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La fabulosa historia de los pelayos

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contamos, al no ser habituales <strong>de</strong> esos locales <strong>de</strong> juego, necesitaban <strong>de</strong> todas<br />

las tácticas necesarias para mantenerse el máximo <strong>de</strong> tiempo en cada casino hasta<br />

ser <strong>de</strong>scubiertos.<br />

Submarinos fueron Luis Mazarrasa, nuestro querido Manolo Sánchez Pernía y<br />

también muchas más personas que por un evi<strong>de</strong>nte criterio <strong>de</strong> buenos submarinistas<br />

no <strong>de</strong>ben citarse en este relato ya que, a pesar <strong>de</strong> que la industria <strong>de</strong>l juego ha<br />

conseguido frenar en gran medida nuestra actividad ruletera, todavía nos alegra<br />

pensar que <strong>los</strong> directores <strong>de</strong> <strong>los</strong> casinos no puedan dormir <strong>de</strong>l todo tranqui<strong>los</strong><br />

cuando piensan en nosotros.<br />

Y si alguno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> aún cree que no es como lo cuento, ¿pue<strong>de</strong>n estar<br />

absolutamente seguros <strong>de</strong> que en este preciso momento un submarino no les esté<br />

torpe<strong>de</strong>ando alguna <strong>de</strong> las mesas <strong>de</strong> ruleta <strong>de</strong> sus casinos?<br />

¿Farol? Pues pongan dinero para ver nuestro juego.<br />

20<br />

¿QUEDA ALGO POR JUGAR?<br />

Hacía mucho tiempo que todos habíamos llegado a la conclusión <strong>de</strong> lo duro que<br />

resultaba <strong>de</strong>dicarse al juego aun teniendo una buena ventaja. <strong>La</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> jugar a<br />

algo sin ninguna expectativa <strong>de</strong> ganancia nos parecía tan repugnante que hacía <strong>de</strong><br />

cualquiera <strong>de</strong> nosotros lo más opuesto a la imagen <strong>de</strong> un ludópata. Habíamos<br />

aprendido que para jugar contra un establecimiento <strong>de</strong>bía darse alguna clase <strong>de</strong><br />

ten<strong>de</strong>ncia física capaz <strong>de</strong> romper la ventaja matemática <strong>de</strong> la banca. Lo mejor era<br />

encontrar juegos don<strong>de</strong> el rival fuera un individuo, tal como pasaba en el póquer<br />

o en las apuestas <strong>de</strong>portivas. A<strong>de</strong>más, ya no contábamos con el apoyo <strong>de</strong> la<br />

flotilla, por lo que mi hijo y yo sabíamos que <strong>de</strong>bíamos investigar en otro tipo<br />

<strong>de</strong> juegos para po<strong>de</strong>r seguir rentabilizando nuestro tiempo como jugadores<br />

profesionales.<br />

Igual que con el póquer, habíamos recogido mucha información <strong>de</strong> esta clase <strong>de</strong><br />

apuestas <strong>de</strong>portivas en nuestros viajes a <strong>La</strong>s Vegas. Es típico allí apostar por<br />

un boxeador según sus posibilida<strong>de</strong>s. Así, cuando se hacía una apuesta diez a uno<br />

a favor <strong>de</strong> Tyson, siendo el favorito, te pagaban sólo un dólar por diez que<br />

podías per<strong>de</strong>r si el aspirante <strong>de</strong>rrotaba al campeón. Eso, aplicado a un Real<br />

Madrid-Valencia pue<strong>de</strong> ser una bomba teniendo en cuenta que aquí el posible<br />

jugador se va a <strong>de</strong>jar arrastrar por sus pasiones futbolísticas y va a confundir<br />

fácilmente la realidad con su <strong>de</strong>seo, tanto en uno como en otro bando. Jugando<br />

fríamente, como si uno fuera <strong>de</strong>l Murcia, la ventaja <strong>de</strong>be ser clara.<br />

Otra vez nos encontramos con la alegalidad <strong>de</strong> este posible juego, pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego siempre me he sentido libre para cruzar apuestas con un amigo que crea<br />

firmemente que su equipo es el mejor <strong>de</strong>l mundo.<br />

Se inició el asunto con un volumen mo<strong>de</strong>sto <strong>de</strong> apuestas, que cruzamos con un<br />

pequeño grupo <strong>de</strong> conocidos, esperando que el asunto tomase mayor auge y, sobre<br />

todo, con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> posicionarnos lo mejor posible ante una esperada<br />

legalización que llegara a igualar nuestra capacidad <strong>de</strong> movimientos a la que,<br />

por ejemplo, tienen <strong>los</strong> ingleses, que juegan a sus apuestas <strong>de</strong>portivas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

inventaron el <strong>de</strong>porte. Hay quien dice que para eso lo inventaron.<br />

Entiendo que esto <strong>de</strong> las apuestas participa <strong>de</strong> un sabio espíritu <strong>de</strong>mocrático,<br />

ya que, como <strong>de</strong>cía Mark Twain, «Si todo el mundo pensara igual no habría<br />

carreras ele cabal<strong>los</strong>».<br />

Creamos incluso un tipo <strong>de</strong> boleto don<strong>de</strong> imprimíamos las apuestas que<br />

consi<strong>de</strong>rábamos más interesantes para cada semana. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varios meses y<br />

<strong>de</strong> ver que no progresaba en volumen <strong>de</strong> juego, en parte porque el diseñador había<br />

conseguido que no se entendiese en qué consistía nuestra propuesta, <strong>de</strong>cidimos<br />

<strong>de</strong>jarlo para más a<strong>de</strong>lante, para cuando estuviera más cerca una esperada<br />

normativa europea sobre apuestas (y diseños).

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