Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
nuestras andanzas, no jugaba porque «lo que es dinero no me emociona ganarlo,<br />
siento que no lo necesito, pero per<strong>de</strong>rlo me causaría humillación». Por eso nunca<br />
quiso ser un Pelayo en lo profesional, aunque en lo vital vaya que si lo fue.<br />
Tampoco sería justo olvidarse <strong>de</strong> unos cuantos partidos <strong>de</strong> futbito en <strong>los</strong> que<br />
jugábamos todos nosotros contra algunos futbolistas semiprofesionales <strong>de</strong> la<br />
zona, <strong>de</strong> aquella Nochevieja que no nos importó vivir con una hora <strong>de</strong> menos, ya<br />
que como en <strong>los</strong> apartamentos no teníamos televisión ni una simple radio<br />
<strong>de</strong>cidimos que las campanadas serían cuando quisiéramos, y que sonarían por <strong>los</strong><br />
golpes <strong>de</strong> un cucharón contra una olla Magefesa y, sobre todo, <strong>de</strong> aquel tiempo <strong>de</strong><br />
tranquilidad que obtuve para acabar <strong>de</strong> asentar todos <strong>los</strong> elementos <strong>de</strong>l sistema y<br />
así volver a Madrid para, ahora ya sí, ganar a ese casino y a todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
una manera <strong>de</strong>finitiva.<br />
3<br />
TODO EL VERANO A CUARENTA DUROS<br />
Una vez más el olor a cocido impregnaba <strong>los</strong> pasil<strong>los</strong> <strong>de</strong> la casa. Sentados<br />
alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l salón, se encontraba el grupo al completo. Mientras<br />
dábamos cuenta <strong>de</strong> la «pringa» a la que Carmen cada vez le cogía mejor el punto,<br />
mi padre nos explicaba el nuevo plan <strong>de</strong> ataque que <strong>de</strong>finitivamente nos asentaría<br />
como jugadores profesionales.<br />
—Sólo nos queda un millón y medio <strong>de</strong> pesetas, y hay que repartirlo<br />
inteligentemente para po<strong>de</strong>r jugar y vivir al mismo tiempo.<br />
A la vuelta <strong>de</strong> Canarias nos dimos cuenta <strong>de</strong> que no disponíamos <strong>de</strong> suficiente<br />
dinero para afrontar la lucha en Madrid con las garantías exigidas por <strong>los</strong><br />
nuevos métodos <strong>de</strong> medición <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> las apuestas. Se tardó un poco en<br />
conseguir un pequeño capital, que vendría por fuentes externas, para ser capaces<br />
<strong>de</strong> soportar el nuevo asalto. <strong>La</strong> i<strong>de</strong>a era encastillarnos durante un tiempo en<br />
Madrid, reduciendo al máximo <strong>los</strong> gastos y reservando todos <strong>los</strong> recursos para<br />
juego e inten<strong>de</strong>ncia.<br />
—Consi<strong>de</strong>rando que <strong>de</strong>beríamos guardar algo más <strong>de</strong>l cincuenta por ciento <strong>de</strong>l<br />
capital para no tener que trabajar en otra cosa que no sea ir al casino,<br />
contamos con seiscientas mil pesetas para levantar el vuelo —seguía analizando<br />
mi padre.<br />
Empezó a hacernos números y estadísticas don<strong>de</strong> se reflejaba la necesidad <strong>de</strong><br />
iniciar la nueva andadura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio, es <strong>de</strong>cir apostando por el límite<br />
más bajo para aumentar la apuesta poco a poco, siempre con el dinero que<br />
fuésemos ganando. El primer nivel con el que teníamos que enfrentarnos eran<br />
apuestas por unas humil<strong>de</strong>s doscientas cincuenta pesetas, que producían unos<br />
premios (cuando tocaba tu número) <strong>de</strong> nueve mil pesetas. A partir <strong>de</strong> ahí<br />
necesitábamos multiplicar ese premio por veinte para subir al siguiente nivel,<br />
que eran las apuestas <strong>de</strong> quinientas pesetas y <strong>de</strong>spués, suma y sigue. Con este<br />
plan tan lleno <strong>de</strong> fe y confianza en el sistema, mi padre estimaba que hacia el<br />
verano contaríamos con un capital <strong>de</strong> entre cincuenta y setenta y cinco millones<br />
<strong>de</strong> pesetas, apostando ya por cinco mil pesetas. Ante lo que me parecía un<br />
brillantísimo cuento <strong>de</strong> la lechera, comenté:<br />
—Me parece bastante duro <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> jugar por apuestas fuertes tener que<br />
esperar a conseguir el capital <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo. Me veo todo el verano a cuarenta<br />
duros.<br />
Pocas veces una frase fue tan recordada y repetida por tanta gente cercana a<br />
mí, sobre todo una vez que al finalizar el año habíamos llegado a ganar la<br />
escalofriante suma <strong>de</strong> doscientos millones <strong>de</strong> pesetas entre lo que se había<br />
ganado en Madrid y en el casino <strong>de</strong> Lloret <strong>de</strong>l Mar, que visitamos en pleno<br />
verano. Todo ello lo habíamos conseguido con las seiscientas mil pesetas<br />
iniciales. En ese caso mi carácter <strong>de</strong> natural conservador me jugó una mala<br />
pasada, pero ojalá siga equivocándome <strong>de</strong> esa manera muchas más veces a lo largo<br />
<strong>de</strong> mi vida.