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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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47 BURGUIN, ob. cit., p. 314: «En los asuntos que afectaban al ‘status’ económico de <strong>las</strong><br />

provincias los actos del gobierno de Buenos Aires no eran diferentes de los que haría un gobierno<br />

unitario. En realidad Rosas era mucho más peligroso que Rivadavia, porque, a diferencia de este<br />

último, poseía los recursos políticos y materiales necesarios para imponer la voluntad de Buenos<br />

Aires, y mientras la hegemonía política y económica de Buenos Aires siguiera siendo indiscutida <strong>las</strong><br />

provincias no podrían esperar ninguna concesión de la administración porteña».<br />

48 LUIS ALBERTO DE HERRERA: La clausura de los ríos, p. 7, Tomo IV, Montevideo, 1920.<br />

49 PALMA, ob. cit., p. 47. Se trata de una carta de Leiva dirigida a don Tadeo Acuña, ministro de<br />

Catamarca. Esta carta cayó en poder de Quiroga, quien la remitió a Rosas. ¡Buena lanza y mala<br />

cabeza! Ya tendría Facundo que arrepentirse por sus concesiones hacia Buenos Aires.<br />

50 HORACIO C. E. GIBERTI: Historia económica de la ganadería argentina, p. 139, Ed. Hachette,<br />

Buenos Aires, 1961.<br />

51 Ibíd., p. 140.<br />

52 MANUEL E MACCHI: Urquiza, última etapa, p. 46, Ed. Castellvi, Santa Fe, 1954.<br />

53 BURGUIN, ob. cit., p. 166: «El aislamiento, lejos de vigorizar la situación económica de <strong>las</strong><br />

provincias, intensificó la dependencia de Buenos Aires. Quizá por esta razón más que por ninguna<br />

otra querían <strong>las</strong> provincias terminar la organización nacional de un modo que les garantizara la<br />

autonomía económica y política y estabilizara al mismo tiempo <strong>las</strong> relaciones económicas<br />

interprovinciales».<br />

54 V, JOSÉ MARIA JURADO, La estancia en Buenos Aires, cit. por Gibertí, ob. cit., p. 153.<br />

55 MANUEL LEIVA, Cit. Herrera, p. 79: «Temen la constitución como si viesen estrellarse en ella<br />

y desaparecer sus antiguos planes de usurpación. Resisten la franqueza de los puertos, para que<br />

siendo uno el depósito general del tesoro, los demás pueblos, sumidos en la indigencia y la miseria,<br />

dependan de aquel y nada puedan por sí».<br />

56 GALVEZ: Vida de Sarmiento, p. 164, Ed. Tor, Buenos Aires, 1952; LUIS ALBERTO DE HERRERA:<br />

La seudo historia para el delfín, p. 22. T. II, Montevideo, 1947.<br />

57 HERRERA, «Buenos Aires, Urquiza y el Uruguay», p. 269, Montevideo.<br />

58 V. JORGE M. MAYER, «Alberdi y su tiempo», p. 400, Ed, Eudeba, 1963.<br />

59 V. BURGUIN, ob. cit., p. 359 «Ocho días después de la batalla de Caseros, Vicente López,<br />

gobernador provisional de Buenos, se refirió al caído dictador llamándolo el salvaje unitario Juan<br />

Manuel de Rosas. El epíteto no estaba del todo injustificado, porque en cierto sentido Rosas y el<br />

federalismo se habían divorciado mucho antes de Caseros».<br />

60 La coalición antirrosista de Caseros, que se disuelve inmediatamente después de la victoria,<br />

se fundaba en razones económicas evidentes. El cierre de los ríos, «afectaba por igual a <strong>las</strong> provincias<br />

mesopotámicas, a los saladeros ubicados sobre la margen oriental del río Uruguay, a <strong>las</strong> exportaciones<br />

de tabaco y yerba paraguaya, a los envíos de maderas y frutos brasileños y a <strong>las</strong> importaciones<br />

efectuadas por todas esas regiones». Cuando el revisionismo habla de un Urquiza «vendido al oro<br />

brasileño», reduciendo así la magna cuestión a la avidez del estanciero entrerriano, olvida que el litoral<br />

argentino, la Banda Oriental, el Paraguay enclaustrado y el Brasil cabalgaron en Caseros contra el<br />

Puerto de Buenos Aires, patrón del río maestro. Conf. GIBERTI ob. cit., p. 140.<br />

172 | JORGE ABELARDO RAMOS

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