You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Al día siguiente cogimos nuestros tres millones y tomamos el primer avión que<br />
nos sacara <strong>de</strong> allí.<br />
16<br />
YO SOY TU HOMBRE<br />
Patrick Santa-Cruz y su hermano Car<strong>los</strong> escuchaban atónitos la propuesta que<br />
Guillermo y yo les hacíamos.<br />
—Pero vamos a ver: si vosotros conocéis a directores <strong>de</strong> casinos en Inglaterra<br />
que accedan sentarse a hablar con nosotros, quizá podamos llegar a algún acuerdo<br />
con el<strong>los</strong> para jugar en sus casinos sin que nos acaben echando —les <strong>de</strong>cía<br />
mientras Guillermo asentía con la cabeza.<br />
Empezábamos a estar hartos <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r jugar en cualquier casino que<br />
estudiábamos más <strong>de</strong> una semana, y a veces horas. Era evi<strong>de</strong>nte que lo que había<br />
ocurrido en España hacía ya casi un año comenzaba a ser habitual en el resto <strong>de</strong><br />
Europa. Existía un aviso circulando por todos <strong>los</strong> or<strong>de</strong>nadores <strong>de</strong> <strong>los</strong> casinos<br />
europeos que advertía que un grupo <strong>de</strong> españoles estaba <strong>de</strong>sbancando algunos<br />
casinos <strong>de</strong>l continente. Algunos <strong>de</strong> estos casinos pertenecían a ca<strong>de</strong>nas don<strong>de</strong> ya<br />
habíamos operado y disponían incluso <strong>de</strong> nuestros nombres y perfiles, por lo que<br />
evi<strong>de</strong>ntemente se hacía cada vez más difícil trabajar con una mínima garantía <strong>de</strong><br />
que, cuanto menos, recuperaríamos la inversión <strong>de</strong> tiempo y dinero que<br />
arriesgábamos, preparando cada acción que emprendíamos.<br />
Siendo plenamente conscientes <strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>sagradable circunstancia, llegamos<br />
a tomar la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> buscar nuevos mercados don<strong>de</strong> creyéramos que todavía no<br />
hubiese llegado la noticia <strong>de</strong> nuestras incursiones, o bien les fuese difícil<br />
controlarnos porque no pidieran i<strong>de</strong>ntificación en la puerta <strong>de</strong> acceso al casino<br />
o, por último, fuesen casinos exageradamente gran<strong>de</strong>s y abiertos las veinticuatro<br />
horas, en <strong>los</strong> que resultase más farragoso el control <strong>de</strong> nuestros estudios por<br />
parte <strong>de</strong>l casino. Ésa fue la razón por la que mi padre <strong>de</strong>cidió iniciar una<br />
prospección en Australia junto con Guillermo. Pero antes <strong>de</strong> partir convinimos en<br />
que existía otro camino posible: si estábamos <strong>de</strong> acuerdo con algún casino al que<br />
le pudiera interesar nuestros servicios, todavía podíamos quedarnos por la zona<br />
europea.<br />
Patrick y Car<strong>los</strong> se interesaron por aquella novedosa propuesta y consiguieron<br />
contactar con <strong>los</strong> directores <strong>de</strong> dos casinos londinenses y con uno situado en la<br />
ver<strong>de</strong> campiña <strong>de</strong> Leicester. Nos ofrecieron acuerdos <strong>de</strong> no agresión a cambio <strong>de</strong><br />
unas interesantes comisiones a repartir entre <strong>los</strong> susodichos. De esta manera<br />
Ángel y yo nos responsabilizamos <strong>de</strong> atacar el frente ang<strong>los</strong>ajón, siempre previo<br />
estudio <strong>de</strong> Balón y su reciente novia Ágata en Londres, y <strong>de</strong> mi madre en<br />
Leicester. Mientras, mi padre, Carmen y Guillermo unían prospección con toma <strong>de</strong><br />
números y juego efectivo en la compleja operación <strong>de</strong> las antípodas. Por<br />
supuesto, no nos olvidamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar vigilado muy <strong>de</strong> cerca Madrid por Alicia y<br />
Luisa, mientras que en Amsterdam Cristian y Marcos seguían analizando nuevas<br />
ruletas y <strong>de</strong> vez en cuando efectuaban alguna que otra razia normalmente<br />
ganadora. Por su parte, Vanesa <strong>de</strong>jaba temporalmente la flotilla para hacer<br />
servir sus conocimientos <strong>de</strong> baile flamenco.<br />
Así que dirigimos nuestras miras hacia Londres, pero antes era importante<br />
saber que la legislación inglesa sobre el negocio <strong>de</strong>l juego era y es muy<br />
peculiar. En el pasado, el juego <strong>de</strong> casino como tal no estaba autorizado en Gran<br />
Bretaña, pero un inteligente hombre <strong>de</strong> negocios llamado Aspenel entendió que ese<br />
tipo <strong>de</strong> juego, cuando se practicaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>los</strong> clásicos e intocables clubes<br />
ingleses, estaba a salvo <strong>de</strong> la policía, <strong>de</strong>l fisco e incluso <strong>de</strong> la ya cada vez<br />
menos estricta moral posvictoriana. Efectivamente tuvo razón, y no sólo<br />
consiguió hacerse megamillonario, sino que revolucionó <strong>los</strong> hábitos y las leyes<br />
<strong>de</strong> sus compatriotas, marcando una forma distinta <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r la vertiente social<br />
<strong>de</strong>l juego lo cual, aunque mucho menos importante que lo primero, tuvo que ser<br />
también una experiencia bastante agradable para ese señor.