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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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sectores feudales más reaccionarios de la España negra. Este compromiso se verificó<br />

a costa del desarrollo industrial y de la emancipación espiritual del país18 .<br />

Al ingresar en el siglo XIX, España estaba gobernada por Carlos IV, un<br />

Borbón, vástago irresoluto de aquel Carlos III que rodeado de un puñado de<br />

brillantes estadistas había intentado contagiar a España el espíritu de modernidad<br />

que soplaba desde la Francia revolucionaria. El régimen de los Borbones será<br />

conocido como el régimen del «despotismo ilustrado» 19 . Este sistema respondía<br />

en cierto modo a la peculiar situación española: <strong>las</strong> ideas más avanzadas del siglo,<br />

que eran <strong>las</strong> liberales, cundían por todas partes y penetraban en todas <strong>las</strong> esferas;<br />

pero en España el predominio social de los nobles y la gravitación de la Iglesia<br />

constituían poderosos obstáculos. Como la postración general del país exigía sin<br />

embargo la adopción de una política burguesa (desarrollo de la industria, educación<br />

común, preparación de técnicos, investigación científica, etc.), la burocracia<br />

borbónica se hizo intérprete de esa necesidad. En sus grandes estadistas –el Conde<br />

Aranda, Floridablanca, Campomanes, Jovellanos– se refugió el pensamiento<br />

moderno. «Todo para el pueblo sin el pueblo «, tal era la divisa de estos aristócratas<br />

volterianos, escépticos en el credo y crédulos en la ciencia, amigos de los príncipes<br />

ilustrados, protectores de <strong>las</strong> artes y <strong>las</strong> industrias, voraces lectores: una restringida<br />

posibilidad que la historia acordó a la España decadente para remontar su curso20 .<br />

El despotismo ilustrado pretendía «aburguesar» el país desde arriba, sin<br />

democratizar desde la raíz la vieja estructura; en esa limitación, impuesta por la<br />

debilidad de la burguesía, la hostilidad de la Iglesia y la indigencia social del país,<br />

yacía el secreto de su fracaso. Hasta <strong>las</strong> tierras americanas llegó la influencia<br />

espiritual de estos borbónicos que eran la versión monárquica y absolutista del<br />

progreso de la época. Si en España el Marqués de Esquilache hacía acortar <strong>las</strong><br />

capas raídas del ejército de mendigos y ordenaba a sus tropas cortar <strong>las</strong> barbas y<br />

los cabellos a esa corte de los milagros que constituía el abismo social de Madrid,<br />

enviaba a <strong>las</strong> Indias los virreyes más emprendedores, como Vértiz; hecho<br />

simbólico, Vértiz, discípulo de Campomanes, creó el Colegio de Humanidades<br />

en Buenos Aires y el alumbrado público, que había costado en la capital de España<br />

una sublevación del pueblo más atrasado incitado por los frailes21 .<br />

El comercio libre con todos los puertos de España y América es obra de la<br />

era borbónica, del mismo modo que la protección de <strong>las</strong> industrias autóctonas.<br />

Sólo la energía indomable del gran rey pudo imponer <strong>las</strong> numerosas medidas de<br />

modernización en España, entre otras, la expulsión general de los jesuitas, el ejército<br />

civil más perspicaz y temible del Vaticano22 . Así como la Compañía de Jesús<br />

constituía el partido ilegal del Papado en su lucha contra el protestantismo, la<br />

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 21

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