07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que fuésemos un grupo <strong>de</strong> gente que nunca hubiese salido <strong>de</strong> España, ni por<br />

supuesto que alguno <strong>de</strong> nosotros hubiese <strong>de</strong>jado pasar la oportunidad <strong>de</strong> ir a<br />

Irlanda a no estudiar inglés, pero era evi<strong>de</strong>nte que excepto mi padre, nadie se<br />

había planteado antes el reto <strong>de</strong> ir a trabajar a tierras extrañas.<br />

Por esta razón todos <strong>los</strong> que en ese momento formábamos parte <strong>de</strong> la cada vez<br />

más amplia flotilla escuchamos totalmente entregados la propuesta <strong>de</strong> mi padre,<br />

que entre otras muchas cosas había sido un viajero empe<strong>de</strong>rnido, siempre a la<br />

caza <strong>de</strong> nuevas i<strong>de</strong>as que importar y convertir en lucrativas experiencias. Es<br />

fácil que para entonces ya se hubiese paseado por, al menos, unos ochenta países<br />

(en este mismo momento recibo la noticia <strong>de</strong> que ahora ya se encuentra por <strong>los</strong><br />

ciento uno), y por lo tanto fue él quien nos advirtió <strong>de</strong> lo que se nos<br />

avecinaba, y también el que diseñó cómo tenía que ser el estilo <strong>de</strong> actuación <strong>de</strong><br />

esta nueva aventura. Nosotros, como era habitual, organizamos el resto.<br />

Al igual que aquella jugativa marquesa, estábamos bien <strong>de</strong> dinero, pero también<br />

<strong>de</strong> ánimo, a pesar <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> problemas que nos daba el casino <strong>de</strong> Madrid. Aun<br />

así, sabíamos que esta operación necesitaba <strong>de</strong> un <strong>de</strong>spliegue y <strong>de</strong> una logística<br />

que poco tenía que ver con lo que hasta ahora teníamos por costumbre. Se <strong>de</strong>cidió<br />

que en todo momento Alicia se quedaría controlando el casino <strong>de</strong> Madrid, mientras<br />

que el resto <strong>de</strong> la flotilla iríamos en sucesivas oleadas hacia Holanda, <strong>de</strong><br />

manera que cuando estuviese todo preparado pudiéramos disponer <strong>de</strong>l potencial <strong>de</strong>l<br />

grupo. No se nos escapaba que también era importante darnos algún relevo para<br />

que no nos quemásemos <strong>de</strong>masiado viviendo fuera <strong>de</strong> casa y, por supuesto, tampoco<br />

nos olvidamos <strong>de</strong> la importancia que tenía <strong>de</strong>signar enseguida a alguien <strong>de</strong><br />

nosotros para que siguiese abriendo campo en algún lugar diferente que<br />

eligiésemos <strong>de</strong> Europa.<br />

Balón fue el escogido para abrir camino en Amsterdam. Frotándose las manos,<br />

volvió a poner en activo su maleta, don<strong>de</strong> metió toda la ropa <strong>de</strong> que disponía,<br />

muchas casetes <strong>de</strong> distintas agrupaciones <strong>de</strong> sevillanas y alguna otra <strong>de</strong> Janis<br />

Joplin, dos botellas <strong>de</strong> aceite <strong>de</strong> oliva (por si las moscas) y un millón y medio<br />

<strong>de</strong> pesetas para <strong>los</strong> gastos. Este dinero era, básicamente, para po<strong>de</strong>r jugar <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el principio, ya que nos fuimos dando cuenta <strong>de</strong> la importancia que tenía al<br />

llegar a un nuevo casino el que pareciésemos unos jugadores empe<strong>de</strong>rnidos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el primer día y no unos extraños e inquietantes analizadores <strong>de</strong> números.<br />

Enseguida fueron llegando noticias <strong>de</strong> la excelente calidad <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> las<br />

catorce ruletas americanas <strong>de</strong> por allí, <strong>de</strong> extraños personajes pertenecientes a<br />

un período poshippy y <strong>de</strong> un sonoro «vaya tela lo que hay por aquí».<br />

Como ya sabíamos, el casino <strong>de</strong> Amsterdam era en ese momento el número uno en<br />

facturación y entrada <strong>de</strong> clientes, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego que lo aparentaba. Se<br />

encontraba situado al pie <strong>de</strong>l último canal <strong>de</strong> <strong>los</strong> canales concéntricos que<br />

estructuran la ciudad y, aunque era un edificio <strong>de</strong> reciente construcción, tenia<br />

un elegante perfil perfectamente integrado en el paisaje urbano tradicional <strong>de</strong><br />

sus alre<strong>de</strong>dores. En su interior, toda la actividad cara al público se dividía en<br />

tres amplísimos pisos don<strong>de</strong>, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> clientes orientales (especialmente<br />

indonesios), se podían apreciar todo tipo <strong>de</strong> juegos, bares, restaurantes o salas<br />

<strong>de</strong> reunión. Envolviéndolo todo, una <strong>de</strong>coración diseñada por alguien que por fin<br />

había comprendido que el cliente medio <strong>de</strong> esta clase <strong>de</strong> negocio es más un a<strong>de</strong>pto<br />

consumidor <strong>de</strong> espacios posmo<strong>de</strong>rnos, como pue<strong>de</strong>n ser <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s centros<br />

comerciales o algunos espectaculares hipermercados, que <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes palacios<br />

<strong>de</strong>cimonónicos, por mucho que duela a aquel<strong>los</strong> que suspiran por un lejano pasado<br />

que, a<strong>de</strong>más, no les pertenece.<br />

Balón, con muy buen tino, eligió un cercano hotelito que estaba a la vera <strong>de</strong><br />

la famosa plaza <strong>de</strong> Leidseplain, muy próxima al casino. El hotel Maas contaba con<br />

apenas veintiocho habitaciones y realmente era como cualquier típica casa<br />

amsterdanesa, remozada y preparada para dar un servicio hostelero. Poco podían<br />

imaginar <strong>los</strong> dueños <strong>de</strong> aquel negocio que en breve el hotel volvería a tener<br />

aquel ambiente familiar que realmente nunca había pretendido abandonar. En<br />

cuestión <strong>de</strong> unos veinte o veinticinco días empezaron a llegar Pelayos, y en el<br />

momento álgido <strong>de</strong> la aventura holan<strong>de</strong>sa llegamos a ocupar hasta catorce<br />

habitaciones. Como el carácter <strong>de</strong> la gente <strong>de</strong> allí es bastante más inexpugnable<br />

que el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l Mediterráneo, costó entablar una relación afable con el<br />

personal <strong>de</strong>l hotel. Pero como ocupamos la casa durante unos tres meses, acabamos

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!