Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos
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movilización de <strong>las</strong> fuerzas militares de la Provincia alarmó a Derqui. Buenos<br />
Aires utilizaba los recursos aduaneros de todos los argentinos para resistir a la<br />
voluntad nacional 53 .<br />
<strong>Las</strong> armas estaban desenfundadas; Urquiza, de mala gana, debió ponerse a<br />
la cabeza del Ejército Nacional. En una postrera y desesperada tentativa para<br />
evitar un choque con Buenos Aires, la Confederación propuso el nombramiento<br />
de una comisión negociadora. Sus miembros se reunieron en Santa Fe, a bordo<br />
de un buque de guerra británico. Estos ingleses no han faltado nunca en nuestras<br />
horas decisivas. Los delegados de Buenos Aires propusieron condiciones<br />
inaceptables, donde se evidenciaba la avidez mercantil de sus mandantes.<br />
La provincia separatista proponía permanecer independiente durante cuatro años,<br />
al cabo de los cuales se gestionaría su incorporación a la Confederación. Al mismo<br />
tiempo, proponía que la aduana quedara en poder de Buenos Aires, que subvencionaría<br />
a su vez a la República con 750.000 pesos mensuales. A cambio de los recursos<br />
totales del pueblo argentino, que Buenos Aires ilegalmente retenía, los mercaderes<br />
ofrecían una limosna para el rancherío provinciano. Aquí quedaba al desnudo, bajo<br />
una potente luz, toda la política de Mitre y su grupo. Pelliza lo enjuició claramente en su<br />
«Historia»: «Buenos Aires buscaba un pretexto para declarar la guerra».<br />
Los acontecimientos se desencadenaron. Los dos ejércitos se pusieron en<br />
marcha. Mientras Derqui giraba en el vacío, haciendo de presidente sin dinero, ni<br />
tropas, ni capital propia, Urquiza marchaba a la batalla disgustado, fuera de su<br />
cauce, pensando que una victoria decisiva en Pavón fortalecería el poder nacional<br />
de Derqui y sus cordobeses. Ap<strong>las</strong>tar a Buenos Aires en ese minuto cardinal era<br />
plantear una política argentina de gran vuelo.<br />
Pero el ganadero entrerriano, un hombre del Litoral, acariciado por la idea<br />
de la agricultura, de <strong>las</strong> colonias gringas, de la exportación saladeril, fatigado de la<br />
guerra, no expresaba sino <strong>las</strong> limitaciones de su propia c<strong>las</strong>e librecambista. La<br />
abulia de Estanislao López se reencarnaba en Urquiza. El enorme peso de Europa<br />
decidió toda la cuestión. Pavón demostró que Urquiza llevaba la muerte en el<br />
alma. No quiso luchar: esto no impidió a su poderosa caballería arrollar a Mitre<br />
que, según Carlos D’Amico –ex gobernador de la provincia de Buenos Aires–<br />
«nunca sabía que hacer en el campo de batalla». El coronel López Jordán ascendido<br />
por Derqui a General en el terreno de la lucha –creía ya en la victoria cuando<br />
advirtió que su General en Jefe se retiraba del combate. Urquiza se fue de Pavón<br />
«al tranco», dejando a Mitre persuadido de su propia derrota y en la más completa<br />
confusión. Sólo después de varios días advirtió Mitre que Pavón significaba la<br />
victoria de Buenos Aires y un trágico descalabro argentino. Durante mucho tiempo<br />
pagó el país la traición de Urquiza a la causa nacional de Derqui.<br />
REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 197