21.Memorias de Venezuela (Numero 17) - Iaeden
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Colección Archivo Audiovisual <strong>de</strong> la Biblioteca Nacional.<br />
> Ali Primera en su apartamento <strong>de</strong> El Valle.<br />
gente que lo escuchaba. Fue así, entonces, como Alí<br />
se crió junto conmigo. Recuerdo que una vez mi viejo<br />
me levantó un sábado en la madrugada para que lo<br />
acompañara para el trabajo, tendría yo como once años<br />
y quería que lo ayudara en el puesto <strong>de</strong>l mercado <strong>de</strong><br />
El Paso. Ese día cuando mi padre me explicó cómo lo<br />
habían botado <strong>de</strong> la fábrica. Había tenido un acci<strong>de</strong>nte<br />
y los dueños no querían tenerlo más ahí <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 15<br />
años. Yo llegué a la casa a poner América Latina obrera<br />
a todo volumen. No sabía qué otra cosa hacer para<br />
aguantar tanto barullo en la cabeza.<br />
Después, como a muchos otros, se me fue<br />
complicando la vida cuando entró en juego la<br />
conciencia. Muchos afirman que la conciencia es un<br />
asunto <strong>de</strong> clases, <strong>de</strong> la dialéctica, <strong>de</strong> la explotación <strong>de</strong>l<br />
hombre, <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong> clase, etc.; pero eso es<br />
como otro idioma cuando uno lee con libros prestados<br />
y tiene que andar por la calle. Para muchos la cosa<br />
era distinta. La conciencia era enten<strong>de</strong>r que mientras<br />
el hijo <strong>de</strong> la mujer sencilla va al cuartel, amigo <strong>de</strong><br />
uno, el <strong>de</strong>l dueño <strong>de</strong> la hacienda va a Nueva York, o<br />
que mientras el soldado sirve <strong>de</strong> jardinero al general<br />
no pue<strong>de</strong> cantarse a la paz. Y si Alí no le canta a la<br />
paz, pues yo tampoco, que para eso somos hermanos<br />
morochos paridos <strong>de</strong>l mismo tuétano.<br />
Yo sabía que mi pueblo, el pueblo <strong>de</strong> Alí, nuestro<br />
pueblo, sufrió por el capitalismo y que ambos teníamos<br />
la esperanza <strong>de</strong> que Ruperto lo enterrara, <strong>de</strong> una vez<br />
por todas. Esto fue hasta compren<strong>de</strong>r que “Ruperto”<br />
era un sobrenombre que el cantor me ponía, junto con<br />
otros (a Miriam, mi madre, él la llamaba Juanita, a mi<br />
abuela la llamaba Mamá Pancha). Así que ahí puse<br />
manos a la obra junto con otros: había que enterrar<br />
el capitalismo. Somos hermanos <strong>de</strong>l cantor, es <strong>de</strong>cir,<br />
que somos hermanos. Pues entonces duele ver a un<br />
hermano o una hermana caer en el combate contra<br />
ese capitalismo, como Jorge, Jessika, Yulimar, Sergio y<br />
tantos otros. Que algunos no nos hayamos conocido es<br />
lo <strong>de</strong> menos, éramos —<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo— hermanos<br />
en los tuétanos, en la carne, en la sangre, en el dolor<br />
compartido, en la rabia y en la esperanza.<br />
A Alí siempre lo recuerdo y escucho. Hace poco me<br />
llamó, como me había llamado <strong>de</strong> niño. Me llamó para<br />
pedir que lo acompañara en abril <strong>de</strong> 2002. Me llamó<br />
para <strong>de</strong>cirme que no se quedaba en la casa, que iba<br />
al combate a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r La Puerta. Ahí entendí que la<br />
suerte estaba echada, que también estaba Ruperto,<br />
que estaban todos, que todos tenían miedo, pero si<br />
hay que echarle bolas, pues se le echan bolas que pa’<br />
luego es tar<strong>de</strong>.<br />
Yo me fui con él, cantando con él, porque los<br />
hermanos van juntos a entrompar la muerte, con la<br />
tierra temblando a nuestro paso, para que no nos<br />
lloren, para que no nos llamen muertos y para que<br />
canten, por la vida y la alegría <strong>de</strong> mis hijas, porque a<br />
ellas también les huele la piel a caramelo.<br />
> CANTOR DEL PUEBLO<br />
Nació en Coro el 31 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1942. Fue el mayor <strong>de</strong> los 3 hijos <strong>de</strong> Antonio Primera y <strong>de</strong> Carmen<br />
Rossell. Tras la muerte temprana <strong>de</strong> su padre, su familia estuvo signada por la pobreza.<br />
Alí acompañó a su madre por varios pueblos falconianos y trabajó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los 6 años, pero esto no<br />
frenó sus estudios. En 1960, se muda con su familia a Caracas, don<strong>de</strong> culminó el bachillerato<br />
para iniciar estudios <strong>de</strong> química en la UCV. En esta casa <strong>de</strong> estudios conseguiría su vocación<br />
como cantante y autor. Signado por la pobreza y por una profunda sensibilidad, Alí llamó a su<br />
música “la Canción Necesaria”, pues con ella expresaba la injusticia <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y el sufrimiento<br />
<strong>de</strong>l pueblo. Debido a esto fue vetado por los medios y las disqueras que eran serviles al po<strong>de</strong>r.<br />
Pero, aun así, el cantor grabó 13 discos y apoyó a otros intérpretes <strong>de</strong>l canto necesario con<br />
su disquera Cigarrón. El “cantor <strong>de</strong>l <strong>de</strong>l Pueblo” murió en Caracas el 16 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong>1985, pero solo<br />
para sembrarse en la conciencia <strong>de</strong> la gente que todavía hoy lo recuerdan como lí<strong>de</strong>r y voz <strong>de</strong> la revolución, <strong>de</strong>l canto<br />
comprometido y <strong>de</strong> fuerza inspiradora para la lucha por la construcción <strong>de</strong> la patria buena.<br />
PERf I LES<br />
AlÍ y yO SOMOS MOROCHOS...<br />
MEMORIAS DE VENEZUELA<br />
N° <strong>17</strong> / diciembre 2010<br />
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