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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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Uno me respondió, gravemente, que los días eran demasiado<br />

largos; y el otro, que por ser demasiado pobre 66 .<br />

Hasta que la Revolución de Mayo conmueve toda la estructura tradicional,<br />

el gauchaje había vivido bajo la divisa: «la pampa y <strong>las</strong> vacas para todos». La<br />

propiedad privada no tenía en los campos de Buenos Aires fronteras muy precisas;<br />

<strong>las</strong> alambradas no existían y la posesión efectiva de los ganados, aunque pertenecían<br />

a dueños nominales cuyos títulos eran herencia de viejos privilegios reales, rara<br />

vez se alcanzaba plenamente67 .<br />

En estas condiciones, el gaucho era el señor de la pampa; desjarretaba una<br />

vaca cuando tenía hambre, vendía su cuero en la pulpería más próxima o lo<br />

cambiaba por los más indispensables artículos de consumo, sus «vicios».<br />

Los más civilizados de estos seminómades se empleaban temporariamente<br />

en la yerra o esquila de <strong>las</strong> estancias o se dedicaban al contrabando. Concluida<br />

esa faena de ocasión, el gaucho siempre tenía a su inmediato alcance la carne<br />

asegurada, la pampa y su aventura oceánica.<br />

El comercio libre destruyó el viejo estilo de vida del gauchaje. Miles de<br />

gauchos dedicados al contrabando fueron anonadados por el nuevo régimen legal.<br />

La dorada edad del cuero también tocaba a su fin. El desarrollo de la industria<br />

saladeril, que se expandió poderosamente con <strong>las</strong> facilidades de exportación,<br />

transformó a la carne vacuna en la parte más preciada del animal. La norma<br />

tradicional de sacrificar vacas libremente fue quebrantada; si antes de la Revolución<br />

el gaucho carneaba una vaca para comer y sólo existía la obligación tácita de<br />

entregar su cuero al propietario, la comercialización más completa del vacuno<br />

acarreó la situación que Juan Álvarez define así:<br />

trabajar algunos meses en el saladero y comprar la carne que<br />

se pudiese, al precio pagado por los consumidores del extranjero 68 .<br />

El criollo pampeano se sintió acorralado por el hambre. El gobierno de<br />

Buenos Aires, cuyos descendientes históricos, como Güiraldes, escribirían un siglo<br />

después, desde París, sutiles evocaciones del gauchaje, dictó un decreto en 1812<br />

declarando libre de derechos la exportación de carnes; simultáneamente fijaba un<br />

impuesto del 20% a la que se consumiese en el mercado interno. Una política<br />

semejante, que estrangulaba a los gauchos, no podía imponerse sin una acción<br />

represiva.<br />

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 39

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