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Untitled - José María Álvarez

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AUTOR<br />

vanecidos. Esta mañana, además, la luz –esa luz veneziana que<br />

cambia sin cesar y que hace que la belleza de la ciudad sea una<br />

continua sucesión de modificaciones en los matices de esa Belleza–<br />

era extraordinaria. Me he sentido tan «tocado» que he<br />

notado que los ojos se me llenaban de lágrimas y me recorría<br />

un escalofrío.<br />

Me he «entregado», como siempre, a unas pocas cosas: el<br />

Dux Toscari arrodillado sobre la Porta, EL JUICIO DE<br />

SALOMÓN de Lamberti, en el ángulo, la estatua de Eva de<br />

Antonio Rizzo, la ADORACIÓN DE LOS MAGOS en la Saletta<br />

della Milizia da Mar (que cada vez estoy más seguro que es de<br />

Domenico Tiepolo, digan lo que digan), esa Scala d’Oro que,<br />

una vez más, no me gusta, me resulta «excesiva» (cosa extrañísima<br />

en Venezia, y más aquí, donde nunca nada es «excesivo»),<br />

NEPTUNO OFRECIENDO A VENEZIA LOS FRUTOS<br />

DEL MAR, en la Sala de las Cuatro Puertas –los alemanes se lo<br />

llevaron en la última guerra, no tenían mal ojo–, esa maravilla<br />

absoluta que es el techo de la Sala del Colegio, del Veronés, el<br />

Palma el Joven del Salón del Gran Consejo, el Carpaccio de la<br />

Grimani, la Santa Catalina del Tintoretto... He estado, mientras<br />

Carmen hacía unas fotografías, un rato contemplando la Piazzetta<br />

y el Bacino desde la Loggia Foscara, notando cómo iba invadiéndome<br />

ese equilibrio veneziano que se apodera de uno poco<br />

a poco. D’Annunzio puso a la Fornarina y a Stelio, en EL FUE-<br />

GO (el encuentro de los dos), junto al brocal de bronce del pozo<br />

de la izquierda, en el patio del Palacio. Me acuerdo cuando Stelio<br />

contempla en el agua el brillar de las estrellas. Fastuoso. Luego<br />

he estado viendo el retrato de Sebastiano Venier, del Veronés,<br />

su techo de la Sala del Colegio, que es magnífico, esa apoteosis<br />

tras la victoria de Lepanto. La Sala del Senado sigue sin «convencerme»,<br />

me oprime un poco, sobre todo el techo de Sorte.<br />

Me pasa algo similar en la Sala del Consejo Mayor. Pero en fin...<br />

¿Quién da más?.<br />

Después hemos ido al Palacio Grassi, porque Carmen quería<br />

ver una exposición de los Calendarios de Pirelli. A mí no me<br />

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