Los anarquistas ante las elecciones - Folletos Libertad
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Erico Malatesta vs. Saverio Merlino<br />
Ahora que aconseja la participación en la lucha electoral y acepta, hasta cierto punto,<br />
también el parlamentarismo, aquellos que estaban en desacuerdo con él aprovechan<br />
para decir que su evolución era una cosa esperada y que la participación en el<br />
movimiento obrero y en la lucha práctica no era y no podía ser sino el primer paso<br />
hacia la táctica parlamentaria.<br />
Nosotros no tenemos necesidad de repetir lo que pensamos del parlamentarismo y<br />
de todo lo que a él se refiere, y cuánto deploramos que Merlino se haya ido por ese<br />
camino.<br />
Pero no por esto dejaremos que se presente bajo una falsa luz la influencia benéfica<br />
que Merlino ha tenido sobre el movimiento anarquista; y que, al explicar su evolución,<br />
se tome por causa lo que ha sido efecto y viceversa.<br />
No es cierto que Merlino haya buscado poner al movimiento anarquista en un camino<br />
práctico porque quería llegar a la táctica parlamentaria. En cambio él ha aceptado,<br />
con más o menos reservas, esta táctica porque los <strong>anarquistas</strong>, con su exclusivismo,<br />
se habían reducido a la inacción y a la impotencia.<br />
Merlino, de quien nadie que lo conozca querrá poner en duda su profunda sinceridad<br />
y su enorme buena voluntad, ha cometido, según nosotros, un error grandísimo<br />
comprometiendo los resultados de su propaganda <strong>ante</strong>cedente con la tentativa de hacer<br />
aceptar la lucha electoral. Pero no hay necesidad de esconder el error colectivo<br />
que ha hecho que hombres de valor, viéndose perdidos en <strong>las</strong> abstracciones y no logrando,<br />
tan pronto como habrían querido, llevarnos al mundo de la realidad, han<br />
buscado en otra parte el camino de la acción fecunda... y se han equivocado de camino.<br />
Sepamos ser un partido vivo, sepamos ejercer una acción eficaz sobre el movimiento<br />
social, y entonces no tendremos que temer otras defecciones que aquel<strong>las</strong> -<br />
bienvenidas- de los débiles y los traidores, y podremos esperar que aquellos que nos<br />
han abandonado con la esperanza sincera de poder ser más útiles a la causa, volverán<br />
a combatir a nuestro lado.<br />
***<br />
COLECTIVISMO, COMUNISMO, DEMOCRACIA SOCIALIS-<br />
TA Y ANARQUÍA<br />
E. Malatesta. De L'Agitazione, del 6 de agosto de 1897<br />
Con este título y con el subtítulo Tentativa de conciliación, Saverio Merlino ha publicado<br />
en la Revue Socialiste de París, un artículo que la dirección de aquella revista<br />
llama una contribución a la síntesis de <strong>las</strong> doctrinas socialistas.<br />
Contribución a dicha síntesis quizá lo sea, ya que todo estudio de <strong>las</strong> diversas doctrinas<br />
aclara el tema, tiende a eliminar <strong>las</strong> disensiones que no tienen razón de ser y<br />
puede llevar a la conciliación si llega a establecer que no existen diferencias sustan-<br />
<strong>Los</strong> <strong>anarquistas</strong> <strong>ante</strong> <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> 17<br />
todo explicarnos cómo sería su anarquía parlamentaria. Hasta ahora el socialismo<br />
anarquista, a fin de cuentas, no ha sido sino el socialismo antiparlamentario, ¿por<br />
qué, entonces, continuar llamándolo anarquista?<br />
La abstención de los <strong>anarquistas</strong> no debe confrontarse con la de, por ejemplo, los<br />
republicanos. Para éstos, la abstención es una simple cuestión de táctica: se abstienen<br />
cuando creen inminente la revolución y no quieren distraer fuerzas de la preparación<br />
revolucionaria; votan cuando no tienen nada mejor que hacer y para ellos lo mejor es<br />
el trabajo minoritario, dado que rehuyen, por razones de c<strong>las</strong>e, <strong>las</strong> agitaciones que<br />
pueden destruir el orden social. En realidad, están siempre en el buen camino: quieren<br />
un gobierno parlamentario y los electores que conquistan ahora les servirán para<br />
mandarlos un día a la constituyente.<br />
Para nosotros, en cambio, la abstención está estrechamente ligada con <strong>las</strong> finalidades<br />
de nuestro partido. Cuando llegue la revolución nos negaremos a reconocer los<br />
nuevos gobiernos que traten de implantarse, no queremos darle a ninguno un mandato<br />
legislativo; por tanto, tenemos la necesidad de que el pueblo tenga repugnancia a<br />
<strong>las</strong> <strong>elecciones</strong>, se niegue a delegar en otros la organización del nuevo estado de cosas,<br />
y que, más bien, se encuentre en la necesidad de actuar por sí mismo.<br />
Debemos hacer que los obreros se habitúen desde ahora -en la medida de lo posible,<br />
en <strong>las</strong> asociaciones de todo género- a regular por sí mismos sus propios asuntos<br />
y no sigan con su tendencia a delegarlos en otros.<br />
Merlino por ahora dice, todavía, que <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> deben servir como medio de<br />
agitación, que los socialistas elegidos no deben ser legisladores y que la lucha import<strong>ante</strong><br />
se debe librar fuera del parlamento.<br />
Pero escuchad un poco a sus amigos del Avanti!. Ellos son lógicos. Ellos quieren ir<br />
al poder -para hacer el bien al pueblo, no lo dudamos- y por tanto tienen todo el interés<br />
en educar al pueblo para que elija diputados, mientras ellos aprenden a gobernar.<br />
Pero ¿dónde quiere llegar Merlino? ¿Se quedará siempre entre el sí y el no, entre el<br />
me decido y no me decido?<br />
Él, con su temperamento de hombre activo, se decidirá ciertamente -creemos, y lo<br />
lamentamos de verdad- se decidirá por deshacerse de toda reminiscencia anarquista y<br />
convertirse en un simple parlamentarista.<br />
No faltan los síntomas que indican esa decisión definitiva.<br />
En su primera carta al Messaggero la lucha parlamentaria era un simple episodio<br />
de escasa importancia. En la segunda, <strong>las</strong> asociaciones de resistencia, <strong>las</strong> cooperativas<br />
y el resto no tienen éxito y no se puede hacer otra cosa que ir al parlamento. En<br />
su primera carta, los <strong>anarquistas</strong> debían mandar a los demás al parlamento, pero no ir<br />
ellos; en el artículo del Avanti! ya se dice que los diputados pueden hacer tan buenas<br />
cosas que verdaderamente sería una traición el negarnos a hacer<strong>las</strong> también nosotros.<br />
Y luego se habla de hacerse arrestar con el pueblo. ¿Cómo perder la magnífica ocasión<br />
de sacrificarse por el pueblo?