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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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inmediato. Toda la emigración unitaria y los jóvenes de Mayo, que ya no eran tan<br />

jóvenes, estaban de regreso. Muchos volvían sin haber olvidado ni aprendido<br />

nada. Inmediatamente se produjo un reagrupamiento en <strong>las</strong> fuerzas de Buenos<br />

Aires. Caído el poder centralizador de Rosas, un sector importante del rosismo<br />

porteño advirtió sin esfuerzo que sus divergencias con los unitarios eran<br />

circunstanciales, mientras que la contradicción con Urquiza (en tanto que representante<br />

de <strong>las</strong> provincias) era fundamental.<br />

El localismo porteño fue el gran factor que superó todas <strong>las</strong> diferencias del<br />

pasado. Se trataba de perpetuar la supremacía del puerto sobre los «trece ranchos»,<br />

espejo del pobrerío argentino. Los diarios porteños, con admirable facilidad,<br />

cambiaron de frente en una noche. El antiguo órgano rosista «Agente Comercial»<br />

reapareció bajo un nuevo título: «Los Debates», bajo la dirección del joven coronel<br />

Mitre, furiosamente antirrosista y protoporteño. A su vez, el «Diario de la tarde»<br />

pasó a ser dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield, tan famoso en su calidad de<br />

contertulio de Palermo, como lo sería más tarde por el Código Civil y por su<br />

aptitud sobrenatural para adaptarse a todos los gobiernos y sobrenadar<br />

victoriosamente todas <strong>las</strong> borrascas. Por supuesto, el viejo rosista y cordobés<br />

Vélez, entregado definitivamente a los porteños, también tomaría bajo su defensa<br />

la causa de Buenos Aires contra el país.<br />

En sus «Memorias de un viejo», don Vicente G. Quesada escribe: «Los<br />

unitarios, los emigrados y los rosistas, se unieron contra el vencedor de Caseros» 10 .<br />

La mayoría de los porteños, –rosistas o unitarios– formaron un frente contra<br />

Urquiza. La razón era bien simple. Si el caudillo entrerriano encarnaba los intereses<br />

del Litoral, y reclamaba sobre todo la libre navegación de los ríos y la abolición de<br />

<strong>las</strong> restricciones de Rosas que afectaban particularmente a su provincia, la<br />

desaparición de Rosas movía a <strong>las</strong> provincias mediterráneas a cerrar fi<strong>las</strong> en torno<br />

a Urquiza, pero siguiendo objetivos de amplio interés argentino. Para contar con<br />

el apoyo mediterráneo en <strong>las</strong> reivindicaciones del Litoral, Urquiza debía hacerse<br />

intérprete en parte, de aspiraciones nacionales. Así, la gran cuestión cuyo planteo<br />

temían los porteños ante la presencia dominadora de Urquiza, era la Aduana<br />

porteña, el Tesoro Público y la ciudad puerto. He ahí que cada paso dado por el<br />

vencedor con un sentido nacional despertara la desconfianza y la suspicacia de la<br />

ciudad portuaria. No olvidará el lector que la Aduana no sólo daba a Buenos<br />

Aires el irritante privilegio de origen real, expresado en una prosperidad y una<br />

cultura desconocidas para todo el resto del territorio argentino, sino que brindaba<br />

a sus gobernantes la posibilidad de defender ese privilegio con la organización de<br />

ejércitos de línea. Buenos Aires era, y lo sería por mucho tiempo, el principal foco<br />

antinacional del país.<br />

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 177

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