Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos
Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos Libro 1 - Las Masas y las lanzas - Jorge Abelardo Ramos
Las Heras consagró sus esfuerzos a preparar un ejército nacional. Recibió el apoyo entusiasta de todas las provincias, hartas de la guerra civil y deseosas de reconquistar para la antigua hermandad rioplatense la Banda Oriental, que a partir de la derrota de Artigas había quedado en manos del Imperio del Brasil. Mientras el gobernador Las Heras preparaba la guerra, el Congreso Constituyente residente en Buenos Aires y dominado por el grupo rivadaviano, cometía un crimen más contra la unidad política de las provincias unidas del Sur: por Ley del 9 de mayo de 1825 otorgaba a los encomenderos y propietarios de minas e indios de las provincias altoperuanas, la «soberanía» de dichas provincias, facultándoselas a constituirse en «Nación». Así se perdían las cuatro provincias del Alto Perú: La Paz, Chuquisaca, Potosí y Santa Cruz de la Sierra, por obra de la pérfida política centralista de la oligarquía portuaria. Al no incluir a las provincias altoperuanas en el seno de una política de integración nacional que contemplase sus intereses regionales, se produciría así otro acto debilitante de retracción y de autonomía seudonacional. La disgregación de las viejas colonias españolas en América proseguía. El factor desencadenante de la guerra con el Brasil fue la famosa expedición de los Treinta y Tres Orientales acaudillados por Lavalleja. Toda la simpatía del pueblo argentino acompañará esa aventura militar destinada a recoger en el seno de las Provincias Unidas del Río de la Plata a la Banda Oriental: Lavalleja barrió con los usurpadores y reunió el Congreso de Diputados en la Florida. El Congreso Oriental declaró solemnemente disueltos los vínculos con que el Imperio Brasileño había continuado la opresión portuguesa y reasumiendo la plenitud de sus derechos sancionó con fuerza de ley que la Provincia Oriental del Río de la Plata quedaba unida a las demás de este nombre en el territorio de Sudamérica por ser libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componían, manifestada por testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer periodo de la regeneración política de las Provincias Unidas 18 . Al mismo tiempo, la Banda Oriental enviaba como diputados al Congreso Nacional Constituyente de Buenos Aires, a don Tomás Javier Gomensoro y al Dr. don Manuel Moreno, hermano del revolucionario de Mayo. Pero la diplomacia inglesa, inseparable de nuestra historia visible e invisible, tenía las dos manos puestas en este negocio. La influencia secular que Gran Bretaña ha tenido sobre Portugal se transmitió luego a la política brasileña, que jugó siempre un papel de elemento 102 | JORGE ABELARDO RAMOS
divisionista frente a toda tentativa de unidad sudamericana. Pero en este caso, Gran Bretaña tampoco estaba dispuesta a permitir que Brasil, ya bajo su forma imperial o republicana, alcanzase una excesiva influencia en las costas del Atlántico, capaz de contrabalancear decisivamente el poder argentino. De ahí que el Foreing Office no contemplara con simpatía la integración de la Banda Oriental a la Argentina, o de la provincia Cisplatina al Imperio del Brasil. Era de vital importancia para la política británica apoyarse en un puerto rioplatense, que no fuera ni brasileño ni argentino, sino «independiente»; dicho en otras palabras, los ingleses deseaban contar en nuestro estuario con un Gibraltar sudamericano. La «soberanía» uruguaya sería contemporáneamente para el imperialismo, la más plena garantía de su dependencia real. Algunos historiadores han señalado que el apoyo otorgado por los ganaderos y comerciantes bonaerenses encabezados por los Anchorena, primos de Rosas, a la expedición de los Treinta y Tres Orientales, perseguía como objeto el de asociar algunos sectores de la Banda Oriental a los intereses de los saladeristas de la ciudad de Buenos Aires, tendiendo las líneas para enfrentar unidos al monopolio comprador europeo Lo que resulta indiscutible es que la guerra con el Imperio fue una guerra nacional en todas las provincias argentinas. Ni los historiadores reaccionarios han pretendido negar este hecho. Los gobernadores de las provincias se desprendían hasta de las tropas del cuartel que tenían a su servicio, como Bustos en Córdoba y Arenales en Salta; pero el partido unitario rivadaviano no veía en este conflicto sino el peligro de la formación de un Ejército Nacional que escapara al control de Buenos Aires y de los intereses a ella asociados. La fracción rivadaviana da un golpe de Estado Declarada la guerra, la política unitaria porteña consistiría en terminarla cuanto antes. En tales circunstancias Rivadavia regresó al país. Fue inmediatamente rodeado: había llegado el momento de inventar el «sillón de Rivadavia». Para mostrar hasta qué punto se ha falsificado nuestra historia, basta decir que Rivadavia se hizo Presidente mediante un golpe de Estado. La trama interior de ese golpe no puede ser más edificante. El gobierno de Las Heras era una conjunción de militares de la campaña de la Independencia y de hacendados bonaerenses. Por su carrera, su formación y su pasado, los militares de la Independencia como Las Heras tenían de la política una visión nacional y latinoamericana; los hacendados bonaerenses, por su parte, aunque vendían sus productos en los mercados exteriores, eran, en primer lugar, productores directos REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 103
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capaz de contrabalancear decisivamente el poder argentino. De ahí que el Foreing<br />
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Era de vital importancia para la política británica apoyarse en un puerto<br />
rioplatense, que no fuera ni brasileño ni argentino, sino «independiente»; dicho en<br />
otras palabras, los ingleses deseaban contar en nuestro estuario con un Gibraltar<br />
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imperialismo, la más plena garantía de su dependencia real.<br />
Algunos historiadores han señalado que el apoyo otorgado por los ganaderos<br />
y comerciantes bonaerenses encabezados por los Anchorena, primos de Rosas, a<br />
la expedición de los Treinta y Tres Orientales, perseguía como objeto el de asociar<br />
algunos sectores de la Banda Oriental a los intereses de los saladeristas de la<br />
ciudad de Buenos Aires, tendiendo <strong>las</strong> líneas para enfrentar unidos al monopolio<br />
comprador europeo Lo que resulta indiscutible es que la guerra con el Imperio fue<br />
una guerra nacional en todas <strong>las</strong> provincias argentinas. Ni los historiadores<br />
reaccionarios han pretendido negar este hecho. Los gobernadores de <strong>las</strong> provincias<br />
se desprendían hasta de <strong>las</strong> tropas del cuartel que tenían a su servicio, como<br />
Bustos en Córdoba y Arenales en Salta; pero el partido unitario rivadaviano no<br />
veía en este conflicto sino el peligro de la formación de un Ejército Nacional que<br />
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Declarada la guerra, la política unitaria porteña consistiría en terminarla cuanto<br />
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rodeado: había llegado el momento de inventar el «sillón de Rivadavia». Para<br />
mostrar hasta qué punto se ha falsificado nuestra historia, basta decir que Rivadavia<br />
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La trama interior de ese golpe no puede ser más edificante. El gobierno de<br />
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