Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos
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Los Unitarios y el crimen de Navarro<br />
El 1º de diciembre de 1828 llegaba a Buenos Aires una división del ejército<br />
de la campaña del Brasil, al mando del general Juan Lavalle. Era Lavalle un bravo<br />
de palabra fácil, «cabeza alocada», según San Martín, un soldado embriagado de<br />
coraje; su arrojo era tan legendario como su falta de equilibrio intelectual. No fue<br />
difícil al núcleo doctoral de los rivadavianos, recién expulsados del gobierno, seducir<br />
el espíritu del fogoso general porteño. Los del Carril, los Agüero, los Valentín<br />
Gómez –ese grupo, severo, sombrío y libresco– conocían <strong>las</strong> fibras vulnerables<br />
de Lavalle y fue bastante simple persuadirlo de que todos los horrores y culpas de<br />
la anarquía tenían como responsable a Dorrego, ese demagogo amigo de la chusma<br />
que tendía su mano a la montonera bárbara. Lavalle no quiso oír más. Con su<br />
división de veteranos volteó al Gobernador de la Provincia, lo persiguió en los<br />
campos de Navarro y lo hizo prisionero.<br />
Sin perder un minuto, la secta rivadaviana, conspirando en la ciudad para reconquistar<br />
el poder, le escribe dos cartas a Lavalle, que meditaba vacilante, en su tienda de campaña,<br />
sobre la suerte del Gobernador. Una de el<strong>las</strong> la firma Juan Cruz Varela:<br />
después de la sangre que se ha derramado en Navarro, el proceso<br />
del que la ha hecho correr, está formado; ésta es la opinión de<br />
todos sus amigos de usted, esto será lo que decida la revolución;<br />
sobre todo si andamos a medias... en fin, usted piense que doscientos<br />
y más muertos y quinientos heridos deben hacer entender a usted<br />
cuál es su deber 45 .<br />
Salvador María del Carril, segundón de Rivadavia, sanjuanino de origen y<br />
porteño de adopción,<br />
carácter débil para los poderosos, petulante para los inferiores,<br />
infatuado en su valer, y desdeñoso del ajeno<br />
según cuenta en sus recuerdos Vicente G. Quesada, escribió la segunda<br />
carta a Lavalle. Impulsándolo a ejecutar a Dorrego, este hombre sinuoso decía en<br />
su misiva secreta<br />
que una revolución es un juego de azar en el que se gana<br />
hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de<br />
REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 121