Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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07.05.2013 Views

verdaderos artífices de la maniobra de soborno a Coe, sabrían disimular entre el papelerío de la historia oficial su participación en la política corruptora 31 . Las fuerzas del Coronel Lagos, por su parte, se descomponían rápidamente: el Congreso reunido en Santa Fe terminaba de federalizar la ciudad de Buenos Aires. Los jefes y oficiales del ejército de Lagos sintieron despertar una vez más su pasión localista y comenzaron a pasarse a la ciudad sitiada. Eran porteños y en ese tiempo pesaba más en su ánimo la ciudad que el país. Las trece provincias representadas en el Congreso de Santa Fe habían jurado la Constitución Nacional y elegido a Urquiza como primer presidente de los argentinos. Ante la negativa de Buenos Aires de ceder la capital, el gobierno de la Confederación fijó su sede en la ciudad de Paraná 32 . Sería la capital más pobre que pueda imaginarse, sin recursos ni para pagar embajadores en el extranjero. Buenos Aires, en cambio, succionando la savia nacional a través de su monopolio portuario, enviaría varios agentes diplomáticos a Europa para gestionar su reconocimiento. En 1854 Buenos Aires se daba su propia Constitución y se organizaba como Estado independiente. Mientras tanto, la burguesía comercial del Puerto no perdía tiempo. Cinco meses después de desconocer la Constitución Nacional jurada en Santa Fe, la Legislatura del Estado de Buenos Aires se sumergía en un debate sobre la política económica que debía adoptar la provincia nación. En esta discusión pudo advertirse que todos los legisladores, fueran de origen unitario o rosista, estaban en perfecto acuerdo para rechazar la idea misma de una industria argentina. En consecuencia, la tarifa de avalúos aduanera debía tener aforos bajos, con fines exclusivamente fiscales. El debate es ilustrativo. El antiguo legislador rosista Lorenzo Torres, dirá lo siguiente: En el país no hay fábricas sino talleres en que los trabajadores alcanzarán si se quiere 500 hombres, y no es justo, por beneficiar a estos pocos, perjudicar a toda la población, haciendo que el pueblo todo compre más caro, lo que abriendo los puertos tendría más barato; los expresados talleres nada adelantan, pues están como ahora veinte años 33. Así opinaba el porteño federal y con él coincidía Mitre, porteño unitario: El sistema de protección es un terreno falso, en Inglaterra se creía que el aceite sería sustituido con el gas, y sin embargo se vio 184 | JORGE ABELARDO RAMOS

que aumentó su valor, así también con la baja de los derechos no disminuirá la renta 34 . El legislador Mitre no quería dejar dudas sobre su pensamiento. Para la burguesía intermediaria, todo el sistema de aforos debía subsistir en su expresión mínima como fuente de ingresos gubernamentales y jamás como propulsor de la industria nacional: La Aduana no es instrumento de protección, sino fuente de rentas 35 . El debate concluyó con la aprobación de un proyecto de Anchorena –el apellido secular de los vacunos–, por el cual pagarían un 15 % de derechos los tejidos de lana, hilo y algodón, las obras de madera, de metales, el papel de todas clases, incluso el de imprenta, utensilios e instrumentos de ciencias y artes, las drogas y todos los demás artículos no comprendidos en las disposiciones de esa ley de Aduanas. De «jure» quedaba derogada la ley de aduanas promulgada en 1835 y que Rosas había derogado en los hechos en 1841. Se iniciaba una era de librecambismo total. El ministro de Hacienda formuló algunas tímidas observaciones sobre la necesidad de proteger algunas industrias locales, ni siquiera nacionales sino porteñas. Pero los abogados y estancieros de la Sala rechazaron, como puede verse, esa inicua pretensión. Con su estilo curialesco, Vélez Sarsfield decía: Deben seguirse los principios fijos cuales los tienen la ciencia económica: jamás se traerá más de lo que podemos comprar, es imposible proteger a los pocos según se quiera, sin dañar a los otros, que son los más. Este reciente ganadero agregaba en la sesión del 7 de noviembre: En Inglaterra la protección es a la propiedad territorial, punto que allí es muy atendido. Entre nosotros, si hay especialidades que deben consultarse, pues no merece protección el trigo. En nuestros campos el pasto es abundante, pero no hay árboles, que es lo que REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 185

verdaderos artífices de la maniobra de soborno a Coe, sabrían disimular entre el<br />

papelerío de la historia oficial su participación en la política corruptora 31 .<br />

<strong>Las</strong> fuerzas del Coronel Lagos, por su parte, se descomponían rápidamente:<br />

el Congreso reunido en Santa Fe terminaba de federalizar la ciudad de Buenos<br />

Aires. Los jefes y oficiales del ejército de Lagos sintieron despertar una vez más<br />

su pasión localista y comenzaron a pasarse a la ciudad sitiada. Eran porteños y en<br />

ese tiempo pesaba más en su ánimo la ciudad que el país.<br />

<strong>Las</strong> trece provincias representadas en el Congreso de Santa Fe habían jurado<br />

la Constitución Nacional y elegido a Urquiza como primer presidente de los<br />

argentinos. Ante la negativa de Buenos Aires de ceder la capital, el gobierno de la<br />

Confederación fijó su sede en la ciudad de Paraná 32 .<br />

Sería la capital más pobre que pueda imaginarse, sin recursos ni para pagar<br />

embajadores en el extranjero. Buenos Aires, en cambio, succionando la savia<br />

nacional a través de su monopolio portuario, enviaría varios agentes diplomáticos<br />

a Europa para gestionar su reconocimiento. En 1854 Buenos Aires se daba su<br />

propia Constitución y se organizaba como Estado independiente.<br />

Mientras tanto, la burguesía comercial del Puerto no perdía tiempo. Cinco<br />

meses después de desconocer la Constitución Nacional jurada en Santa Fe, la<br />

Legislatura del Estado de Buenos Aires se sumergía en un debate sobre la política<br />

económica que debía adoptar la provincia nación. En esta discusión pudo advertirse<br />

que todos los legisladores, fueran de origen unitario o rosista, estaban en perfecto<br />

acuerdo para rechazar la idea misma de una industria argentina. En consecuencia,<br />

la tarifa de avalúos aduanera debía tener aforos bajos, con fines exclusivamente<br />

fiscales. El debate es ilustrativo. El antiguo legislador rosista Lorenzo Torres, dirá<br />

lo siguiente:<br />

En el país no hay fábricas sino talleres en que los trabajadores<br />

alcanzarán si se quiere 500 hombres, y no es justo, por beneficiar<br />

a estos pocos, perjudicar a toda la población, haciendo que el<br />

pueblo todo compre más caro, lo que abriendo los puertos tendría<br />

más barato; los expresados talleres nada adelantan, pues están como<br />

ahora veinte años 33.<br />

Así opinaba el porteño federal y con él coincidía Mitre, porteño unitario:<br />

El sistema de protección es un terreno falso, en Inglaterra se<br />

creía que el aceite sería sustituido con el gas, y sin embargo se vio<br />

184 | JORGE ABELARDO RAMOS

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