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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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parte, ha pretendido ennoblecer la significación de Rosas. Así se lo transforma en<br />

un patriota beato y duro, para emplearlo en <strong>las</strong> luchas políticas del presente. Es<br />

aquí donde se impone diferenciar de una manera tajante a Rosas como criatura<br />

histórica del pasado argentino, que exige un análisis objetivo, del «rosismo», en<br />

tanto es un movimiento ideológico con implicaciones políticas actuales. En el<br />

capítulo consagrado a estudiar «La década infame» (1930 943), dedicaremos un<br />

intermedio a la evaluación del «rosismo» como tendencia política 13 .<br />

La ley de aduana y la ausencia de una política dinámica<br />

La inauguración de la política librecambista en Buenos Aires no pertenece al<br />

año 10, sino al año 11, no a Moreno, sino a Rivadavia, importador y eminencia<br />

gris de los triunviros. El segundo gobierno de Rosas, iniciado en 1835, imprime un<br />

profundo viraje a la estrategia bonaerense frente al interior nacionalista. No había<br />

otra salida, por otra parte, si es que los hacendados de Buenos Aires querían<br />

evitar una nueva oleada de caudillos y montoneros sobre la orgullosa ciudad.<br />

Como Rosas expresaba en cierto modo una tendencia nacional –sobre todo<br />

en relación con el unitarismo ciego y colonialista– el odio faccioso ha llegado a<br />

negar, en nuestros días, la función desempeñada por la Ley de Aduana de 1835.<br />

Por ignorancia pura y por un sospechoso antirrosismo, argúyese que dicha ley -<br />

dictada por Rosas y que siendo forzosamente emanada de la Legislatura<br />

bonaerense tenía, sin embargo, alcances nacionales- no beneficiaba sino a los<br />

artesanos de la provincia de Buenos Aires, descuidando el florecimiento de <strong>las</strong><br />

industrias artesanales del interior.<br />

Recaemos aquí en uno de esos casos de «antirrosismo» cipayo, tanto o más<br />

pernicioso que el «rosismo» idolátrico del nacionalismo clerical. La verdad es que<br />

la mencionada Ley de Aduana expresa uno de los más interesantes aspectos de la<br />

política rosista.<br />

Rosas comprendió –escribe Juan Alvarez– que no era posible<br />

limitar a los estancieros la protección oficial y en su mensaje de<br />

1835 hizo público que la nueva Ley de Aduana tenía por objeto<br />

amparar la agricultura y la industria fabril, porque la c<strong>las</strong>e media<br />

del país, por falta de capitales no podía dedicarse a la ganadería,<br />

en tanto que la concurrencia del producto extranjero le cerraba los<br />

148 | JORGE ABELARDO RAMOS

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