07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

merecidas «vacaciones» a Balón, que se fue encantado para las islas mientras <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más continuábamos preocupados <strong>de</strong> seguir trabajando al máximo en ese gran<br />

negocio que era para nosotros el casino <strong>de</strong> Madrid.<br />

Ahora nos encontrábamos como en nuestra anterior aventura en Lloret.<br />

Contábamos con dos equipos funcionando a la vez, pero en cambio teníamos más<br />

potencial que antes. Habíamos adquirido mucho más conocimiento tanto teórico<br />

como práctico y, a<strong>de</strong>más, habíamos sido capaces <strong>de</strong> poner en marcha un equipo<br />

humano con incorporaciones que estaban <strong>de</strong>mostrando ser <strong>de</strong> lujo. Era evi<strong>de</strong>nte que<br />

<strong>de</strong>bíamos aprovechar esos recursos porque, como mi padre prometió, enseguida<br />

vendrían más viajes y aventuras.<br />

8<br />

SAMBA, CHACHI, MARACANÁ<br />

Miguel Ángel Iglesias, con quien hice cuatro películas y varios discos, siempre<br />

que necesitaba animarse en medio <strong>de</strong> una canción, el lunes <strong>de</strong> resaca o paseando<br />

por Almería, canturreaba para sí mismo: «Samba, Chachi, Maracaná». Eso mismo nos<br />

dijimos Balón y yo, cansados <strong>de</strong> aguantar el incalificable comportamiento <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

crupieres <strong>de</strong> Tenerife y sus jefes <strong>de</strong>l Cabildo. Les habíamos sacado más <strong>de</strong> cinco<br />

millones, se resistían a que siguiéramos ganando, oponiéndonos armas tan sutiles<br />

como no ven<strong>de</strong>rnos fichas para jugar o incluso no permitirnos la entrada en sus<br />

recintos. Des<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> ingenios, todo esto era una<br />

rendición <strong>de</strong> la inteligencia funcionarial canaria, impotente para frenarnos en<br />

un terreno que, como otros muchos, <strong>de</strong>sconocía por completo. Así que <strong>de</strong>cidimos<br />

viajar a Brasil para gastarnos algo <strong>de</strong> su dinero.<br />

Llamamos a la flotilla que estaba operando en Madrid y se apuntaron<br />

inmediatamente al viaje. Vendrían Guillermo, Marcos e Iván, mientras que<br />

Cristian se quedaría trabajando en Canarias, y en Madrid lo harían Carmen,<br />

Alicia y Teresa. El<strong>los</strong> planearon tomar un avión que tocaba en Canarias, don<strong>de</strong> se<br />

reunirían con nosotros.<br />

<strong>La</strong> excursión a Brasil, don<strong>de</strong> no existían casinos en ese momento, era nuestro<br />

primer festejo <strong>de</strong> <strong>los</strong> éxitos recientes <strong>de</strong> aquel verano y otoño. Aunque también<br />

tenía cierto aspecto <strong>de</strong> trabajo, porque pretendíamos conocer casinos <strong>de</strong> países<br />

cercanos como Uruguay y Argentina.<br />

Llegamos a Salvador <strong>de</strong> Bahía, con su ambiente africano y la presencia todavía<br />

viva <strong>de</strong> Jorge Amado. De allí a Recife, que nos impresionó con su ambiente<br />

ancestral y sus calles por don<strong>de</strong> <strong>de</strong>ambulaban personajes <strong>de</strong>l cercano sertao. Nos<br />

pareció un Brasil profundo y muy diferente <strong>de</strong>l extravertido Rio <strong>de</strong> Janeiro, que<br />

fue nuestro siguiente <strong>de</strong>stino. Allí trabamos una amistad dura<strong>de</strong>ra con Quico, un<br />

taxista que nos recogió en el aeropuerto. Estaba en la fila <strong>de</strong> taxis y nos tocó<br />

en suerte un amigo que para mí lo fue, y lo será, para toda la vida. Nos enseñó<br />

las favelas y <strong>los</strong> mo<strong>de</strong>rnos centros comerciales, <strong>los</strong> secretos <strong>de</strong> la ciudad y su<br />

música universal. «Contó <strong>de</strong> areia», <strong>de</strong> Clara Nunes, fue nuestro himno sambero,<br />

el «chachi» fue abundante en restaurantes rodizios o espectácu<strong>los</strong> <strong>de</strong> samba, y el<br />

Maracaná se sumó a la fiesta con dos partidos: uno el Flamengo-Botafogo (Quico y<br />

todos nosotros animando al equipo blanquinegro <strong>de</strong> Garrincha) y otro<br />

internacional <strong>de</strong> la Copa <strong>de</strong>l Mundo, nada menos que un <strong>de</strong>cisivo Brasil-Uruguay.<br />

Hablábamos casi a diario con Carmen, que nos cubría perfectamente la espalda<br />

ganando en Madrid durante todos <strong>los</strong> días que duró el viaje en una magnifica<br />

racha que nos llenaba <strong>de</strong> tranquilidad. El<strong>los</strong> ganaban en España seis veces más<br />

que lo que nosotros gastábamos en todos <strong>los</strong> días <strong>de</strong> aquel viaje por América.<br />

Habla que trabajar un poco y por eso saltamos a Buenos Aires, que ya<br />

conocíamos, para dirigirnos enseguida a la mítica Mar <strong>de</strong>l Plata. En su casino<br />

había ocurrido una <strong>historia</strong> que mucho tenía que ver con nosotros. Se cuenta que<br />

algunos oficiales alemanes <strong>de</strong>l famoso acorazado <strong>de</strong> bolsillo Graf Spee, hundido<br />

por su capitán en el estuario <strong>de</strong>l Plata durante la Segunda Guerra Mundial se<br />

quedaron, no sé con qué estatus, en Argentina. Alguno se marchó a esta ciudad <strong>de</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!