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La fabulosa historia de los pelayos

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veraneo don<strong>de</strong> existe el casino <strong>de</strong> mayor tradición <strong>de</strong> toda Suramérica, y parece<br />

que con unas mesas <strong>de</strong> ruleta antediluvianas empezó a notar, a puro ojo, las<br />

ten<strong>de</strong>ncias que en las mesas actuales son mucho más difíciles <strong>de</strong> <strong>de</strong>tectar. Tomó<br />

nota cuidadosa <strong>de</strong> <strong>los</strong> números que más salían y empezó a atizarles <strong>de</strong> lo lindo.<br />

<strong>La</strong> gente <strong>de</strong> Perón no se anduvo con chiquitas y <strong>de</strong>l alemán nunca más se supo en<br />

Mar <strong>de</strong>l Plata. Fue un precursor, como lo fueron otro alemán en San Remo, un<br />

inglés en Montecarlo y dos americanos en Atlantic City. Todos sin or<strong>de</strong>nadores,<br />

todos ang<strong>los</strong>ajones, y <strong>de</strong> profesiones relacionadas con la ingeniería mecánica.<br />

Los primeros «ten<strong>de</strong>nciosos» latinos aparecimos por Mar <strong>de</strong>l Plata don<strong>de</strong><br />

admiramos tanto la vetustez <strong>de</strong> sus instalaciones como la frescura y vitalidad <strong>de</strong><br />

sus bañistas. ¡Qué salones, qué ma<strong>de</strong>ras y qué viejas mesas <strong>de</strong> juego tan<br />

acogedoras y <strong>de</strong> tan agradable aspecto!<br />

Descubrimos que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo sucedido con el alemán, éste era el único<br />

casino <strong>de</strong>l mundo don<strong>de</strong> estaba prohibido tomar números y hacer estadísticas.<br />

Levantamos el campo con la ilusión <strong>de</strong> contactar con algún jugador local que<br />

quisiera asociarse con nosotros y <strong>de</strong>positamos nuestras esperanzas en un futuro<br />

que nunca llegó ni para nosotros ni para Argentina.<br />

Pero llegar hasta allí había merecido la pena, como también la mereció nuestra<br />

segunda ronda por la costa norte <strong>de</strong> Uruguay <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Montevi<strong>de</strong>o, con sus dos<br />

casinos ciudadanos, hasta la mítica Punta <strong>de</strong>l Este, también con varios<br />

establecimientos <strong>de</strong> juego en la misma linea <strong>de</strong> <strong>los</strong> que encontramos en varios<br />

puntos intermedios. Allí estaban <strong>los</strong> encantadores balnearios <strong>de</strong> la vieja época,<br />

don<strong>de</strong> fantaseamos con pasar largas temporadas respirando el ambiente <strong>de</strong> años<br />

cincuenta que nunca conocimos en nuestro país.<br />

Volvimos a Brasil a <strong>de</strong>spedirnos <strong>de</strong> Quico y tomar el avión haciendo planes para<br />

el próximo carnaval, ya refrescadas nuestras mentes <strong>de</strong> tantos meses <strong>de</strong> obsesión<br />

casinera en nuestra búsqueda incesante <strong>de</strong>l 21, que era el número fetiche al que<br />

siempre rogábamos que entrara en abundancia.<br />

9<br />

EMPIEZAN LOS PROBLEMAS<br />

Al regresar <strong>de</strong> nuestra gira por <strong>los</strong> países <strong>de</strong>l Cono Sur, tardamos poco en seguir<br />

ganándole dinero a Madrid, mientras dábamos un respiro a <strong>los</strong> que se habían<br />

quedado en casa, ya que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego se habían comportado como campeones. A<br />

aquellas máquinas <strong>de</strong> monedas que inundaron el espacio vital <strong>de</strong> <strong>los</strong> honestos<br />

jugadores <strong>de</strong> toda la vida les quedaron apenas dos o tres semanas más <strong>de</strong><br />

presencia, y <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellas también <strong>de</strong>sapareció aquel directivo <strong>de</strong>l que no<br />

recordamos su nombre ni casi nada más. Lo curioso fue que Paleato, al que muchos<br />

compañeros <strong>de</strong> jefatura se la tenían jurada, tardó muchísimo tiempo en quedar<br />

fuera <strong>de</strong> juego, pero al final consiguió meter la pata lo suficiente como para<br />

que se hallasen las excusas a<strong>de</strong>cuadas para su cese fulminante, y es que ya se<br />

sabe que es más fácil quedarse fuera que salirse. Eso sí, intentó por todos <strong>los</strong><br />

medios <strong>de</strong>jar su puesto con el grado <strong>de</strong> dignidad suficiente como para ser<br />

empleado <strong>de</strong> inmediato en cualquier otro casino <strong>de</strong>l territorio español.<br />

—<strong>La</strong> verdad es que yo ya sabía lo que se cocinaba por aquí, pero aun así, no<br />

puedo negar que me han llegado a tocar la fibra óptica.<br />

Quizá por todos estos hechos o quizá también porque la huelga iba remitiendo,<br />

el personal directivo se fue concentrando en el día a día <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> jugadores<br />

que apostábamos en un nivel suficientemente alto como para po<strong>de</strong>r crear<br />

inquietud. No es fácil saber si el trabajo <strong>de</strong> aquel <strong>de</strong>tective que primero fue<br />

avistado vigilando la casa <strong>de</strong> Guillermo y luego fue <strong>de</strong>scubierto por alguna <strong>de</strong><br />

nuestras fuentes, causó efecto entre <strong>los</strong> directivos <strong>de</strong>l casino antes o <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> irnos <strong>de</strong> viaje a Iberoamérica, pero el caso fue que no más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> un mes y<br />

medio <strong>de</strong> nuestra vuelta empezamos a tener serios problemas en Madrid.<br />

Al principio hicieron lo que otros casinos habían hecho antes. Quizá<br />

aprovechando el <strong>de</strong>sbarajuste que supuso quitar todas las máquinas <strong>de</strong> azar <strong>de</strong>

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