07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

nuestras andanzas, no jugaba porque «lo que es dinero no me emociona ganarlo,<br />

siento que no lo necesito, pero per<strong>de</strong>rlo me causaría humillación». Por eso nunca<br />

quiso ser un Pelayo en lo profesional, aunque en lo vital vaya que si lo fue.<br />

Tampoco sería justo olvidarse <strong>de</strong> unos cuantos partidos <strong>de</strong> futbito en <strong>los</strong> que<br />

jugábamos todos nosotros contra algunos futbolistas semiprofesionales <strong>de</strong> la<br />

zona, <strong>de</strong> aquella Nochevieja que no nos importó vivir con una hora <strong>de</strong> menos, ya<br />

que como en <strong>los</strong> apartamentos no teníamos televisión ni una simple radio<br />

<strong>de</strong>cidimos que las campanadas serían cuando quisiéramos, y que sonarían por <strong>los</strong><br />

golpes <strong>de</strong> un cucharón contra una olla Magefesa y, sobre todo, <strong>de</strong> aquel tiempo <strong>de</strong><br />

tranquilidad que obtuve para acabar <strong>de</strong> asentar todos <strong>los</strong> elementos <strong>de</strong>l sistema y<br />

así volver a Madrid para, ahora ya sí, ganar a ese casino y a todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

una manera <strong>de</strong>finitiva.<br />

3<br />

TODO EL VERANO A CUARENTA DUROS<br />

Una vez más el olor a cocido impregnaba <strong>los</strong> pasil<strong>los</strong> <strong>de</strong> la casa. Sentados<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l salón, se encontraba el grupo al completo. Mientras<br />

dábamos cuenta <strong>de</strong> la «pringa» a la que Carmen cada vez le cogía mejor el punto,<br />

mi padre nos explicaba el nuevo plan <strong>de</strong> ataque que <strong>de</strong>finitivamente nos asentaría<br />

como jugadores profesionales.<br />

—Sólo nos queda un millón y medio <strong>de</strong> pesetas, y hay que repartirlo<br />

inteligentemente para po<strong>de</strong>r jugar y vivir al mismo tiempo.<br />

A la vuelta <strong>de</strong> Canarias nos dimos cuenta <strong>de</strong> que no disponíamos <strong>de</strong> suficiente<br />

dinero para afrontar la lucha en Madrid con las garantías exigidas por <strong>los</strong><br />

nuevos métodos <strong>de</strong> medición <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> las apuestas. Se tardó un poco en<br />

conseguir un pequeño capital, que vendría por fuentes externas, para ser capaces<br />

<strong>de</strong> soportar el nuevo asalto. <strong>La</strong> i<strong>de</strong>a era encastillarnos durante un tiempo en<br />

Madrid, reduciendo al máximo <strong>los</strong> gastos y reservando todos <strong>los</strong> recursos para<br />

juego e inten<strong>de</strong>ncia.<br />

—Consi<strong>de</strong>rando que <strong>de</strong>beríamos guardar algo más <strong>de</strong>l cincuenta por ciento <strong>de</strong>l<br />

capital para no tener que trabajar en otra cosa que no sea ir al casino,<br />

contamos con seiscientas mil pesetas para levantar el vuelo —seguía analizando<br />

mi padre.<br />

Empezó a hacernos números y estadísticas don<strong>de</strong> se reflejaba la necesidad <strong>de</strong><br />

iniciar la nueva andadura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio, es <strong>de</strong>cir apostando por el límite<br />

más bajo para aumentar la apuesta poco a poco, siempre con el dinero que<br />

fuésemos ganando. El primer nivel con el que teníamos que enfrentarnos eran<br />

apuestas por unas humil<strong>de</strong>s doscientas cincuenta pesetas, que producían unos<br />

premios (cuando tocaba tu número) <strong>de</strong> nueve mil pesetas. A partir <strong>de</strong> ahí<br />

necesitábamos multiplicar ese premio por veinte para subir al siguiente nivel,<br />

que eran las apuestas <strong>de</strong> quinientas pesetas y <strong>de</strong>spués, suma y sigue. Con este<br />

plan tan lleno <strong>de</strong> fe y confianza en el sistema, mi padre estimaba que hacia el<br />

verano contaríamos con un capital <strong>de</strong> entre cincuenta y setenta y cinco millones<br />

<strong>de</strong> pesetas, apostando ya por cinco mil pesetas. Ante lo que me parecía un<br />

brillantísimo cuento <strong>de</strong> la lechera, comenté:<br />

—Me parece bastante duro <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> jugar por apuestas fuertes tener que<br />

esperar a conseguir el capital <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo. Me veo todo el verano a cuarenta<br />

duros.<br />

Pocas veces una frase fue tan recordada y repetida por tanta gente cercana a<br />

mí, sobre todo una vez que al finalizar el año habíamos llegado a ganar la<br />

escalofriante suma <strong>de</strong> doscientos millones <strong>de</strong> pesetas entre lo que se había<br />

ganado en Madrid y en el casino <strong>de</strong> Lloret <strong>de</strong>l Mar, que visitamos en pleno<br />

verano. Todo ello lo habíamos conseguido con las seiscientas mil pesetas<br />

iniciales. En ese caso mi carácter <strong>de</strong> natural conservador me jugó una mala<br />

pasada, pero ojalá siga equivocándome <strong>de</strong> esa manera muchas más veces a lo largo<br />

<strong>de</strong> mi vida.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!