POLARIZACIÓN ECONÓMICA Y FRAGMENTACIÓN ESPACIAL. EL ...
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Christof PARNREITER<br />
<strong>POLARIZACIÓN</strong> <strong>ECONÓMICA</strong><br />
Y <strong>FRAGMENTACIÓN</strong> <strong>ESPACIAL</strong>.<br />
<strong>EL</strong> CASO DE MÉXICO<br />
Introducción: La transformación en América Latina<br />
173<br />
A C T A S<br />
L.deV.<br />
TOMO 26 2003<br />
En las últimas dos décadas, América Latina ha experimentado profundos<br />
cambios socio-económicos. La industrialización por sustitución de importaciones<br />
implementada durante décadas fue reemplazada por una nueva estrategia económica.<br />
Los países latinoamericanos abrieron sus mercados, orientaron la producción<br />
al mercado mundial y procuraron incrementar las inversiones extranjeras<br />
en las economías nacionales. Para lograr estos objetivos, los gobiernos liberalizaron<br />
el comercio exterior y promovieron la producción para la exportación, desregularizaron<br />
los sistemas financieros e impulsaron los mercados de valores.<br />
Otros aspectos claves de la transformación socio-económica son la privatización<br />
de empresas estatales, la desregulación del mercado de trabajo y una redefinición<br />
del papel del Estado.<br />
En este artículo se analizarán algunos efectos de los cambios mencionados<br />
en el ordenamiento espacial de la economía, y en particular en el desarrollo urbano.<br />
Tomando México como estudio de caso, se comprueba que la transformación<br />
de la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones<br />
hacia una estrategia económica orientada al mercado global produce una polarización<br />
profunda de la economía. Esta polarización a su vez agrava la fragmentación<br />
socio-espacial heredada del tiempo de la industrialización por sustitución<br />
de importaciones.<br />
Transformación y globalización en México: algunos resultados<br />
México es, sin lugar a dudas, uno de los países latinoamericanos donde la<br />
transformación ha adquirido una mayor dinámica. Las reformas políticas, económicas<br />
y sociales han sido profundas e institucionalizadas, porque México integra,
junto con Estados Unidos y Canadá, el área de Libre Comercio de América del<br />
Norte (TLCAN). La transformación empezó después de la crisis de endeudamiento<br />
de 1982, que marcó el fracaso definitivo de la industrialización por sustitución<br />
de importaciones. Pero no fue sino hasta el primer Pacto de Solidaridad<br />
Económica en 1987, y con la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari en<br />
1988 que se implementó una política coherente de transformación.<br />
Cabe mencionar que relativo a algunos indicadores macroeconómicos, la<br />
nueva estrategia económica fue exitosa. La inflación, que se colocaba en más del<br />
80% entre 1982 y 1987, se redujo a un 5% en 2001. Las exportaciones crecieron<br />
por el 442 por ciento entre 1988 y 2000, y las inversiones extranjeras directas<br />
anuales en México se triplicaron en el mismo tiempo (BANCO DE MÉXICO<br />
s.f.; DUSS<strong>EL</strong> PETERS 2000a: cuadro 1; COMISIÓN... 2001: cuadro 5). Sin embargo,<br />
otros indicadores macroeconómicos muestran un resultado menos favorable.<br />
El PIB creció con un promedio anual del 3.4 por ciento (1988–2001), lo<br />
cual está muy por debajo de las expectativas y de las promesas de los gobiernos<br />
de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. El crecimiento económico en<br />
los años de la transformación se quedó muy por debajo del crecimiento logrado<br />
en los tiempos de la industrialización por sustitución de importaciones (que se<br />
colocaba en un promedio anual de 6.5%) 2 . El mal desempeño de la economía<br />
mexicana se ve aún más claro en el estancamiento del PIB per cápita, que en el<br />
año 2000 se encontraba tan sólo un 11.7 por ciento por arriba del valor de 1980.<br />
Finalmente, en la mayoría de los años entre 1988 y 2001, a pesar del auge de las<br />
exportaciones, la balanza comercial fue negativa acumulando un déficit de más<br />
de 60,000 millones de dólares (INEGI, Banco de Información Económica; BAN-<br />
CO DE MÉXICO s.f.). También, la creación de empleo y el desarrollo de los<br />
ingresos de los hogares no cumplieron ni con las expectativas ni con las necesidades<br />
de la sociedad mexicana (para un análisis más detallado véase DUSS<strong>EL</strong><br />
PETERS 2000b; LEYCEGUI, DE CASTRO 2000).<br />
Para el propósito de este trabajo es preciso mencionar que las políticas de la<br />
transformación produjeron − y producen − una marcada polarización económica.<br />
Sólo una pequeña parte de las compañías mexicanas es capaz de competir en el<br />
mercado global, mientras que la mayoría de las empresas se ubica entre los perdedores<br />
de la globalización. Aunque es cierto que las exportaciones mexicanas<br />
han crecido a un ritmo exponencial en los últimos años, habrá que añadir que este<br />
crecimiento se concentra en pocos sectores industriales y empresas.<br />
Sólo tres de los 73 subsectores de la economía mexicana producen más del<br />
40 por ciento de todas las exportaciones mexicanas − mismos que presentan una<br />
tendencia ascendente. De este modo, en el año 1999 las exportaciones de la industria<br />
de automóviles, de autopartes y de electrónica concentraron el 41.7 por<br />
174
ciento de todas las exportaciones mexicanas, comparado con el 27.4 por ciento<br />
en 1988. Respecto a las empresas, la concentración es similar. Tan sólo 300 empresas<br />
y alrededor de 3,500 maquiladoras cuentan con el 95 por ciento de todas<br />
las exportaciones mexicanas en el período 1993 a 1999. Muchas de estas compañías<br />
son dependencias de empresas transnacionales o dominadas por capital<br />
extranjero, operando dentro de “cadenas globales de mercancías” 3 con muy poco<br />
valor agregado en México. Más aún, las empresas exportadoras y las maquilas<br />
emplean sólo el 5 por ciento de la población económicamente activa (PEA). Por<br />
ende, las empresas mexicanas donde se encuentra la mayor parte de los empleos,<br />
se ven prácticamente excluidas del auge de las exportaciones (DUSS<strong>EL</strong> PETERS<br />
2001).<br />
Tenemos, entonces, como resultado de 15 años de transformación una economía<br />
que pasó de un desarrollo “hacia adentro” a un desarrollo “hacia afuera”, y<br />
que se caracteriza por una marcada polarización entre pocas compañías capaces<br />
de competir exitosamente en el mercado mundial y muchas empresas que quedan<br />
al margen del boom exportador.<br />
Reordenamiento espacial de la economía mexicana<br />
Para el propósito de este trabajo cabe preguntarse, ¿qué significa esta polarización<br />
económica para la geografía de la economía mexicana? Salta a la vista<br />
que la transformación está acompañada por un reordenamiento espacial de la<br />
economía. Durante la época de la industrialización por sustitución de importaciones,<br />
la primacía urbana de la Cd. de México, heredada de los tiempos anteriores,<br />
fue fortalecida notablemente (GARZA 1985). En consecuencia, en 1980<br />
más del 37 por ciento del PIB mexicano y casi la mitad de la producción del<br />
sector manufacturero se originó en la Cd. de México (SOBRINO 2000: cuadro<br />
3.2.2).<br />
Esta concentración alta de la actividad económica disminuyó en las últimas<br />
dos décadas. Mientras que la participación de la Cd. de México en el Producto<br />
Interno Bruto mexicano descendió un 14 por ciento colocándose en el año 1998<br />
en el 32.4% del PIB total, su participación en el PIB industrial cayó por más del<br />
38 por ciento, colocándose en el mismo año en el 29 por ciento del PIB manufacturero<br />
nacional (SOBRINO 2000: cuadro 3.2.2).<br />
Por otro lado, la región fronteriza en el norte del país incrementó un 20 por<br />
ciento su participación en el PIB nacional y un 44 por ciento en el PIB del sector<br />
manufacturero 4 . Por ende, la participación de la frontera norte en el PIB nacional<br />
ascendió a 22.9 por ciento en 1998 y su PIB manufacturero se colocó en el 27.1<br />
175
del total (INEGI, Banco de Información Económica). Aunque estos datos revelan<br />
que la geografía de la economía mexicana se está transformando, desplazando<br />
fracciones importantes de la producción manufacturera hacia el norte del país, es<br />
de suponer que los datos disponibles subestiman la dimensión de esta transformación.<br />
Nos enfrentamos a un problema metodológico que resulta de la creciente<br />
complejidad de la división de trabajo entre diferentes ciudades y regiones mexicanas.<br />
Mientras los estados en el norte del país y, en menor grado, en la Región<br />
Centro se encargan de la producción manufacturera, la Cd. de México se especializa<br />
cada vez más en las funciones de gestión y de control de esta producción<br />
(PARNREITER 2002). En la industria automotriz, por ejemplo, las dependencias<br />
mexicanas de compañías transnacionales como Ford, General Motors, Volkswagen,<br />
Daimler-Chrysler y Nissan tienen, con la excepción de Volkswagen, su<br />
casa matriz en la capital, mientras que las plantas de producción se encuentran en<br />
su mayoría en estados del interior de la República como Coahuila, Sonora, Chihuahua,<br />
México, Puebla o Aguascalientes. Dicho de otra manera, se cristaliza<br />
una división de trabajo en la que los servicios al productor – esenciales para la<br />
producción “material” – se producen en la Cd. de México, mientras que la fabricación<br />
de autopartes o automóviles se realiza en gran parte en el norte del país o<br />
en la Región Centro. Dado que los datos oficiales reportan actividades económicas<br />
según el lugar donde la empresa está registrada, es muy probable que una<br />
gran parte de la producción efectuada en los estados fronterizos se contabilice en<br />
la capital. Entonces, al sospechar que la nueva división de trabajo no se refleja en<br />
la información estadística del INEGI es de suponer que la transformación espacial<br />
de la economía mexicana está más pronunciada que los datos disponibles<br />
reflejan.<br />
A pesar de estos problemas metodológicos es evidente que en México en las<br />
últimas dos décadas se ha dado un reordenamiento del espacio económico caracterizado,<br />
por un lado, por un desplazamiento de una fracción importante de la industria<br />
hacia la zona fronteriza con EE.UU., y, por el otro, por una participación<br />
decreciente de la Cd. de México en la producción nacional. Ante este desarrollo<br />
se plantean dos problemas analíticos. Primero, ¿por qué la globalización promueve<br />
tanta dinámica económica en los estados fronterizos, mientras parece, por<br />
lo menos a primera vista, no hacerlo en la Cd. de México? En otras palabras:<br />
¿Por qué la globalización estimula fuerzas centrífugas? Y segundo, ¿es justo<br />
interpretar los datos presentados como una disminución del peso económico de la<br />
capital? ¿Es, por ende, correcto hablar de una reducción de la primacía urbana?<br />
176
El auge de los estados fronterizos<br />
y la desindustrialización parcial de la Cd. de México<br />
Referente a la cuestión si y por qué la globalización estimula fuerzas centrífugas<br />
cabe preguntarse por la lógica espacial de los sectores y empresas más dinámicos<br />
de la economía mexicana.<br />
Para empezar, en cuanto a las maquiladoras la preferencia de establecerse en<br />
el norte del país tiene raíces históricas. La industria maquiladora fue fundada en<br />
1965 para ofrecer, según el discurso oficial, trabajo a los emigrantes mexicanos<br />
que regresaban de los EE.UU. Por esta razón, la instalación de maquilas se limitó<br />
a la zona fronteriza (CARRILLO 1989:38–39). A pesar de la abolición de esta<br />
restricción, las maquiladoras se han extendido lentamente al resto del país. En el<br />
año 2001, más de tres cuartas partes de las maquilas se encuentran en los seis<br />
estados fronterizos (INEGI, Banco de Información Económica).<br />
Segundo, la preferencia de las maquiladoras por establecerse en el norte del<br />
país también resulta del carácter de esta industria. Las exportaciones de las maquilas<br />
se dirigen principalmente a EE.UU., y los insumos prefabricados vienen en<br />
su gran mayoría de este país (F<strong>EL</strong>DBAUER, PARNREITER 1999:200–201).<br />
Por lo tanto, la ubicación de las maquiladoras en los estados fronterizos corresponde<br />
a una lógica de cercanía geográfica a su mercado principal.<br />
El tercer motivo de la industria maquiladora para establecerse en el norte del<br />
país se relaciona con los costos y la flexibilidad de la mano de obra. Dado que el<br />
valor agregado en México es mínimo y compuesto principalmente por el renglón<br />
de los “salarios” (F<strong>EL</strong>DBAUER, PARNREITER 1999:200–201), el precio de la<br />
mano de obra es un factor decisivo en la lógica de la ubicación de las maquiladoras.<br />
En este contexto hay que subrayar que las maquilas crecieron en una región<br />
con poca o nula sindicalización donde los salarios se encuentran muy por<br />
debajo de los salarios en la Cd. de México. Esta ventaja (desde el punto de vista<br />
de los empresarios) se ha mantenido hasta hoy día. Los salarios reales en la industria<br />
maquiladora todavía se encuentran 35 por ciento por debajo del nivel de<br />
la industria en general. Además, en las maquilas o no existen sindicatos o son<br />
sindicatos estrechamente relacionados con las mismas empresas (HUALDE<br />
1995:137–140; ZEDILLO PONCE DE LEÓN 2000: Apartado Estadístico, 56).<br />
Respecto a los demás sectores industriales ganadores del proceso de la globalización,<br />
la lógica espacial es algo más compleja que en el caso de la industria<br />
maquiladora. Industrias como la automotriz se instalaron a partir de los años<br />
veinte en México. Hasta los años ochenta, el objetivo principal de compañías<br />
transnacionales como Ford, General Motors y otras era la producción para el<br />
mercado doméstico. En consecuencia, las empresas y las plantas de producción<br />
177
se encontraban en la Cd. de México o en otras ciudades cercanas, ya que el mercado<br />
doméstico se concentraba en la gran metrópolis (FUCHS 1997:79–81).<br />
Sin embargo, con la nueva política económica, estas empresas reorientaron<br />
su producción por lo menos parcialmente hacia el mercado global, lo que en el<br />
caso mexicano es prácticamente equivalente con el mercado norteamericano 5 .<br />
Como resultado de la reestructuración, industrias como la automotriz hoy en día<br />
comparten una característica principal con las maquilas. Su expansión, tanto de la<br />
producción como de las exportaciones, se basa en programas de “importaciones<br />
temporales para la re-exportación”. Estos programas permiten la importación de<br />
componentes y productos prefabricados bajo un reglamento muy favorable para<br />
las empresas que no pagan ni aranceles ni impuestos. Actualmente, el 83 por<br />
ciento de todas las exportaciones mexicanas se realiza dentro de dichos programas.<br />
Tomando en cuenta que el 10 por ciento de las exportaciones corresponde<br />
al petróleo, eso significa que prácticamente todas las exportaciones no-petroleras<br />
se llevan a cabo en el marco de estos programas de “importaciones temporales<br />
para la re-exportación” (DUSS<strong>EL</strong> PETERS 2001). En otras palabras, la industria<br />
de exportación mexicana se encuentra en su totalidad en un proceso de “maquilarización”.<br />
Cabe señalar que esta “maquilarización” de la industria mexicana implica<br />
una nueva lógica espacial para las empresas. En primer lugar, el mercado doméstico<br />
ha perdido importancia. Como las verdaderas maquilas, las empresas exportadoras<br />
orientan su producción hacia el mercado norteamericano, de donde<br />
también importan la gran mayoría de los insumos. En consecuencia, la necesidad<br />
para empresas como General Motors, Daimler-Chrysler, Ford y otras de establecerse<br />
en o cerca de las grandes urbes (como la Cd. de México) se reduce a diferencia<br />
de los tiempos de la industrialización por sustitución de importaciones.<br />
Además, una vez que el mercado principal de las empresas ya no se encontraba<br />
en las grandes ciudades, sino en el exterior, fue razonable para las compañías<br />
evitar las desventajas de las grandes aglomeraciones urbanas como son los salarios<br />
y precios del suelo relativamente altos, una mano de obra relativamente<br />
bien organizada, distancias grandes o la congestión del tráfico. Estas desventajas<br />
pesaron aún más ya que la industria manufacturera tuvo que adaptarse a los<br />
nuevos sistemas de producción como el de la “producción flexible” o just in time.<br />
Hay, en segundo lugar, otro factor que influye en la nueva lógica espacial.<br />
Como resultado de la maquilarización de gran partes de la industria mexicana, el<br />
valor agregado en México se redujo drásticamente (DUSS<strong>EL</strong> PETERS 2001).<br />
Por consecuencia, el vínculo más importante que conecta la industria con la economía<br />
local es la demanda por la mano de obra; ésta debería ser, como en el caso<br />
de la industria maquiladora, barata y flexible. Como ya mencionamos, ambos requisitos<br />
se cumplen mejor en el norte del país que en la Cd. de México, porque<br />
178
en el norte los sindicatos son inexistentes, débiles o controlados por la patronal, y<br />
los salarios se encuentran por debajo del nivel del centro del país. El desplazamiento<br />
de plantas industriales de la Cd. de México hacia el norte fue entonces,<br />
en muchos casos, acompañado por una re-negociación de contratos laborales,<br />
misma que permitió a las empresas pagar sueldos más bajos y flexibilizar las<br />
condiciones laborales (LEE, GASON 1994:233–234; RMALC 1997:141).<br />
Es en este contexto que las compañías automotrices trasladan sus plantas de<br />
producción de la Cd. de México a ciudades en la Región Centro (como en los<br />
estados de México, Guanajuato, Aguascalientes o Morelos) y en el norte del país<br />
(Coahuila y Chihuahua). Como estos procesos se desarrollan no sólo en la industria<br />
automotriz, sino también en otras ramas (como, por ejemplo, en la industria<br />
electrónica), la consecuencia es una reconfiguración del “mapa productivo” de<br />
México.<br />
Además, la desindustrialización parcial de la Cd. de México también influyó<br />
en el reordenamiento espacial de la economía mexicana. El sector manufacturero<br />
capitalino sufrió una profunda crisis en los años ochenta. El colapso de la industrialización<br />
por sustitución de importaciones afectó a la Cd. de México más<br />
fuerte que al resto de las principales ciudades. Muchas empresas, tanto pequeñas<br />
como medianas, que producían para el mercado doméstico, quebraron porque no<br />
fueron capaces de competir en el libre mercado.<br />
En síntesis: las políticas implementadas desde 1988 promovieron un cierto<br />
desplazamiento del sector manufacturero de la capital del país hacia la Región<br />
Centro y hacia el norte del país. La globalización, entonces, impulsó cierta descentralización.<br />
Las dinámicas centrífugas se deben principalmente a una lógica<br />
de producción en la cual México importa productos semifabricados para procesarlas<br />
y reexportarlas a EE.UU. En esta división de trabajo resulta favorable para<br />
muchas empresas establecerse en ciudades más cercanas al mercado principal<br />
(EE.UU.), las cuales, además, tienen la ventaja de disponer de una mano de obra<br />
más barata y menos organizada.<br />
¿Disminución de la primacía económica de la Cd. de México?<br />
Eso nos lleva al segundo problema analítico que se plantea en cuanto al reordenamiento<br />
del espacio económico en México. Dado que los datos muestran<br />
una participación decreciente de la Cd. de México en el PIB nacional, algunos<br />
autores sostienen que la primacía económica de la capital se está reduciendo. Sin<br />
embargo, cabe preguntarse, ¿es correcto esta interpretación?<br />
Desde mi punto de vista no lo es. El desplazamiento parcial de la industria<br />
hacia el norte no corresponde a una reversión de la polarización, sino a una<br />
179
combinación de varias tendencias. Una de estas tendencias es la que algunos<br />
investigadores llaman una “desconcentración concentrada” (AGUILAR 1999:<br />
392) o una “concentración metropolitana policéntrica” (GARZA 1999:166). Muchas<br />
de las ciudades mexicanas más dinámicas se encuentran en la llamada Región<br />
Centro. Esta Región Centro es una zona extendida de la Cd. de México. La<br />
mitad de la participación en el PIB nacional que la Cd. de México perdió fue<br />
compensado por un crecimiento en ciudades como Toluca, Pachuca, Cuernavaca,<br />
Puebla, Querétaro y Tlaxcala. Hay que subrayar que estas ciudades y la Cd. de<br />
México están vinculadas funcionalmente a través de los flujos de personas, de capital,<br />
de mercancías, de información, etc. De esta manera emerge un subsistema<br />
regional en el centro del país, cuya formación difícilmente se podría definir como<br />
descentralización (PARNREITER 2001).<br />
Segundo, la descentralización de ciertas actividades económicas (particularmente<br />
de la industria manufacturera) hacia el centro y el norte del país debe comprenderse<br />
como parte de la formación de una división de trabajo entre las ciudades<br />
mexicanas. Como ya se mencionó, esta nueva división de trabajo se caracteriza<br />
por la concentración de los servicios al productor – esenciales para la producción<br />
“material” – en la Cd. de México, mientras su participación en la fabricación<br />
de autopartes, electrodomésticos y otras mercancías se disminuye. Por<br />
ende, las dinámicas centrífugas que surgen del desplazamiento de una parte de la<br />
industria manufacturera hacia el centro y el norte del país son contrarrestadas por<br />
otras fuerzas que ejercen una presión centrípeta. Desde los años noventa se ha<br />
venido constituyendo una nueva forma de centralidad en México, que tiene el<br />
Distrito Federal como su nudo central 6 . Esta nueva centralidad ya no se basa en<br />
una concentración alta de la producción manufacturera, sino en la centralización<br />
de las funciones de gestión y de control económico, en particular, las actividades<br />
económicas que se relacionan estrechamente con la inserción cada vez más profunda<br />
de México en el mercado mundial (PARNREITER 2002).<br />
Como se ve en la gráfica 1, la Cd. de México es el lugar preferido de las<br />
empresas más grandes de México para establecer su casa matriz. Por ejemplo, la<br />
mitad de las 500 empresas más grandes tienen su casa matriz en la capital,<br />
mientras el estado de Nuevo León con su capital Monterrey capta poco el 12 por<br />
ciento. Cabe destacar que la preferencia de las empresas por establecerse en la<br />
Cd. de México aumenta a) con el volumen de las ventas de una empresa; b) con<br />
el nivel de participación de capital extranjero; y c) con el volumen de las<br />
exportaciones. Siete de las diez empresas más grandes, nueve de las diez empresas<br />
con más exportaciones y cuatro de las cinco empresas más grandes con capital<br />
mayoritario extranjero se encuentran en el Distrito Federal. En otras palabras:<br />
los Global Players entre las empresas registradas en México operan desde la Cd.<br />
de México.<br />
180
Gráfica 1: Localización de las empresas más grandes de México, 1998 (participación porcentual).<br />
100<br />
80<br />
60<br />
40<br />
20<br />
181<br />
0<br />
Empresas con<br />
capital mayoritario<br />
extranjero entre las<br />
10 empresas más<br />
grandes (n = 5)<br />
Empresas con<br />
capital mayoritario<br />
extranjero entre las<br />
500 empresas más<br />
grandes (n = 84)<br />
Las 10 empresas<br />
más grandes según<br />
exportaciones<br />
Las 300 empresas<br />
más grandes según<br />
exportaciones<br />
Las 10 empresas<br />
más grandes según<br />
ventas<br />
Las 500 empresas<br />
más grandes según<br />
ventas<br />
Cd. de México Nuevo León Otros estados federativos<br />
FUENTE: Elaboración propia con base en EXPANSIÓN 1999.
También la inversión extranjera se concentra altamente en el Distrito Federal.<br />
Casi el 60% de los más de 80 billones de dólares que se invirtieron como<br />
inversión extranjera directa (IDE) entre 1989 y 1998 se realizó en la capital del<br />
país. Es importante destacar que los seis estados fronterizos, que concentran el<br />
86% de la producción de la industria maquiladora (INEGI, Banco de Información<br />
Económica), captaron el 28,4 por ciento del total de la IDE, es decir, menos<br />
de la mitad de la IDE invertida en el Distrito Federal (véase cuadro 1).<br />
Finalmente, los servicios financieros, de alquiler y profesionales también se<br />
concentran fuertemente en la Cd. de México. En 1998, casi dos terceros del PIB<br />
en el renglón de los servicios al productor se produjeron en la Cd. de México,<br />
mientras casi la mitad de toda la población mexicana ocupada en los servicios<br />
avanzados trabajó en esta ciudad (GARZA 2000, cuadro 3.3.3, cuadro 3.4.3;<br />
INEGI, Encuesta Nacional del Empleo Urbano).<br />
Esta evidencia permite concluir que la Cd. de México es el lugar donde se<br />
prestan los servicios avanzados necesarios para la globalización de México. Especializándose<br />
en el control, la gestión y el servicio de la globalización de la<br />
economía mexicana, la Cd. de México se transforma desde una ciudad industrial,<br />
cuyo desarrollo fue relacionado estrechamente durante décadas con el crecimiento<br />
del mercado interno, en una ciudad que depende cada vez más de sus conexiones<br />
con el mercado mundial. Dicho de otra manera, la función de la Ciudad<br />
de México pasa de ser un catalizador de la integración interna para convertirse en<br />
una “bisagra” entre la producción que se lleva a cabo en México (sea “mexicana”<br />
o “transnacional”) y la economía global. Por lo tanto, el Distrito Federal cumple<br />
las funciones de una ciudad global (PARNREITER 2002).<br />
En esta perspectiva, no es correcto interpretar la reducción de la participación<br />
de la Cd. de México en el PIB nacional y PIB manufacturero como una<br />
disminución de la primacía económica. Las actividades económicas que hoy en<br />
día son claves para el desempeño económico y para la integración global de la<br />
producción mexicana se concentran en un alto grado en la Cd. de México. Se<br />
puede, entonces, hablar de una nueva forma de centralidad.<br />
Sin embargo, esta nueva centralidad no corresponde al centro tradicional de<br />
la Cd. de México. La ciudad global emergente se encuentra básicamente en las<br />
tres delegaciones (distritos) de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Cuauhtémoc. De<br />
tal modo, la transformación de la Ciudad de México en una ciudad global no sólo<br />
implica una nueva forma de centralidad, sino también la emergencia de nuevos<br />
espacios centrales en la ciudad (TERRAZAS 2000). Son estas delegaciones donde<br />
se originan casi dos terceras partes del PIB del Distrito Federal (y tres cuartas<br />
partes del PIB en servicios), donde se encuentra la gran mayoría de las empresas<br />
que tienen su casa matriz en la capital; está más marcada la transformación del<br />
182
Cuadro 1: Distribución regional de la inversión extranjera directa, 1989-1999.<br />
80<br />
70<br />
60<br />
50<br />
40<br />
30<br />
20<br />
10<br />
183<br />
0<br />
1994 – 1999<br />
1999<br />
1998<br />
1997<br />
1996<br />
1995<br />
1994<br />
1989 – 1993<br />
1993<br />
1992<br />
1991<br />
1990<br />
1989<br />
Distrito Federal Nuevo León Baja California Chihuahua Edo. de Mexico Otros<br />
FUENTE: 1989-1993 SECOFI. Dirección General de Inversión Extranjera; 1994–1999: Cálculos propios, basados<br />
en DUSS<strong>EL</strong> PETERS 2000a:91-94.<br />
Nota: Los datos sobre la IDE entre 1994 y 1999 incluyen nuevas inversiones e inversiones en maquiladoras. Debido<br />
a un cambio metodológico en la medición de la IDE, las cifras absolutas antes y después de 1994 no son<br />
comparables. Sin embargo, como el objetivo de este trabajo es el análisis de la distribución regional de la IDE,<br />
podría ser posible una comparación.
uso del suelo desde industria manufacturera hacia servicios y se concentran la<br />
infraestructura y el uso de las telecomunicaciones. Allí se realiza la mayoría de<br />
las inversiones privadas y la mayor parte de los mega-proyectos urbanos (como<br />
centros comerciales o edificios de oficinas) por construir y los precios para los<br />
bienes inmuebles son de los más altos. Pero la nueva centralidad que se está<br />
formando en el Distrito Federal no se refleja en los datos agregados como los de<br />
población o del PIB (manufacturero) que tradicionalmente se han utilizado para<br />
determinar la primacía urbana. Por eso, no es contundente el argumento de que la<br />
reducción de la participación de la Cd. de México en la población total o en el<br />
PIB nacional indica una descentralización del sistema urbano nacional.<br />
Conclusión: ¿polarización o fragmentación?<br />
Resumiendo, podemos observar en México las siguientes tendencias. Primero,<br />
notamos una polarización económica profunda entre pocas empresas, en su<br />
mayoría dominadas por el capital extranjero que operan exitosamente en el mercado<br />
global, y la gran mayoría de las empresas mexicanas excluidas del auge de<br />
las exportaciones. Segundo, señalamos que la geografía de la economía se está<br />
transformando. La producción manufacturera tiende a desplazarse de la Cd. de<br />
México hacia la zona fronteriza y hacia ciudades en el centro del país. Tercero,<br />
eso no significa que el peso económico de la capital mexicana se reduzca. Al<br />
contrario, opinamos que la concentración alta de actividades económicas relacionadas<br />
con la globalización indica una nueva forma de centralidad.<br />
A manera de conclusión se plantea una hipótesis referente al desarrollo espacial.<br />
Las tendencias actuales analizadas en el presente artículo se pueden concebir<br />
como una fragmentación y desintegración del espacio económico mexicano.<br />
El desarrollo espacial se caracteriza, por un lado, por la centralidad de ciertas<br />
actividades económicas en tres delegaciones del Distrito Federal, donde se<br />
concentran las grandes empresas, los bancos, las empresas de servicios avanzados<br />
y la bolsa. Por el otro, se puede observar un surgimiento de nuevos “puntos<br />
de crecimiento” en distintas partes del país. En este contexto hay que mencionar<br />
las ciudades norteñas como Tijuana, Ensenada, Nogales o Ciudad Juárez, que<br />
concentran la industria maquiladora, o algunas ciudades en la región centro<br />
(como Toluca, Aguascalientes, Puebla o Querétaro), que atrajeron plantas de la<br />
industria automotriz y otras industrias, o los polos turísticos como Cancún.<br />
Para el propósito de este artículo es de suma importancia señalar que los<br />
vínculos entre estos puntos de crecimiento o entre los puntos de crecimiento y<br />
otros lugares en México son débiles. El hecho de que el valor agregado en<br />
184
México sea mínimo tanto en la industria maquiladora como en industrias como la<br />
automotriz sugiere que hay muy pocos lazos que conectan la producción para la<br />
exportación con el “resto de México”. Las ciudades, donde se establecieron las<br />
industrias para la exportación, se vinculan cada vez más con ciudades “extranjeras”,<br />
proveedoras de los insumos y receptoras de los productos.<br />
Esto es, por supuesto, más obvio para las ciudades que concentran la industria<br />
maquiladora. Ciudades fronterizas como Tijuana, Mexicali, Nogales, Cd.<br />
Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa o Matamoros que juegan un<br />
papel cada vez más importante en la economía mexicana tienden a deslizarse del<br />
sistema urbano de México. Primero, porque en realidad son ciudades bi-nacionales<br />
que forman unidades físicas con sus “ciudades gemelas” en EE.UU. 7 Segundo,<br />
y más importante, las ciudades bi-nacionales en la zona fronteriza no sólo<br />
forman unidades físicas, sino también funcionales. La dinámica económica de<br />
Tijuana, Cd. Juárez y otras resulta en gran parte de su integración en el espacio<br />
económico del sur de los Estados Unidos. Además, el mercado laboral en la zona<br />
fronteriza es un mercado efectivamente bi-nacional, con miles de trabajadoras y<br />
trabajadores cruzando la frontera cada día.<br />
Tanto la concentración de las actividades económicas claves en sólo tres<br />
delegaciones del Distrito Federal como los débiles vínculos entre los “puntos de<br />
crecimiento” en distintas ciudades significan que grandes partes de México no<br />
sólo quedan excluidas del boom exportador, sino también son cada vez más marginadas<br />
de la dinámica económica que se concentra en pocas empresas y pocos<br />
lugares. Eso lleva a pensar que más que de una polarización se trata de una<br />
fragmentación e incluso desintegración del espacio económico mexicano, donde<br />
puntos prósperos se entrelazan entre sí y con ciudades estadounidenses. Por eso,<br />
lo que se ha dicho sobre las maquilas es cada vez más válido también para toda la<br />
industria de exportación: “It is in Mexico but not part of Mexico“<br />
(WEINTRAUB 1991:161).<br />
NOTAS<br />
1. Este documento fue elaborado con financiamiento del “Fonds zur Förderung wissenschaftlicher<br />
Forschung” (Austria) con registro P 14883.<br />
2. Cabe añadir que en 2001 la economía pasó, después de la crisis de 1994–1995, por<br />
otra recesión con una contracción de 1.6%, mientras para 2002 se preve un crecimiento<br />
de tan sólo 1.7%.<br />
3. Para el concepto de las cadenas globales de mercancías o global commodity chains<br />
véase GEREFFI, KORZENIEWICZ 1994.<br />
185
4. La región de la frontera norte está compuesta por los estados de Baja California,<br />
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas.<br />
5. En 1997, por ejemplo, el 74 por ciento de los vehículos producidos en México se<br />
exportaron. El 90 por ciento del comercio de automóviles se realizó con EU y<br />
Canadá (STUDER 2000:285).<br />
6. El Distrito Federal es la capital del país y forma parte de la aglomeración urbana de<br />
la “Zona Metropolitana de la Ciudad de México” (ZMCM), que incluye, además del<br />
Distrito Federal, 41 comunidades conurbadas del México que encierran al Distrito<br />
Federal. De la población total (17.9 millones en el año 2000), casi la mitad (8.5<br />
millones) vive en el Distrito Federal (GARZA 2000).<br />
7. Las zonas urbanas bi-nacionales son: Tijuana/San Diego, Mexicali/Calexico, Nogales/Nogales,<br />
Cd. Juárez/El Paso, Piedras Negras/Eagle Pass, Nuevo Laredo/Laredo,<br />
Reynosa/McAllen y Matamoros/Brownsville.<br />
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Summary<br />
This articles discusses the effects of socio-economic transformation in Mexico<br />
on the spatial structure of the economy.<br />
Since the late 1980s, Mexico reoriented its economy towards foreign markets,<br />
enforcing export production and attracting foreign investment. This economic<br />
strategy led to a profound polarization of the Mexican economy. While the<br />
majority of Mexican enterprises is not able to compete under conditions of free<br />
trade, a small number of companies (mainly foreign owned) accounts for the<br />
export boom and economic growth.<br />
This polarization of the economy is reflected in a deepening of spatial fragmentation.<br />
The expanding industries are located either in the North of country or<br />
in the central region, while Mexico City is transforming from a national industrial<br />
metropolis to a global city, concentrating command and control functions. However,<br />
since export industries are characterized by low value added, the new<br />
growth poles and the global center in Mexico City are barely embedded into the<br />
Mexican economy. It is therefore reasonable to argue that cities in the North of<br />
the country and some districts in Mexico City tend to de-link from the national<br />
urban system.<br />
189