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La fabulosa historia de los pelayos

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Empezó por preguntar <strong>de</strong> forma educada si podía jugar a <strong>los</strong> mismos números que<br />

nosotros, obviamente en las mismas mesas en las que jugábamos. Cuando nos dimos<br />

cuenta <strong>de</strong> que eso no podía traernos nada bueno, consiguió que negociásemos con<br />

él y con su dinero para así juntar fuerzas. Hubo momentos <strong>de</strong> entendimiento y<br />

otros <strong>de</strong> <strong>de</strong>sencuentro, pero no se pue<strong>de</strong> negar que era tan listo como tenaz, ya<br />

que no sólo circunscribió estas acciones al ámbito <strong>de</strong>l casino <strong>de</strong> Madrid, sino<br />

que, al igual que nosotros, <strong>de</strong>sarrolló numerosos ataques a otros casinos don<strong>de</strong><br />

inevitablemente a menudo coincidimos. Por fortuna, ése fue el único caso <strong>de</strong><br />

personaje adosado que se produjo a lo largo <strong>de</strong> nuestra extensa y muy variada<br />

carrera.<br />

Por supuesto, podríamos alargar la lista <strong>de</strong> individuos que recordamos más allá<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> presentes, pero quizá sea interesante hacer un parón para comentar que<br />

<strong>los</strong> personajes no sólo lo eran a titulo individual, sino que algunos pertenecían<br />

a grupos muy reconocibles. Principalmente habla dos tipos <strong>de</strong> camarillas que<br />

<strong>de</strong>stacaban: <strong>los</strong> prestamistas y <strong>los</strong> secretarios. Los primeros, como su propio<br />

nombre indica, eran <strong>los</strong> que esperaban la oportunidad <strong>de</strong> que algún jugador, a ser<br />

posible <strong>de</strong> altos vue<strong>los</strong>, necesitase dinero líquido en el acto; entonces<br />

aparecían el<strong>los</strong> con importantes cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> billetes o incluso <strong>de</strong> fichas, para<br />

prestarlas al módico interés <strong>de</strong> hasta el diez por ciento diario. Sí, sí, como lo<br />

oyen, <strong>de</strong> cada millón <strong>de</strong> pesetas que prestaban, esperaban obtener una plusvalía<br />

<strong>de</strong> hasta cien mil pesetas cada día que se retrasase la <strong>de</strong>volución <strong>de</strong>l préstamo,<br />

y claro, cuanta más <strong>de</strong>mora, mejor para el<strong>los</strong>.<br />

En contra <strong>de</strong> la imagen tópica que se pueda tener <strong>de</strong> esta «profesión», nunca<br />

escuchamos, ni por supuesto conocimos, ningún caso <strong>de</strong> impagado que fuese<br />

reclamado por la vía medio mañosa o mañosa <strong>de</strong>l todo que tan familiar nos resulta<br />

gracias a tan numerosos como vulgares reportajes periodísticos. Los prestamistas<br />

sabían a quién <strong>de</strong>jaban su dinero y la mayor parte <strong>de</strong> las veces incluso se hacían<br />

amigos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>udor. Muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que prestaban eran buenos jugadores <strong>de</strong> black<br />

jack y alguno incluso dominaba la técnica <strong>de</strong>l conteo <strong>de</strong> cartas, habilidad que le<br />

otorgaba una ligera ventaja sobre el casino. De esta manera, y sin correr<br />

<strong>de</strong>masiados riesgos, se pasaban las jornadas jugando, y por lo tanto,<br />

integrándose en el ambiente como uno más <strong>de</strong> la «pandilla» que pululaba por el<br />

local. Así pues, no temían <strong>de</strong>masiado por su dinero, ya que conocían<br />

perfectamente la situación tanto social como económica <strong>de</strong> sus posibles morosos<br />

y, sobre todo, sabían que en una ciudad como Madrid, don<strong>de</strong> gracias a un<br />

clarísimo y rotundo monopolio, solamente existe un casino, <strong>los</strong> que pedían<br />

siempre tendrían que acabar volviendo. Una vez más, se cumplía la máxima que una<br />

vez escuché en una canción <strong>de</strong> Dylan, que <strong>de</strong>cía algo así como que para sobrevivir<br />

fuera <strong>de</strong> la ley hay que ser muy honesto.<br />

El otro grupo era, si cabe todavía, más pintoresco. Los secretarios cumplían<br />

una función social muy concreta: aten<strong>de</strong>r en todo lo necesario, y hasta apostar<br />

para alguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> jugadores más fuertes que eran clientes habituales. Este tipo<br />

<strong>de</strong> apostantes eran gente solvente, e incluso alguno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> famosos y populares<br />

para el gran público y gustaban <strong>de</strong> tener a una especie <strong>de</strong> corte especializada en<br />

estas activida<strong>de</strong>s. Cuando pensábamos en la lista <strong>de</strong> «atenciones» que se <strong>de</strong>bían<br />

procurar, veíamos que todo era posible y, por supuesto, supimos <strong>de</strong> alguno que<br />

hasta pasaba oficiosamente la cocaína entre sus clientes.<br />

Pero también aquí el tópico se viene abajo, ya que generalmente otros<br />

excitantes hábitos como el <strong>de</strong> las drogas o el <strong>de</strong> la prostitución no se llevan<br />

<strong>de</strong>masiado bien con <strong>los</strong> jugadores <strong>de</strong> pura cepa. Por supuesto, no es que no<br />

hubiese algo <strong>de</strong> todo eso por allí, pero la verdad es que si te entregas a una<br />

actividad tan intensa como el juego, es normal que mates el interés por otras<br />

experiencias o emociones también muy intensas. A<strong>de</strong>más, entre <strong>los</strong> jugadores más<br />

clásicos se veía todos estos mundos alternativos como soeces, <strong>de</strong> poco rigor y,<br />

sobre todo, <strong>de</strong> segunda clase.<br />

—Un jugador lo que tiene que hacer es jugársela. Lo <strong>de</strong>más son mariconadas —<br />

diría sin dudar un jugador al uso.<br />

No <strong>de</strong>beríamos juzgar la profesión <strong>de</strong>l secretariado como si fuese una actividad<br />

en don<strong>de</strong> sólo importase el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> una especial habilidad para la coba y<br />

el peloteo, ya que realmente se precisa primero <strong>de</strong> un gran conocimiento <strong>de</strong> las<br />

distintas formas <strong>de</strong> apuestas y <strong>de</strong> <strong>los</strong> hábitos y las maneras <strong>de</strong> <strong>los</strong> clientes a

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