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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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fue rápidamente aceptado. La Constitución, lo mismo que el Directorio se<br />

desvaneció ante <strong>las</strong> <strong>lanzas</strong> federales.<br />

La segunda exigencia consistía en la publicación de los documentos<br />

producidos por la diplomacia secreta del Congreso recién extinguido; este acto<br />

demostró que se había llegado a un acuerdo con los franceses para imponer en el<br />

Río de la Plata al príncipe de Luca, miembro de la Casa de Borbón y cuya corona<br />

estaría bajo el protectorado del Gobierno de Francia.<br />

El Tratado del Pilar suscrito el 26 de febrero del año 1820, por los<br />

gobernadores de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, entre una nube de <strong>lanzas</strong>,<br />

establecía, además, la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Esta última<br />

era una reivindicación fundamental para los caudillos litorales, obligados a destruir<br />

por la fuerza de <strong>las</strong> armas el monopolio porteño del gran río.<br />

Un historiador adversario ha dejado un evocador testimonio de ese instante<br />

de la vida argentina:<br />

Después del tratado, Sarratea se permitió volver a Buenos Aires<br />

acompañado de Ramírez, de López y Carrera y de numerosas<br />

escoltas de hombres desaliñados, vestidos de bombachas y ponchos<br />

sin que pudiera distinguirse quiénes eran jefes y quienes soldados.<br />

Toda esta chusma ató los redomones en <strong>las</strong> verjas de la Pirámide y<br />

subió al Cabildo de Mayo donde se les había preparado un refresco<br />

de beberaje en festejo de la paz. Fácil es conjeturar la indignación<br />

y la ira del vecindario al verse reducido a soportar tamañas<br />

vergüenzas y humillaciones 17 .<br />

Pero el Tratado del Pilar desató <strong>las</strong> pasiones del localismo porteño. Sumida<br />

en el más espantoso desorden, la ciudad fue teatro de <strong>las</strong> disputas de todas <strong>las</strong><br />

facciones por el poder. En un mismo día se sucedieron tres gobernadores;<br />

ganaderos, comerciantes y militares discutieron ásperamente la situación creada<br />

por la montonera. ¿Transigir con ella, cumplir el convenio del Pilar? ¡Qué locura!<br />

¿Abrir el río a esa plebe andrajosa? ¿Qué político porteño podría ser tan<br />

insensato? 18 .<br />

En los círculos áulicos de la burguesía portuaria, sin embargo, sabíase que<br />

<strong>las</strong> concesiones de Sarratea, inaceptables para Buenos Aires, no habrían de<br />

cumplirse. El Tratado del Pilar, por el contrario constituía una puñalada en la<br />

espalda de Artigas.<br />

82 | JORGE ABELARDO RAMOS

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