Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos
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unitario Rodríguez, será porque confía en él para mantener alejados a los montoneros. Su vocación política despertará ante el fracaso de los rivadavianos, que al convertir al país en un tembladeral de lanzas, arriesgaban el todo por el todo. Los provincianos, frente a la persecución despiadada de Rivadavia (que más tarde consumaría Mitre), podrían unificarse y avanzar sobre Buenos Aires. Ante este peligro, los ganaderos se harán «federales» con Rosas. Al asumir el cargo de Gobernador de la Provincia, Dorrego dirige una circular a todas las provincias. En ella da cuenta de la experiencia catastrófica de la administración rivadaviana en los negocios nacionales. Inmediatamente los caudillos hicieron llegar su confianza a Dorrego, con excepción de Salta, donde se había refugiado el último pelotón unitario. El principal problema para el nuevo gobernador, que contaba con las simpatías nacionales, consistía en resolver la guerra con el Brasil. Se trataba de rematar las negociaciones diplomáticas que habían entrado en una «impasse» con el rechazo de Rivadavia de la incorporación de la Banda Oriental al Imperio Brasileño. Ya la diplomacia inglesa habíase lanzado febrilmente al asalto. Los antecedentes de Dorrego intranquilizaban al Foreing Office. Lord Ponsomby escribía a Dubley: Mi propósito es conseguir medios de impugnar al coronel Dorrego, si llega a la temeridad de insistir sobre la continuación de la guerra después de tener a su alcance los justos medios para hacer la paz 40 . El agente británico parecía estar muy bien informado no sólo de la decidida oposición de Dorrego a enajenar una de las Provincias Unidas a las intrigas inglesas, sino aun con respecto a la situación del Interior. El mismo Ponsomby escribe a Canning poco más tarde: Me parece que Dorrego será desposeído de su puesto y poder muy pronto. Sus amigos personales comienzan a abandonarlo. El partido opuesto a él parece esperar sólo noticias de Córdoba para proceder contra él 41 . Los ejércitos argentinos habían obtenido una rotunda victoria sobre el Imperio esclavista. Pero eran incapaces de seguir adelante, primero por inep- 118 | JORGE ABELARDO RAMOS
titud y hostilidad del Gobierno de Rivadavia hacia la guerra con el Brasil y luego por la falta de fondos del Gobierno de Dorrego. En ese momento, los ingleses presionaban simultáneamente a Dorrego y al Emperador del Brasil para encontrar en la independencia uruguaya una solución de transacción. Lord Ponsomby dice abiertamente a ese respecto: Es necesario que yo proceda sin un instante de demora y obligue a Dorrego, a despecho de sí mismo, a obrar en abierta contradicción con sus compromisos secretos con los conspiradores y consienta en hacer la paz con el Emperador... La mayor diligencia es necesaria... no sea que esta república democrática en la cual por su verdadera esencia no puede existir cosa semejante al honor, suponga que se pueda hallar en las nefastas intrigas de Dorrego medios de servir su avaricia y su ambición... 42 El cinismo de este bandolero de rapé, agente de un Imperio construido sobre la base del robo, la estafa y el crimen, no reconocía límites. En su notable estudio sobre la historia de la segregación del Uruguay, Raúl Scalabrini Ortiz nos cuenta de qué modo Dorrego se encontró paralizado por obra de los accionistas ingleses del Banco Nacional. (Nada menos que «nacional» se llamaba el banco manejado por Londres.) El infaltable Ponsomby informa con fruición el 5 de abril del año 1828: No vacilo en manifestar que yo creo que ahora el coronel Dorrego está obrando sinceramente a favor de la paz. Bastaría una sola razón para justificar mi opinión que a eso está forzado... Está forzado por la negativa de la Junta de facilitarle recursos, salvo para pagos mensuales de pequeñas sumas... y están forzados por la certidumbre de que si resisten a una paz honorable y ventajosa serán derrocados... 43 Ponsomby fue más lejos aún y desnudó cínicamente el fondo de su pensamiento. No sólo amenazó al gobernador de Buenos Aires. Anunció también la decisión británica de intervenir en América cuando le conviniera. Dorrego se había hecho aborrecible no sólo al partido rivadaviano y a REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 119
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titud y hostilidad del Gobierno de Rivadavia hacia la guerra con el Brasil y<br />
luego por la falta de fondos del Gobierno de Dorrego. En ese momento, los<br />
ingleses presionaban simultáneamente a Dorrego y al Emperador del Brasil<br />
para encontrar en la independencia uruguaya una solución de transacción.<br />
Lord Ponsomby dice abiertamente a ese respecto:<br />
Es necesario que yo proceda sin un instante de demora y<br />
obligue a Dorrego, a despecho de sí mismo, a obrar en abierta<br />
contradicción con sus compromisos secretos con los<br />
conspiradores y consienta en hacer la paz con el Emperador...<br />
La mayor diligencia es necesaria... no sea que esta república<br />
democrática en la cual por su verdadera esencia no puede existir<br />
cosa semejante al honor, suponga que se pueda hallar en <strong>las</strong><br />
nefastas intrigas de Dorrego medios de servir su avaricia y su<br />
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El cinismo de este bandolero de rapé, agente de un Imperio construido<br />
sobre la base del robo, la estafa y el crimen, no reconocía límites. En su<br />
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los accionistas ingleses del Banco Nacional. (Nada menos que «nacional» se<br />
llamaba el banco manejado por Londres.) El infaltable Ponsomby informa<br />
con fruición el 5 de abril del año 1828:<br />
No vacilo en manifestar que yo creo que ahora el coronel<br />
Dorrego está obrando sinceramente a favor de la paz. Bastaría<br />
una sola razón para justificar mi opinión que a eso está forzado...<br />
Está forzado por la negativa de la Junta de facilitarle recursos,<br />
salvo para pagos mensuales de pequeñas sumas... y están<br />
forzados por la certidumbre de que si resisten a una paz<br />
honorable y ventajosa serán derrocados... 43<br />
Ponsomby fue más lejos aún y desnudó cínicamente el fondo de su<br />
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