III Certamen Literario de Narrativa Breve - Publicatuslibros.com
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<strong>III</strong> <strong>Certamen</strong> <strong>de</strong> <strong>Narrativa</strong> <strong>Breve</strong> “Revista Digital I.E.S. Ventura Morón”<br />
a ese animal, pero para arrojarle toda su ira.<br />
Su autoestima estaba por los suelos. Apenas hacía nada en su vida cotidiana. Su<br />
quehacer diario quedaba paralizado, <strong>com</strong>o si hubiera <strong>de</strong>saparecido y fuera invisible.<br />
No se daba ni un momento <strong>de</strong> respiro y <strong>de</strong>sahogo. Como si no tuviera <strong>de</strong>recho a<br />
disfrutar <strong>de</strong> lo bueno <strong>de</strong> la vida. Eso le estaba vedado. “¡Sólo vivía para sufrir!”<br />
Cuando terminaba la jornada y se acostaba, el cansancio se le venía encima <strong>de</strong><br />
golpe. No podía moverse y, tal <strong>com</strong>o caía en la cama, así amanecía. Había días que,<br />
cuando asomaban los primeros rayos <strong>de</strong> sol, se daba cuenta que había dormido con las<br />
ropas <strong>de</strong>l día anterior. Se le hacía un mundo <strong>com</strong>enzar un nuevo día ya que eso<br />
significaba más trabajo y más sufrimiento. Sólo quería <strong>de</strong>scansar. Deseaba no<br />
<strong>de</strong>spertarse nunca más y amanecer sin vida. A veces se imaginaba el efecto que<br />
produciría esto en sus allegados. “ ¡La pobre, era tan buena! ”, dirían <strong>de</strong>sconsolados.<br />
“Sí, sí, buena pero también tonta”, incapaz <strong>de</strong> cambiar su vida y dar un vuelco a su<br />
amarga existencia. Se preguntaba si existiría el cielo. Es triste pero así lo <strong>de</strong>seaba.<br />
Sería <strong>com</strong>o <strong>de</strong>scansar en esas nubes suaves que flotan entre angelitos amables y<br />
sonrientes. Se lo merecía, sí señor. Desgraciadamente, el infierno ya lo conocía. Era el<br />
cielo el que quería conocer y disfrutar.<br />
Pero parecía que ese paraíso nunca llegaba. Se encontraba en la mitad <strong>de</strong> su<br />
vida y anímicamente era ya una anciana que sólo le quedaba esperar el momento en<br />
que cerraría sus cansados ojos. Sería el <strong>de</strong>scanso final, el <strong>de</strong>seado. Su <strong>de</strong>sesperanza<br />
era inmensa aunque se había acostumbrado a ella. Junto a la soledad, era su <strong>com</strong>pañera<br />
en el discurrir <strong>de</strong> los días, horas y segundos.<br />
De pronto, su cuerpo se <strong>de</strong>rrumbó en el suelo con un estrepitoso golpe que la <strong>de</strong>jó<br />
inconsciente. Cayó <strong>de</strong>smayada por el puñetazo que le había dado. Sentía que había<br />
pasado siglos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera escaramuza, y siempre tuvo suerte <strong>de</strong> no per<strong>de</strong>r la<br />
vida, aunque sus heridas habían sido muchísimas y graves. Las que más dolían eran las<br />
<strong>de</strong>l alma. “Esas no se borran por mucho que se quiera”. Esta vez creía que no lo<br />
contaba, aún así se salvó <strong>de</strong>l ensañamiento porque parecía muerta..<br />
Abrió un ojo, el otro estaba tan hinchado que no lo podía abrir. No sabía dón<strong>de</strong> se<br />
encontraba pero el sitio le parecía familiar. Poco a poco reconoció los azulejos <strong>de</strong>l<br />
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