Los anarquistas ante las elecciones - Folletos Libertad
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Erico Malatesta vs. Saverio Merlino<br />
La defensa social (escribís vosotros) debe estar al cuidado de toda la sociedad; y<br />
si para defenderse hubiera necesidad de armarse, queremos estar todos armados.<br />
Razonando así, la administración de la riqueza pública debe estar al cuidado de toda<br />
la sociedad; y si para administrarla fuera necesario hacer proyectos, compilar<br />
estadísticas, estudiar ciencias técnicas, bien, esas cosas queremos hacer<strong>las</strong> todos.<br />
La educación y la instrucción de los niños debe estar al cuidado de toda la sociedad.<br />
¿Quién no sabe lo peligroso que es confiar a pocos individuos la educación de<br />
<strong>las</strong> nuevas generaciones? Por tanto, hagámonos todos profesores. Y de esta manera,<br />
se niega el principio de la división del trabajo, se llega al concepto kropotkiniano<br />
de que el pueblo en masa distribuirá <strong>las</strong> casas, los víveres, el trabajo, hará todo.<br />
Si le dijéramos a Merlino que, para refutarnos, nos asigna ideas que él debería saber<br />
que no son <strong>las</strong> nuestras, se ofendería, y nosotros no queremos ofenderle.<br />
Admitimos, ciertamente, la división del trabajo y apreciamos sus ventajas; pero conocemos<br />
también los daños y los peligros. La división del trabajo ha sido una de <strong>las</strong><br />
causas de la sujeción de <strong>las</strong> masas al dominio de <strong>las</strong> castas privilegiadas. Y con el<br />
principio de la división del trabajo se puede tentar la justificación de todas <strong>las</strong> monstruosidades<br />
sociales: división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, división<br />
entre el trabajo de dirección y el de ejecución, división entre el trabajo de producción<br />
y el de defensa de los productores... que luego se resumen y se concretan en<br />
la división entre el trabajo de consumir y el de producir, entre el trabajo de apalear y<br />
el de hacerse apalear. [...]<br />
Entre <strong>las</strong> funciones que, según nosotros, no se pueden confiar sin grandes inconvenientes<br />
a una c<strong>las</strong>e especial de individuos, están aquel<strong>las</strong> en que podría haber necesidad<br />
de emplear la fuerza física contra un ser humano.<br />
Así, por ejemplo, podría, no lo negamos, haber una ventaja técnica en tener un<br />
cuerpo de especialistas encargados de diagnosticar la locura peligrosa y llevar a los<br />
locos al manicomio; pero ¿qué queréis? Nosotros tenemos miedo a que los señores<br />
doctores y enfermeros juzguen locos a todos aquellos que no piensan como ellos.<br />
Lombroso enseñó que nos encerraría a todos. ¡Incluido Merlino! Para la policía propiamente<br />
dicha, peor que peor, adiestrad a un hombre a cazar hombres y tendréis,<br />
técnicamente hablando, un buen agente de policía; pero al mismo tiempo habréis<br />
apagado en él todo sentimiento de simpatía humana, habréis apagado al hombre y no<br />
encontraréis más que al esbirro.<br />
Y no nos extendemos sobre este tema porque, polemizando con Merlino, no pensábamos<br />
discutir sobre los mejores modos de satisfacer <strong>las</strong> necesidades de la sociedad,<br />
sino sobre la cuestión específica de <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> y del parlamentarismo. <strong>Los</strong> varios<br />
problemas que se pueden presentar en la vida social pueden ser resueltos, bien o mal,<br />
de diversas maneras. La cuestión que tratábamos era más bien el modo de resolverlos:<br />
autoridad o libertad, delegación de poder o delegación del trabajo, gobierno par-<br />
<strong>Los</strong> <strong>anarquistas</strong> <strong>ante</strong> <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> 19<br />
seguridad a la creciente presión); y en el parlamento los diputados burgueses, para<br />
hacerse populares, truenan contra los ministros. Si en cambio el gobierno ve que los<br />
partidos populares fundan sus esperanzas sobre la acción parlamentaria y que la cosa<br />
que más molestias le da son los diputados socialistas, entonces rechaza el sufragio,<br />
cierra el parlamento, viola el estatuto; y si los diputados tienen agal<strong>las</strong> -cosa rara- de<br />
resistir más que por burla, van presos a pesar de la medallita y de la inmunidad.<br />
Cuando Merlino dice que los abstencionistas son doctrinarios, y se complace en<br />
poner en boca de éstos una serie de razonamientos separados de toda realidad y que<br />
conducen al más completo quietismo, entonces Merlino es... menos que sincero.<br />
Hay, es verdad, <strong>anarquistas</strong> que se cuidan poco de la viabilidad de sus ideas y limitan<br />
su objetivo a la defensa de nociones abstractas que consideran la verdad absoluta...<br />
alcanzables hoy, o dentro de mil años, no importa.<br />
Pero Merlino sabe que esa tendencia no es mayoritaria ente los <strong>anarquistas</strong>, que en<br />
Italia apenas se encontraría la traza de esa posición, incluso en el exterior, en el fondo<br />
sólo está representada por unas cuantas personalidades.<br />
Servirse de la existencia de una tal tendencia para atribuirla a todos los <strong>anarquistas</strong><br />
y darse así el aire de tener razón, puede ser hábil estratagema polémica, pero no es<br />
digno de quien busca y quiere propagar la verdad.<br />
Esa tendencia quietista, por el hecho de haber encontrado simpatías en algunos<br />
hombres de ingenio y de fama, ha sido ciertamente una de <strong>las</strong> causas que han detenido<br />
el desarrollo del movimiento anarquista. Merlino y nosotros (y muchos más), hemos<br />
combatido esta tendencia; y si él hubiese continuado por el camino <strong>ante</strong>rior, aún<br />
nos tendría por compañeros. Pero Merlino, justamente cuando los <strong>anarquistas</strong> comienzan<br />
a salir de la crisis y a retomar un trabajo fecundo, reniega de todo lo que él<br />
mismo había dicho; y sin presentar una sola razón nueva que no hubiese sido dicha<br />
ya mil veces por los legalistas -y por él mismo refutada- querría que nosotros le siguiésemos.<br />
Hoy, <strong>las</strong> críticas que puedo hacer acerca de los errores en que han caído los <strong>anarquistas</strong>,<br />
no tienen ya eficacia, porque no son más <strong>las</strong> observaciones de un compañero<br />
expresadas en bien de la causa común, sino los ataques de un adversario, que corren<br />
el riesgo de no ser tomados en cuenta por considerárselos sospechosos.<br />
***<br />
SOBRE LA LÍNEA DEL ANARQUISMO<br />
E. Malatesta. De L'Agitazione, del 21 de marzo de 1897<br />
Osvaldo Gnocchi Viani, hablando en Lotta di c<strong>las</strong>se acerca de la discusión entre<br />
Merlino y yo a propósito de la lucha electoral, dice que nosotros -Merlino y yo- nos<br />
hemos separado del estilo anárquico-individualista y hemos evolucionado hacia el<br />
método de organización y la acción política y, por tanto, concluye que ambos hemos