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Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos

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de los medios de producción, tradición española, vinculación estrecha a la pampa,<br />

relación con el extranjero en condición de socio menor, no de mero instrumento.<br />

Tales elementos sociales y psicológicos de los ganaderos en tiempos de<br />

Rosas, se combinaban con un porteñismo exclusivista y un acentuado odio<br />

oligárquico frente a <strong>las</strong> provincias. Esto último ha predominado históricaniente<br />

sobre aquel «nacionalismo defensivo». En una carta a Rosas, su primo y mentor<br />

Tomás de Anchorena, le decía el 4 de diciembre de 1846: En 1814 en el<br />

común del pueblo (del interior) más que odio a Buenos Aires<br />

había espíritu de desunión en cada pueblo respecto de los demás,<br />

un egoísmo el más completo para no contribuir a la guerra y sostén<br />

de nuestra independencia, que todas, todas querían se hiciese en<br />

contra de Buenos Aires y el efecto era que todos pedían congreso<br />

general, que también debía costearlo sólo Buenos Aires porque él<br />

sólo era o debía ser, como dijo un diputado en el Congreso de<br />

Tucumán que creo fue el doctor Araoz, la vaca lechera de toda la<br />

república, entretanto que otro diputado cuico de Chuquisaca dijo<br />

en Congreso, que era un andrajoso sucio con el que ningún pueblo<br />

se quería vestir. Entonces el que un porteño hab<strong>las</strong>e de federación<br />

era un crimen. A mí me miraban algunos diputados, cuicos y<br />

provincianos con gran prevención, porque algunas veces les llegué<br />

a indicar que sería el partido que tendría al fin que tomar Buenos<br />

Aires para preservarse de <strong>las</strong> funestas consecuencias a que lo<br />

exponía esa enemistad que manifestaban contra él 12 .<br />

El amable Anchorena llamaba «cuicos», o sea monos, a los diputados<br />

aindiados, o sea criollos.<br />

La profunda desfiguración que los vencedores de Caseros imprimieron a<br />

nuestra historia hizo de Rosas un monstruo ávido de sangre y sediento de exterminio.<br />

Contemporáneamente, la influencia imperialista en la cultura argentina aniquiló<br />

toda posibilidad de examinar nuestro pasado bajo un punto de vista nacional.<br />

Digamos de paso, que la palabra nacional o nacionalismo, ha llegado a ser execrada<br />

por el intelectual cipayo, que influye en el pequeño burgués de Buenos Aires, de<br />

manera hasta hoy decisiva. La sola mención de Rosas exalta sus sentimientos<br />

dramáticos. El imperialismo se ha cuidado de mantener despierto el odio a esa<br />

figura, en la medida que encarnó en muchos momentos de hace cien años la<br />

voluntad de resistencia nacional a <strong>las</strong> potencias extranjeras. El «rosismo», por su<br />

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 147

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