07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Pero eso es sólo mala suerte. Estoy seguro <strong>de</strong> que pronto ganaréis. Yo quiero<br />

hablar contigo para hacernos socios y juntos ganarle mucho dinero al casino.<br />

Aproveché un empujón que me dio un rastafari que pasaba junto a mí <strong>de</strong>rramando un<br />

poco <strong>de</strong> cerveza, e intenté cambiar el rumbo <strong>de</strong> la conversación hacia algún otro<br />

asunto más trivial.<br />

En escasos segundos Zinovisge recuperó la senda marcada por su anterior<br />

intervención y, advirtiendo mi <strong>de</strong>sidia ante su propuesta, se lanzó en plancha.<br />

—Mira, amigo. <strong>La</strong> i<strong>de</strong>a es que vosotros ahora disponéis <strong>de</strong> capital para realizar<br />

un ataque frontal al casino y lo importante es que yo también voy a tener mucho<br />

dinero porque estoy esperando una buena cantidad que me van a traer Sito Miñanco<br />

y su gente cuando <strong>de</strong>sembarquen aquí.<br />

Ante mi cara <strong>de</strong> perplejidad no tardó ni un segundo en rematar la explicación.<br />

—Claro, yo soy el enlace <strong>de</strong> Sito entre mi tierra y esta ciudad.<br />

¿Nunca has oído hablar <strong>de</strong> la conexión <strong>de</strong> <strong>los</strong> Balcanes? Si no fuera así, ¿por<br />

qué crees que hablo español?<br />

De pronto comprendí que estaba teniendo la gran suerte <strong>de</strong> vivir una<br />

experiencia que difícilmente podría repetir en ningún otro momento <strong>de</strong> mi vida.<br />

Estaba tomando unas cervezas en un bar muy poco recomendable, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> hombres<br />

y sobre todo <strong>de</strong> mujeres que trabajaban en un barrio bastante recomendable pero<br />

con marcado sabor portuario, y me hallaba frente a alguien que había conseguido<br />

urdir una <strong>de</strong> las mentiras más literarias que nunca había tenido ocasión <strong>de</strong><br />

escuchar en mi ineficaz y aburrida vida <strong>de</strong> estudiante <strong>de</strong> fi<strong>los</strong>ofía. No tardé ni<br />

un momento en <strong>de</strong>strozar mi anterior estrategia y me lancé a preguntarle sobre su<br />

proposición con una forzada mueca <strong>de</strong> interés por mi parte.<br />

—¿Cuál es concretamente tu propuesta? —le solté con un aire que pretendía ser<br />

<strong>de</strong> ejecutivo agresivo.<br />

—Mira, vosotros me <strong>de</strong>jáis algo <strong>de</strong> dinero para po<strong>de</strong>r jugar a mi sistema<br />

mientras vosotros seguís con el vuestro. El casino no podrá combatir si le<br />

abrimos dos frentes <strong>de</strong> batalla.<br />

—Pero ¿qué tiene que ver Sito Miñanco con todo esto?<br />

—Él me <strong>de</strong>be mucho dinero y cuando venga aquí a pagármelo, entonces yo os<br />

<strong>de</strong>vuelvo lo que me hayáis <strong>de</strong>jado más un porcentaje a convenir, y le convencemos<br />

<strong>de</strong> que entre en el negocio para po<strong>de</strong>r atacar más casinos en el resto <strong>de</strong>l mundo<br />

con su dinero. Él tiene mucho.<br />

Me sentía cada vez más alucinado, y Zinovisge intentaba escrutar cada matiz <strong>de</strong><br />

mis reacciones para agarrarse a todo lo que advirtiera que me interesaba.<br />

—¿Y cuánto dinero estás pensando en invertir en este negocio? —le pregunté.<br />

—Para empezar quizá me podríais <strong>de</strong>jar unos treinta mil florines —casi dos<br />

millones <strong>de</strong> pesetas—, que por supuesto os <strong>de</strong>volvería enseguida. Miñanco es mi<br />

garantía.<br />

—Hombre, la verdad es que al menos existe un buen garante —respondí a su<br />

oferta con cierto aire <strong>de</strong> estar pensándomelo.<br />

Debíamos <strong>de</strong> llevar un buen rato en aquel bar, porque vi al otro lado <strong>de</strong> la<br />

puerta pasar a Joselyn acompañada <strong>de</strong> una amiga lituana llamada Migi. Debían <strong>de</strong><br />

haber acabado su jornada.<br />

<strong>La</strong>s saludé con la mano, ella me tiró un beso y enseguida <strong>de</strong>saparecieron en<br />

dirección hacia la estación central.<br />

—Eso está bien, amigo. Se nota que tienes buen gusto —comentó Zinovisge en un<br />

nuevo esfuerzo por caerme bien.<br />

—Bueno, Zinovisge. Seamos serios y concretemos —le dije con seguridad en mí<br />

mismo—. Lógicamente tengo que hablar con el resto <strong>de</strong>l grupo para ver si estamos<br />

interesados en tu propuesta que, aunque bastante atractiva, es algo especial,<br />

como podrás imaginar.<br />

Advertí que él notaba que todo no estaba hecho, por lo que me invitó a que nos<br />

reuniésemos con Balón, sobre el que creía tener alguna influencia y así po<strong>de</strong>r<br />

apoyarse en otro elemento <strong>de</strong> la flotilla que él consi<strong>de</strong>raba clave en la <strong>de</strong>cisión<br />

final. Decliné amablemente la invitación, asegurando que era mi padre el que <strong>de</strong><br />

verdad tenía que sopesar dicha <strong>de</strong>cisión, y así po<strong>de</strong>r ganar algo <strong>de</strong> tiempo para<br />

ver si acababa olvidándose <strong>de</strong> aquella maja<strong>de</strong>ría. ¡Vamos, que para semejante lío<br />

estábamos nosotros!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!