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José María Mardones 1) la de los “turiferarios” o corifeos de la revolución de la información; 2) la de los teóricos críticos frankfurtianos; 3) la de los defensores de una cierta ambivalencia o ambigüedad de la revolución comunicativa y 4) los nihilistas o escépticos radicales postmodernos sobre la cultura de la imagen y la sociedad democrática. Seré más deudor de críticos y ambivalentes que de turiferarios y nihilistas, pero me parece importante tener en cuenta también las posturas más radicales y extremas. Quizá acertamos a expresar algo de nuestra postura si dijera que miramos cada nuevo espacio que se abre, esta vez el de la comunicación, como una ampliación de la libertad y una posibilidad de su profundización, al mismo tiempo que como un peligro para el mismo ser humano. Estamos en el juego de las contingencias, es decir, de la ambivalencia. I. LA VISIÓN RADICAL PESIMISTA DE LA REVOLUCIÓN INFORMÁTICA Tiene interés recoger lo fundamental de esta visión hipercrítica de la revolución de la comunicación porque, a su través, captamos, exacerbados, los miedos y malestares de esta sociedad de la comunicación. En su extremo opuesto estarían los que efectúan el canto a las excelencias de esta revolución en marcha. Resumiendo la postura de estos autores, que encontrarían en J.Baudrillard 2 a uno de sus mejores representantes, tendríamos una suerte de tesis en cuatro pasos: la revolución informática nos conduciría hacia una pérdida de visión del horizonte de referencia que concluiría en una desaparición del sentido de la historia, lo cual ayudaría a una desocialización que terminaría liquidando lo social y , finalmente, no llevaría hacia un predominio del simulacro sobre la realidad y la liquidación del sujeto. Una suerte de teoría social crítica o mejor, trágica, efectuada con un tono entre cínico y previsor de lo que anuncia y denuncia. Veamos estos cuatro pasos brevemente. 1. LA DESAPARICIÓN DE LA HISTORIA. Los medios de comunicación de la sociedad informatizada crean un nuevo orden comunicativo que, a su vez, tiene una serie de efectos socio-culturales. Comunicación y sociedad, cultura comunicativa y sociedad informatizada, son como un proceso jánico que se abraza en miradas y consecuencias dispares. Una de estas consecuencias inducidas por la sociedad de la comunicación es la presunta liquidación o superación de uno de los rasgos más definitorios de nuestra cultura occidental y cristiana: la historia. ¿Cómo se logra tamaño efecto? Una primera explicación se obtiene cuando consideramos la velocidad de intercambio de la modernidad 3 . Todos los procesos económicos, políticos, sexuales, informativos,… de esta sociedad se han acelerado hasta adquirir una velocidad que pudiéramos llamar “velocidad de liberación”, Es decir, utilizando un símil de la astrofísica contemporánea, están dadas las condiciones para escapar a la fuerza de la gravedad del planeta de lo real y de la historia, de la órbita de la significación habitual. 2 Cfr. J.Baudrillard, Simulacres et simulation, Galilée, Paris 1981; idem, (con M. Guillaume), Figures de altérité, Descartes et Cie, Paris 1994; idem, El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona 1988; idem, América, Anagrama, Barcelona 1988; idem, Estrategias fatales, Anagrama, Barcelona 1984; idem, El paroxista indiferente, Anagrama, Barcelona 1998. También Cfr. I.Ramonet, B.Cassin, S.Halimi (Ed.) Culture, idéologie et société. Le monde diplomatique, Manière de voir, Paris 1998. 3 Cfr. A.Touraine ¿Cómo salir del neoliberalismo?, Paidós Barcelona 1999, 17s., donde recuerda que esta sociedad de la información que se enseñorea del mundo entero es lo que hace treinta años llamábamos sociedad postindustrial. 382 Las Redes Transeuropeas (RTE) y el modelo federal de la UE. Una visión desde Euskadi ISBN: 84-7248-869-1
Las Redes Transeuropeas (RTE) y el modelo federal de la UE. Una visión desde Euskadi ISBN: 84-7248-869-1 Sociedad de la información y persona El acelerador de partículas que definitivamente ha roto la órbita referencial de las cosas han sido “aquí y ahora” los media, la informática. Los circuitos, las redes. Estos producen una aceleración en todos los procesos y sucesos que los arranca de su ámbito de referencia habitual, es decir, de aquel horizonte o espacio-tiempo donde todavía las cosas se pueden reflexionar, volver sobre sí mismas, y tener, por tanto, una cierta duración y una cierta consecuencia. La situación tras la enorme aceleración de intercambios que vivimos en nuestra sociedad occidental se puede describir en términos de efectos gravitatorios mirando al sujeto y al objeto de la siguiente manera. Mirando al objeto acontecerá su fragmentación y la liberación de la órbita de significado (“vanishing point”). Con palabras de J.Baudrillard: “Esto es propiamente lo que vivimos en nuestras sociedades actuales, que se dedican a acelerar todos los cuerpos, todos los mensajes, todos los procesos en todos los sentidos, y en particular, con los medios modernos, han creado para cada acontecimiento, para cada relato, para cada imagen, un espacio de simulación de trayectoria hacia el infinito. Cada hecho, cada rasgo- político, histórico, cultural-, por su potencia de difusión mediática, está dotado de una energía cinética que lo separa para siempre de su propio espacio y lo propulsa hacia un hiperespacio donde pierde todo su sentido, puesto que nunca volverá del mismo” 4 . De cara al sujeto la consecuencia es la pérdida de horizonte de referencia, de duración para la reflexión y, consiguientemente, la fragmentación de sentido o, mejor, la desaparición de la historia. De nuevo, en expresiones del mismo J. Baudrillard: “A través de la impulsión de difusión, a través del mandato de circulación, de comunicación total, actualmente cada hecho, cada acontecimiento, se libera por sí solo (cada hecho deviene atómico, nuclear, y prosigue su trayectoria en el vacío). Para ser difundido en el infinito debe fragmentarse como una partícula. Así es como puede alcanzar una velocidad de no-retorno que lo aleja definitivamente de la historia. Cada acontecimiento se ha convertido en algo sin consecuencia, porque va demasiado veloz-se difunde demasiado deprisa, demasiado lejos, es atrapado por los circuitos-, no volverá nunca para dar testimonio de sí mismo ni de su sentido (el sentido siempre es un testimonio). Por otra parte, cada conjunto cultural debe ser fragmentado, desarticulado para entrar en los circuitos; cada lenguaje debe resolverse 0/1, en dispositivo binario, para circular no ya en nuestras memorias, sino en la memoria electrónica y luminosa, de los ordenadores. Ningún lenguaje humano resiste la velocidad de la luz. Ningún acontecimiento histórico resiste su difusión planetaria. Ningún sentido resiste su aceleración. Ninguna historia resiste la centrifugación de los hechos, la ilimitación de los espacios-tiempos” 5 . Repetimos, la consecuencia de esta aceleración, junto con su atomización o fragmentación, es la pérdida de horizonte de referencia, la muerte de los relatos (de los grandes relatos que dan sentido a la historia, que diría J.F. Lyotard) y la desaparición de la historia. Este rasgo postmoderno del fin de la historia o, mejor, de su desaparición, en expresión de J.Baudrillard, es explicada también a través de otra hipótesis o analogía física: la desaceleración de los procesos. Es la imagen inversa de la anterior y que si conduce a comprender de nuevo la desaparición de la historia, nos acerca así mismo al segundo fenómeno que acontece en la sociedad de la información: la desocialización. 2 LA DESOCIALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DE MASAS Para Baudrillard nuestras sociedades están dominadas por un proceso de masa que conduce a la inercia, marcha lenta o densidad enorme que hace imposible que- como actualmente nos recuerda S. Hawkins sucede en los denominados “agujeros negros”- la longitud de onda de la luz emitida por ese cuerpo salga de él y sea percibida por un observador exterior. 4 J.Baudrillard, “El año 2000 no tendrá lugar”, El País, 13, X ,1985, 18-19, 18 5 Ibidem, 18 383
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ISBN: 84-7248-869-1<br />
Sociedad de la información y persona<br />
El acelerador de partículas que definitivamente ha roto la órbita referencial de las cosas han<br />
sido “aquí y ahora” los media, la informática. Los circuitos, las redes. Estos producen una<br />
aceleración en todos los procesos y sucesos que los arranca de su ámbito de referencia<br />
habitual, es decir, de aquel horizonte o espacio-tiempo donde todavía las cosas se pueden<br />
reflexionar, volver sobre sí mismas, y tener, por tanto, una cierta duración y una cierta<br />
consecuencia.<br />
La situación tras la enorme aceleración de intercambios que vivimos en nuestra sociedad<br />
occidental se puede describir en términos de efectos gravitatorios mirando al sujeto y al objeto<br />
de la siguiente manera. Mirando al objeto acontecerá su fragmentación y la liberación de la<br />
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“Esto es propiamente lo que vivimos en nuestras sociedades actuales, que se dedican a acelerar<br />
todos los cuerpos, todos los mensajes, todos los procesos en todos los sentidos, y en particular, con los<br />
medios modernos, han creado para cada acontecimiento, para cada relato, para cada imagen, un espacio<br />
de simulación de trayectoria hacia el infinito. Cada hecho, cada rasgo- político, histórico, cultural-, por su<br />
potencia de difusión mediática, está dotado de una energía cinética que lo separa para siempre de su<br />
propio espacio y lo propulsa hacia un hiperespacio donde pierde todo su sentido, puesto que nunca<br />
volverá del mismo” 4 .<br />
De cara al sujeto la consecuencia es la pérdida de horizonte de referencia, de duración para<br />
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historia. De nuevo, en expresiones del mismo J. Baudrillard:<br />
“A través de la impulsión de difusión, a través del mandato de circulación, de comunicación total,<br />
actualmente cada hecho, cada acontecimiento, se libera por sí solo (cada hecho deviene atómico,<br />
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historia. Cada acontecimiento se ha convertido en algo sin consecuencia, porque va demasiado veloz-se<br />
difunde demasiado deprisa, demasiado lejos, es atrapado por los circuitos-, no volverá nunca para dar<br />
testimonio de sí mismo ni de su sentido (el sentido siempre es un testimonio). Por otra parte, cada<br />
conjunto cultural debe ser fragmentado, desarticulado para entrar en los circuitos; cada lenguaje debe<br />
resolverse 0/1, en dispositivo binario, para circular no ya en nuestras memorias, sino en la memoria<br />
electrónica y luminosa, de los ordenadores. Ningún lenguaje humano resiste la velocidad de la luz. Ningún<br />
acontecimiento histórico resiste su difusión planetaria. Ningún sentido resiste su aceleración. Ninguna<br />
historia resiste la centrifugación de los hechos, la ilimitación de los espacios-tiempos” 5 .<br />
Repetimos, la consecuencia de esta aceleración, junto con su atomización o fragmentación,<br />
es la pérdida de horizonte de referencia, la muerte de los relatos (de los grandes relatos que<br />
dan sentido a la historia, que diría J.F. Lyotard) y la desaparición de la historia.<br />
Este rasgo postmoderno del fin de la historia o, mejor, de su desaparición, en expresión de<br />
J.Baudrillard, es explicada también a través de otra hipótesis o analogía física: la<br />
desaceleración de los procesos. Es la imagen inversa de la anterior y que si conduce a<br />
comprender de nuevo la desaparición de la historia, nos acerca así mismo al segundo<br />
fenómeno que acontece en la sociedad de la información: la desocialización.<br />
2 LA DESOCIALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DE MASAS<br />
Para Baudrillard nuestras sociedades están dominadas por un proceso de masa que<br />
conduce a la inercia, marcha lenta o densidad enorme que hace imposible que- como<br />
actualmente nos recuerda S. Hawkins sucede en los denominados “agujeros negros”- la<br />
longitud de onda de la luz emitida por ese cuerpo salga de él y sea percibida por un observador<br />
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4 J.Baudrillard, “El año 2000 no tendrá lugar”, El País, 13, X ,1985, 18-19, 18<br />
5 Ibidem, 18<br />
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