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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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en el país, aunque sin comprenderlo del todo. En ese cuadro nació la generación<br />

de Mayo, tan halagada como incomprendida por la posteridad.<br />

Algunas familias porteñas se habían emparentado después de <strong>las</strong> invasiones<br />

inglesas con oficiales británicos, anclados definitivamente en el Río de la Plata. La<br />

afición por los extranjeros rubios estaba muy difundida en esa aristocracia mercantil<br />

de Buenos Aires, como la llamaría Rosas, cuyos intereses se fundían muy<br />

naturalmente con la metrópoli inglesa 55 . Un autor evocará algunos de los salones<br />

de la época, presididos por <strong>las</strong> bellezas en boga. La señorita Melchora Sarratea<br />

«estaba tan bien enterada de los asuntos públicos y privados», que era «tenida<br />

corno entusiasta partidaria de los «whigs»», el partido político liberal de <strong>las</strong> Is<strong>las</strong><br />

Británicas. Como se ve, la señora Victoria Ocampo ha tenido distinguidas<br />

predecesoras. Ana Riglos, por su parte, perteneciente a la familia de don Miguel<br />

de Riglos, llamado «lord inglés» por sus amigos<br />

era siempre la más cortejada en la tertulia y la más querida<br />

por la mayoría de los marinos ingleses. Pero, nadie manejó los<br />

negocios de Downing Street con mayor suceso y brillantez que lo<br />

hiciera Mariquita Sánchez, ejerciendo su diplomacia femenil en su<br />

espléndida mansión solariega en la calle Empedrados.<br />

La Aduana ya daba varios millones de pesos en concepto de pagos de<br />

derechos. La c<strong>las</strong>e comercial de Buenos Aires se capitalizaba rápidamente y nuevos<br />

refinamientos aparecían en la ciudad pampeana, que se elevaba como un faro de<br />

civilización a un paso del salvaje. Pianos y armonios ingleses se instalaban en los<br />

salones y animaban <strong>las</strong> tertulias. «Los ainglesados» formaban legión, <strong>las</strong> modas<br />

inglesas imperaban. Se bailaba mucho y bien: el minué, la contradanza española,<br />

la contradanza francesa, y también el cielito y la montonera. En los comedores y<br />

dormitorios aparecían lámparas con caireles de cristal de roca; <strong>las</strong> niñas se<br />

perfumaban con el agua de Murray y en los saraos se servían <strong>las</strong> comidas criol<strong>las</strong><br />

en vajilla de oro China 56 . Los tenderos refinaban sus gustos.<br />

Pero mientras la política librecambista enriquecía a Buenos Aires, arruinaba<br />

el interior del país; entretanto se abría un abismo entre la capital y <strong>las</strong> provincias.<br />

Si Buenos Aires, Montevideo, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes tenían costas<br />

marítimas o fluviales y productos para la exportación (cueros, tasajos, lanas), <strong>las</strong><br />

provincias mediterráneas vivían únicamente de los recursos del mercado interno y<br />

de sus industrias territoriales, nacidas de la insuficiencia industrial española, que<br />

nunca había podido abastecer a <strong>las</strong> colonias americanas. Como el monopolio<br />

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 33

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