07.05.2013 Views

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

La fabulosa historia de los pelayos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

más agobio, algo que entonces nos parecía improbable estaba ocurriendo: la<br />

pérdida se estaba produciendo en casi todas las mesas al mismo tiempo.<br />

Fue una noche <strong>de</strong>sconocida hasta el momento. En la mesa <strong>de</strong> mi padre no hubo<br />

tregua y en la <strong>de</strong> Cristian también se produjo algún que otro <strong>de</strong>strozo. Mientras<br />

tanto, <strong>los</strong> <strong>de</strong>más nos veíamos impotentes para conseguir nivelar la situación.<br />

Antes <strong>de</strong> que el casino cerrase, habíamos perdido todo el dinero con el que<br />

contábamos para aquella sesión: diez millones <strong>de</strong> pesetas se esfumaron en apenas<br />

cinco horas <strong>de</strong> estresante e ininterrumpido juego.<br />

Nunca pensamos que las gran<strong>de</strong>s rachas <strong>de</strong> pérdidas fueran hitos a <strong>de</strong>stacar en<br />

la evolución <strong>de</strong> nuestra empresa. Siempre entendimos que lo que estábamos<br />

iniciando <strong>de</strong>bía convertirse a la larga en nuestra profesión; por eso nos<br />

sentíamos esencialmente ganadores. Nada <strong>de</strong> romanticismos trasnochados, nada <strong>de</strong><br />

lloros en <strong>los</strong> que realizarse, nada <strong>de</strong> nada que no fuese pensar que al final<br />

acabaríamos ganando. De hecho, era bastante habitual que alguno <strong>de</strong> nosotros, en<br />

algún arrebato triunfalista, soltase frases <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio a la buena imagen que<br />

el per<strong>de</strong>dor nato ha tenido siempre en la cultura europea:<br />

—Oye, ¿sabes lo que te digo? Pues que le vayan dando a Dostoievski.<br />

Ahora bien, lo <strong>de</strong> aquella noche fue parecido a lo <strong>de</strong> la marca in<strong>de</strong>leble que<br />

<strong>de</strong>ja cualquier experiencia en su «primera vez». Nos dimos cuenta <strong>de</strong> que para<br />

armar un sólido sistema no sólo era necesario encontrar el quid <strong>de</strong> la cuestión,<br />

sino que también precisábamos <strong>de</strong> una armadura lo suficientemente robusta para<br />

evitar o, al menos, suavizar ataques furibundos como <strong>los</strong> <strong>de</strong> aquella noche. Y es<br />

que alentados por las ganancias <strong>de</strong> las semanas anteriores, habíamos subido la<br />

cantidad <strong>de</strong> dinero que exponíamos por apuesta, <strong>de</strong>cisión que se tomó <strong>de</strong> una<br />

manera intuitiva. Después <strong>de</strong> esa noche comprendimos lo importante que iba a ser<br />

para nosotros conocer a fondo muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> criterios estadístico-matemáticos<br />

que hablaban <strong>de</strong>l control y la correcta dosificación <strong>de</strong>l dinero que apostar (en<br />

inglés, la llamada disciplina <strong>de</strong>l Money Management) y así, se investigó hasta<br />

conocer y aplicar una teoría bautizada con el irónico nombre <strong>de</strong> «Teoría <strong>de</strong> la<br />

ruina».<br />

Aprendimos a controlar la cantidad correcta que necesitábamos llevar encima<br />

para aguantar sin problemas la sesión que fuésemos a realizar. Siempre en<br />

función <strong>de</strong> la ventaja que consi<strong>de</strong>rábamos tener y la cantidad <strong>de</strong> dinero que<br />

<strong>de</strong>cidíamos que íbamos a invertir por cada apuesta, empezamos a realizar ese tipo<br />

<strong>de</strong> cálcu<strong>los</strong> que hizo olvidar <strong>de</strong> forma sorpren<strong>de</strong>ntemente eficaz una noche tan<br />

ingrata como esa en que perdimos todo lo que llevábamos. Podríamos per<strong>de</strong>r más<br />

días, pero siempre volveríamos a casa con dinero. Y eso lo aprendimos como se<br />

apren<strong>de</strong> tanto a jugar como a ganar en activida<strong>de</strong>s tan complejas como es el<br />

ajedrez: perdiendo.<br />

A partir <strong>de</strong> esa noche, cada vez que tuvimos algún revés serio, dimos si no un<br />

giro en la manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar el sistema, sí al menos una mejora <strong>de</strong>l mismo<br />

con algún nuevo conocimiento que ayudaba a blindarlo, consiguiendo que al final<br />

llegara a ser invencible. Aquella pérdida no nos <strong>de</strong>jó absolutamente KO, pero sí<br />

nos frenó muchísimo nuestra capacidad <strong>de</strong> apostar cantida<strong>de</strong>s muy altas, con lo<br />

que entramos en una etapa don<strong>de</strong> se ralentizó bastante la llegada <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s<br />

ganancias que a la postre se acabarían obteniendo. A<strong>de</strong>más, consiguió que <strong>de</strong><br />

golpe y porrazo se viniera abajo ese principio <strong>de</strong> popularidad que en pocos días<br />

habíamos conseguido en el casino <strong>de</strong> Madrid, con lo que retrasamos enormemente la<br />

capacidad <strong>de</strong> respuesta <strong>de</strong> <strong>los</strong> directivos <strong>de</strong>l local. Ésa fue la principal ventaja<br />

que obtuvimos al airear la pérdida que realmente tuvimos.<br />

A mi padre, que entre otras muchas cosas había sido apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> toreros como<br />

Gal<strong>los</strong>o, Martín Pareja Obregón, o Pepín Jiménez, no le costó <strong>de</strong>masiado hacer<br />

honor a su pasado profesional y sacó en ese difícil momento su, <strong>de</strong> sobra<br />

conocida entre nosotros, casta hispánica, proveniente sin duda <strong>de</strong> cierta<br />

impronta familiar apegada a un casi ya extinguido orgullo <strong>de</strong> corte tan noble<br />

como <strong>de</strong>cimonónico:<br />

—Esto que nos ha pasado es lo que <strong>de</strong>muestra que el sistema funciona. ¿No veis<br />

que todos <strong>los</strong> plenos han caído en <strong>los</strong> vecinos <strong>de</strong> nuestros números? ¡Hay que<br />

animarse! ¡Hay que animarse!<br />

Por fortuna siempre conseguíamos encontrar una explicación que, basada en la<br />

más estricta racionalidad, justificase <strong>los</strong> momentos <strong>de</strong> pérdida en el sentido <strong>de</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!