07.05.2013 Views

III Certamen Literario de Narrativa Breve - Publicatuslibros.com

III Certamen Literario de Narrativa Breve - Publicatuslibros.com

III Certamen Literario de Narrativa Breve - Publicatuslibros.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>III</strong> <strong>Certamen</strong> <strong>de</strong> <strong>Narrativa</strong> <strong>Breve</strong> “Revista Digital I.E.S. Ventura Morón”<br />

Por eso todos imaginaron que algo fuera <strong>de</strong> lo <strong>com</strong>ún habría sucedido para que el<br />

habitual matrimonio no hubiese asomado por la cafetería durante tres días.<br />

Al cuarto día, sin embargo, se sorprendieron gran<strong>de</strong>mente al ver aparecer por la puerta<br />

a don Adolfo solo, sin la sempiterna <strong>com</strong>pañía <strong>de</strong> su señora, con un semblante serio y un<br />

aspecto <strong>de</strong>caído. No había, esta vez, tono <strong>de</strong> importancia cuando con voz muy baja <strong>de</strong>mandó<br />

al camarero solícito un cortado. Sentado en la mesa, con la cabeza mirando hacia el suelo,<br />

conservaba puesto sobre la cabeza el sombrero <strong>de</strong> teja, el abrigo sin sacárselo <strong>de</strong> encima y,<br />

cuando alguien le preguntó con tacto sobre su esposa, el hombre <strong>de</strong> bigote anticuado levantó<br />

una mano en señal <strong>de</strong> súplica, solicitando <strong>de</strong>scanso, paz y silencio.<br />

No hubo aquel día sobrecito <strong>de</strong> azúcar <strong>com</strong>partido, ni musiquilla <strong>de</strong> cucharitas contra las<br />

tazas, tampoco aseveraciones contun<strong>de</strong>ntes, ni retintines <strong>de</strong> segunda intención. No buscó<br />

aquella tar<strong>de</strong> don Adolfo los periódicos, ni estuvo <strong>de</strong>masiado tiempo en la cafetería <strong>de</strong><br />

colosales ventanales. Llamó sin hablar al camarero y, por vez primera, sacó un billete <strong>de</strong> papel<br />

para pagar su cortado. Aún no había salido el veterano camarero <strong>de</strong> su asombro, mientras<br />

volvía con el cambio en un platillo, cuando vio cómo don Adolfo ya salía por la puerta sin girar<br />

la cabeza. Se encontraba así con una <strong>de</strong> las mejores propinas que jamás había recibido, en la<br />

palma <strong>de</strong> la mano y sin saber qué hacer, y con la primera <strong>de</strong>l habitual cliente.<br />

Ninguno podía imaginar lo que había sucedido. Quien conjeturó que la dimisión<br />

voluntaria e irrevocable <strong>de</strong>l concejal había tambaleado la seguridad <strong>de</strong> don Adolfo<br />

Trespalomas, o incluso con malicia malpensado que, quién sabe, también podía andar, <strong>de</strong><br />

alguna manera, implicado en el caso, (era posible, aunque improbable, esa circunstancia,<br />

dados los indirectos contactos entre la concejalía <strong>de</strong> urbanismo y el negociado <strong>de</strong> licencias<br />

municipales), se equivocaba por <strong>com</strong>pleto. Quien imaginó que la esposa quizás había<br />

enfermado, también erraba.<br />

Fue mucho <strong>de</strong>spués cuando reuniendo informaciones y atando cabos <strong>de</strong> un lado y <strong>de</strong><br />

otro, pues don Adolfo ya no regresó nunca con su señora al café <strong>de</strong> gigantescas ventanas, ni lo<br />

hizo con la misma asiduidad, ni jamás volvió a intercambiar palabras, los parroquianos<br />

averiguaron que la dócil y recatada esposa, la sumisa y <strong>com</strong>placiente mujer que pocos habían<br />

oído hablar, era la causante <strong>de</strong>l estado casi <strong>de</strong> estupor en que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces se sumió el<br />

marido, para no salir <strong>de</strong> él nunca.<br />

Las sólidas convicciones y las firmes bases <strong>de</strong> la lógica y la razón, que siempre habían<br />

sustentado el modo <strong>de</strong> vida y el temperamento impasible <strong>de</strong> don Adolfo, se resquebrajaron<br />

<strong>com</strong>o las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un edificio en ruinas. Los puntales <strong>de</strong> la ironía y el sarcasmo flaquearon y,<br />

ahora, se revolvían para ar<strong>de</strong>r en el interior <strong>de</strong>l hombre inalterable y altivo.<br />

22

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!