Los anarquistas ante las elecciones - Folletos Libertad
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Erico Malatesta vs. Saverio Merlino<br />
¿Pero es cierto que esta contradicción entre el ideal y el hecho es efecto de incoherencia<br />
y debilidad de carácter?<br />
Merlino no creerá, esperemos (¡qué diablos, hace tan poco que nos ha dejado!) que<br />
somos revolucionarios místicos, a la manera de aquellos sectarios rusos que, convencidos<br />
de que el sello es la firma del diablo, como en Rusia no se puede vivir y moverse<br />
sin tener en el bolsillo el pasaporte con el correspondiente sello, <strong>ante</strong>s de tocar<br />
el diabólico documento, se refugian en <strong>las</strong> selvas y se condenan voluntariamente a<br />
una esclavitud peor que aquella que les impondría el gobierno.<br />
Toda institución, por mala que sea, contiene en sí un cierto lado bueno, un cierto<br />
correctivo, que limita sus malos efectos; y nosotros nos volveríamos la vida imposible<br />
y serviríamos los intereses de nuestros enemigos si, constreñidos a sufrir todo el<br />
mal de <strong>las</strong> instituciones, no intentáramos aprovechar el poco bien relativo que se<br />
puede obtener de el<strong>las</strong>. Pero no por esto podemos considerarnos empeñados en defender<br />
aquel<strong>las</strong> instituciones y dejar de hacer todo la posible para desacreditar<strong>las</strong> y<br />
abatir<strong>las</strong>.<br />
La sociedad, por ejemplo, con su mala organización crea los malhechores y el gobierno<br />
nos impide llevar armas o proceder de otra manera a nuestra defensa. Por tanto,<br />
si somos atacados de noche y no nos podemos defender, naturalmente estaremos<br />
contentos si aparecen dos carabineros para liberarnos y no les diremos, como la mujer<br />
de Sganarello, que estamos contentos de ser agredidos. Pero no por esto nos haremos<br />
amigos de los carabineros y haremos prácticas para entrar en ese grupo.<br />
Las autoridades municipales han monopolizado los servicios públicos y con la excusa<br />
de estos servicios nos oprimen con los impuestos. No podemos pagar los impuestos<br />
y luego estar indiferentes a lo que hace el municipio, esperando el día en que<br />
el pueblo pueda cuidar por sí mismo de sus intereses; y por esto gritamos e intentamos<br />
provocar la indignación popular cuando el municipio por estúpida imprudencia<br />
y sórdida avaricia deja inundar Ancona y tiene una biblioteca en tales condiciones<br />
que no sirve a nadie.<br />
Así sucede con el parlamento. Se ha arrogado el derecho de hacer <strong>las</strong> leyes y nosotros,<br />
que de <strong>las</strong> leyes somos <strong>las</strong> víctimas, debemos por fuerza contar con él si queremos<br />
que estas leyes, en tanto haya leyes, sean lo menos opresivas que sea posible.<br />
Pero como no creemos en la buena voluntad de los diputados y como aspiramos a<br />
la abolición tanto del parlamento, como de todo otro gobierno, no nos proponemos<br />
nombrar buenos diputados, sino presionar sobre aquellos que hay, sean cuales sean,<br />
agitando al pueblo y metiéndoles miedo. Y cuando falte una eficaz agitación popular,<br />
haremos todavía presión sobre cada diputado para que eche en cara al gobierno<br />
sus abusos, pero lo haremos porque, o ellos se prestarán a nuestros deseos o no se<br />
prestarán y se verá su mala voluntad.<br />
Que se tranquilice Merlino, si tanto le aflige nuestra incoherencia. Nosotros nos<br />
alegramos si algún diputado echa en cara a los ministros su infamia; pero no deja-<br />
<strong>Los</strong> <strong>anarquistas</strong> <strong>ante</strong> <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> 3<br />
He aquí mi opinión sobre la más grave razón de disidencia entre socialistas y <strong>anarquistas</strong>.<br />
Desgraciadamente, éstos y aquellos se han hecho daño y -lo que es peor- se han insultado<br />
recíprocamente: y el recuerdo de tales cosas nubla su vista y les impide considerar<br />
el verdadero interés de la causa.<br />
Algunos cabecil<strong>las</strong> [socialistas] legalistas son intoler<strong>ante</strong>s y mezquinos (el periódico<br />
máximo del partido no ha tenido una palabra de protesta por mi arresto singularísimo<br />
en Florencia); los <strong>anarquistas</strong> son iracundos e implacables.<br />
Con estas peleas el gobierno disfruta.<br />
***<br />
LOS ANARQUISTAS CONTRA EL PARLAMENTO<br />
E. Malatesta. Del Messaggero, del 7 de febrero de 1897<br />
Estoy informado de que los socialistas parlamentarios de Italia dicen que yo, de<br />
acuerdo con Merlino, encuentro útil que los socialistas anárquicos 2 participen en <strong>las</strong><br />
luchas electorales votando por el candidato más avanzado. [...]<br />
Por cierto, no critico a mi amigo Merlino que piense como quiera y lo diga sin reticencias.<br />
Hubiera preferido que <strong>ante</strong>s de anunciar públicamente un cambio de táctica<br />
3 -que no tiene ningún valor si no es aceptado por los compañeros- discutiera más a<br />
2 La denominación «socialistas anárquicos» no la utiliza Malatesta para plantar alguna<br />
diferencia con el comunismo anárquico -tendencia ésta a la que adhería Malatesta-, sino<br />
que era una necesidad a la hora de diferenciarse de aquellos que sostenían tendencias<br />
individualistas del anarquismo.<br />
La ideología anarquista, como toda cosa que se desarrolla, pasó por momentos de definición<br />
donde ciertas discusiones fueron relev<strong>ante</strong>s a la hora de su conformación más<br />
primigenia. Esto fue lo que se dio en su momento entre los pl<strong>ante</strong>os mutualistas, colectivistas,<br />
individualistas y comunistas, resultando posteriormente que sea esta última la<br />
tendencia de los <strong>anarquistas</strong>, prácticamente de forma total, por ser la concepción más<br />
justa y armónica de sociabilidad. Tiempo después <strong>las</strong> discusiones se centrarán entre <strong>las</strong><br />
distintas concepciones a la hora de cómo desarrollar la lucha revolucionaria. (Nota de<br />
los editores)<br />
3 Es entendible contextualmente el sentido y el uso del concepto «táctica» que hace<br />
Malatesta, pero por <strong>las</strong> implicancias de la idea que semej<strong>ante</strong> término determina nos<br />
negamos a su uso e incorporación. Táctica y estrategia son conceptos de origen militar<br />
y, desarrollados en el campo político o social, por implicar intrínsecamente la especulación,<br />
<strong>las</strong> alianzas coyunturales, el oportunismo, en fin, todo el maquiavelismo propio<br />
de lo militar y de la política (el arte de gobernar), son conceptos absolutamente opuestos<br />
a la ética que los <strong>anarquistas</strong> buscamos proyectar. (Nota de los editores)