07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Como por fin se dio cuenta <strong>de</strong> que no iba a ser allí don<strong>de</strong> concretara sus<br />

pretensiones, empezamos a enfilar el término <strong>de</strong> la conversación con una firme<br />

promesa <strong>de</strong> seguir viéndonos en lugares tan interesantes como aquel local y<br />

seguir disfrutando mutuamente <strong>de</strong> nuestra compañía.<br />

Al poco <strong>de</strong> abandonar aquel bar me arrepentí <strong>de</strong> no haber elegido la profesión<br />

<strong>de</strong> escritor, pues era un fastidio no po<strong>de</strong>r plasmar en un bonito texto, muy a lo<br />

Raymond Chandler, aquella inolvidable jornada. Cierto es que sí soy compositor y<br />

por lo tanto creador <strong>de</strong> canciones, pero no podía engañarme a mí mismo, ya que <strong>de</strong><br />

sobra sé que no soy <strong>de</strong>masiado buen letrista, y una <strong>historia</strong> así sólo podría<br />

llevarla a buen puerto un Brassens o un Krahe. Por eso <strong>de</strong>cidí no frustrarme y<br />

opté por rego<strong>de</strong>arme en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> mi actual oficio <strong>de</strong> jugador profesional y,<br />

sobre todo, en el dinero que seguramente ganaría aquella noche en el casino <strong>de</strong><br />

Amsterdam, situación que tampoco era mala cosa.<br />

<strong>La</strong>s cosas acaban llegando y, en muy poco tiempo, lo que eran dos ruletas<br />

cambiadas pasaron <strong>de</strong> golpe y porrazo a ser todas. <strong>La</strong> noticia llegó una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

fines <strong>de</strong> marzo y entonces sí que cundió la alarma. Era evi<strong>de</strong>nte que ninguna <strong>de</strong><br />

nuestras estrategias les había impresionado positivamente y ahora nos<br />

encontrábamos en situación parecida a la que teníamos en Madrid o en cualquier<br />

otro casino español. No obstante, la verdad es que nunca fue exactamente igual,<br />

ya que tanto el reglamento holandés como la intención <strong>de</strong> cumplirlo eran bien<br />

distintos en ese país. No sólo no nos echaban <strong>de</strong>l casino aprovechando que éramos<br />

extranjeros y que obviamente no era fácil <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rnos en tierras extrañas, sino<br />

que nunca lo intentaron argumentando cualquier mentira.<br />

En cambio, unos meses más tar<strong>de</strong> a Balón se le ocurrió la brillante i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

beber un vaso <strong>de</strong> agua cuando estaba sentado a una mesa <strong>de</strong> black jack tomando<br />

números <strong>de</strong> ruleta, y como el reglamento <strong>de</strong>cía bien claro que no se podía comer<br />

ni beber en las mesas <strong>de</strong> juego, aplicaron estrictamente dicho reglamento y<br />

expulsaron a Balón por el tiempo que fuese preceptivo. En este caso no se pudo<br />

protestar ni <strong>de</strong>nunciar nada, porque el<strong>los</strong> siempre se situaron firmemente en lo<br />

que dictaban las leyes y el compromiso con ellas.<br />

Pero volviendo al primer momento en que se produjo un cambio general <strong>de</strong><br />

ruletas, al principio nuestra reacción fue <strong>de</strong> asombro, ya que cambiar catorce<br />

máquinas por otras al mismo tiempo era algo que no habíamos visto ni creíamos<br />

que volveríamos a ver. <strong>La</strong> explicación la encontramos en que al ser Holland<br />

Casinos una red <strong>de</strong> varios locales <strong>de</strong> juego en un territorio no mucho más gran<strong>de</strong><br />

que Extremadura era muy fácil para el<strong>los</strong> dar una or<strong>de</strong>n centralizada que obligase<br />

en un mismo día al trasvase <strong>de</strong> dichas máquinas entre <strong>los</strong> distintos casinos <strong>de</strong>l<br />

país, con lo que no sólo pudimos ver aquel tremendo cambio, sino que nos dimos<br />

cuenta <strong>de</strong> que eso podría llegar a ser la tónica general <strong>de</strong>l comportamiento <strong>de</strong>l<br />

casino <strong>de</strong> Amsterdam cada vez que se le antojara.<br />

Antes <strong>de</strong> encontramos en una situación kafkiana <strong>de</strong> una nueva toma <strong>de</strong> números<br />

que fuese sistemáticamente anulada cada vez que el casino lo <strong>de</strong>cidiese, pensamos<br />

que una vez más <strong>de</strong>bíamos volver a hacer lo mismo que en Madrid y hablar con el<br />

director <strong>de</strong> juego <strong>de</strong>l local a ver si en esta ocasión podíamos tener más suerte.<br />

Pedimos audiencia y, <strong>de</strong> forma amable y muy dinámica, se nos aseguró que<br />

enseguida podríamos hablar con Thomas Klenz, nombre <strong>de</strong>l ejecutivo que iba a ser<br />

nuestro interlocutor. Con una celeridad encomiable, apareció el susodicho<br />

acompañado <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus subdirectores; por ser este último hijo <strong>de</strong> unos<br />

emigrantes catalanes que huyeron <strong>de</strong> la guerra civil, el señor Klenz creía que<br />

podía aportar alguna cosa a la reunión. Su nombre era Barabino Mingot.<br />

Thomas era un individuo ágil y alegre, que valoraba en mucho su imagen. Era <strong>de</strong><br />

esa clase <strong>de</strong> personas muy bien <strong>de</strong>speinadas, que siempre que pue<strong>de</strong>n te molestan<br />

con un buen ejemplo. Al parecer había llegado bastante lejos en esa empresa<br />

<strong>de</strong>bido a su carácter inconformista, a su tesón en no permitirse <strong>de</strong>cir nada que<br />

fuese incorrecto y especialmente al hecho <strong>de</strong> que fuese bastante amanerado, por<br />

lo que daba el perfecto perfil para cubrir la cuota <strong>de</strong> personas no<br />

heterosexuales que, por ley, <strong>de</strong>ben integrarse en la realidad laboral <strong>de</strong> aquel<br />

país. Barabino era bastante más básico en su manera <strong>de</strong> exponerse, se le notaba

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!