pienso en ese<br />

guerrero, la espada en su mano, pero qué intensidad en su mirada,<br />

qué hasta «curiosidad», del fresco de Andrea del Castagno<br />

del Museo de Santa Apolonia, en Florencia–, Además, no sólo hay<br />

que agradecérselo a Verroccio: hay mucha mano también de Lorenzo<br />

di Credi y la del fundidor Leopardi.<br />

Hemos merendado en la pastelería de «Rosa Salva». Qué<br />

gianduiotto casareccio y qué babá.<br />

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