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Los anarquistas ante las elecciones - Folletos Libertad

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Erico Malatesta vs. Saverio Merlino<br />

no individuos ya a punto de abandonarnos y que habríamos perdido de todas maneras.<br />

Pero comenzamos a temer, por síntomas múltiples y variados, que también ésta<br />

era una ilusión. Merlino, cuando haya perdido toda esperanza de convertir a los<br />

<strong>anarquistas</strong> y de hacerles aceptar, con atenuaciones que según nosotros no tienen<br />

ningún valor práctico, <strong>las</strong> ideas y el método de los socialistas democráticos, pasará<br />

sin más a <strong>las</strong> fi<strong>las</strong> de estos últimos. Y entonces quizá, sufriendo la sugestión del nuevo<br />

ambiente, dirá que los <strong>anarquistas</strong>... no existen.<br />

¡Ojalá me equivoque!<br />

Y ahora respondemos a Merlino, intentando seguir su texto, párrafo por párrafo.<br />

Merlino dice que nosotros nos esforzamos por exagerar nuestro disentimiento con<br />

los socialistas democráticos.<br />

La acusación seria mucho más justa si fuese al revés. Son los socialistas democráticos<br />

quienes continuamente -y deshonestamente- se esfuerzan por desnaturalizar<br />

nuestras ideas para luego poder decir que no somos socialistas y negar el parentesco<br />

intelectual y moral que los une a nosotros. Todavía el otro día el Avanti! negaba toda<br />

relación entre anarquismo y socialismo y decía de nosotros lo que hubiera podido<br />

decir de un partido de pequeños burgueses que se rebe<strong>las</strong>e violentamente contra el<br />

aumento de los impuestos y la competencia de los grandes capitalistas: ¡De modo<br />

que uno podría tomar por <strong>anarquistas</strong> a los patronos carniceros y panaderos de Nápoles<br />

y Palermo cuando protestan y resisten contra <strong>las</strong> tasas municipales! Y el Avanti!<br />

es todavía uno de los órganos menos intoler<strong>ante</strong>s del partido socialista democrático.<br />

Queremos ser un partido separado, no por el placer de distinguirnos de los demás,<br />

sino porque realmente tenemos ideas y métodos diferentes de los otros partidos existentes.<br />

Y rechazamos absolutamente la suposición de que nosotros exageramos en un<br />

sentido para equilibrar <strong>las</strong> exageraciones opuestas de los otros. Sostenemos lo que<br />

sostenemos porque creemos que es la verdad y no por otra razón. Si nos diéramos<br />

cuenta de que en nuestro programa hay una parte de error, nos apresuraríamos a desembarazarnos<br />

de ella; y cuando también los otros modificaran sus ideas para encontrarse<br />

con nosotros, entonces... nosotros y los otros constituiríamos naturalmente un<br />

solo partido. Hoy por hoy, <strong>las</strong> ideas son diferentes, y es justo y necesario que haya<br />

partidos diferentes.<br />

Nosotros no queremos solamente resistir a la posible tiranía de los socialistas en el<br />

poder, nosotros queremos hacer que el pueblo se niegue a nombrar o a reconocer<br />

nuevos gobern<strong>ante</strong>s y piense por sí mismo en organizarse local y federalmente, sin<br />

tener en cuenta <strong>las</strong> leyes y los decretos de un nuevo gobierno y resistiendo con la<br />

fuerza contra quien quisiera imponerse por la fuerza. Y si, por falta de fuerza suficiente,<br />

no pudiésemos alcanzar pronto esta nuestra finalidad, entonces, en espera de<br />

hacernos más fuertes, ejercitaríamos aquella acción moderadora o activadora según<br />

los casos, que ejercitan los partidos de oposición cuando no se dejan corromper y ab-<br />

<strong>Los</strong> <strong>anarquistas</strong> <strong>ante</strong> <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> 11<br />

El gobierno anuncia para el próximo período parlamentario la revisión de la ley sobre<br />

el domicilio, una restricción del electorado y continuar disolviendo asociaciones<br />

y prohibiendo reuniones; sus candidatos están dispuestos a aprobar todo esto, y tal<br />

vez nuevos estados de excepción y nuevas masacres de multitudes hambrientas.<br />

¿Dejaremos hacer? ¿Permaneceremos como espectadores inermes de una lucha cuyas<br />

consecuencias recaen sobre nosotros? Por poco que nuestra obra sirva para impedir<br />

el éxito de candidatos ministeriales. ¿Renunciaremos nosotros? Y, renunciando,<br />

¿no le haremos un favor al gobierno?<br />

Pero algunos en verdad se complacen con la reacción. Porque <strong>las</strong> ideas progresan a<br />

pesar de <strong>las</strong> persecuciones, ellos se imaginan que progresan a causa de éstas. Hay<br />

quien repite lo que escribe Malatesta: el despotismo es preferible al híbrido sistema<br />

actual.<br />

Supongamos que el gobierno les tome la palabra y dé un golpe de Estado: suprima<br />

el parlamento, elimine la libertad de prensa y reduzca a Italia a la situación política<br />

de Rusia. Díganme sinceramente, amigos míos: ¿La causa del socialismo ganaría algo<br />

con ello? ¿O la lucha por el constitucionalismo absorbería e impediría por muchos<br />

años la lucha por el socialismo, como justamente sucede en Rusia?<br />

Me dirán: Éstas a <strong>las</strong> que os habéis referido, son <strong>las</strong> ventajas de la lucha electoral.<br />

A el<strong>las</strong> se contraponen daños largamente mayores: la corrupción, <strong>las</strong> ambiciones,<br />

los compromisos con los partidos afines.<br />

Podría responder que daños de este género se verifican en toda obra nuestra: son el<br />

tributo que se debe pagar a la imperfección de la naturaleza humana.<br />

Si fundamos un diario, he aquí que surgen ambiciones, envidias, celos y tal vez (si<br />

el diario prospera) un interés económico en éste o en aquel redactor o administrador.<br />

¿Renunciaremos nosotros, por este inconveniente, a propagar nuestras ideas por medio<br />

de la prensa?<br />

Y no diré que la ambición puede ser útil, porque no todos los hombres que luchan<br />

por una idea son movidos a actuar por la pura convicción de la justicia de su causa.<br />

Muchos héroes de <strong>las</strong> revoluciones pasadas fueron empujados al sacrificio por el deseo<br />

de hacer hablar de sí, por celos, por los problemas financieros en que se veían envueltos;<br />

y podemos admitir que también hoy los hombres practican el bien por una<br />

variedad de motivos buenos, mediocres y malos.<br />

En algunas localidades el Partido socialista ha salido adel<strong>ante</strong> porque algunos han<br />

advertido en él un medio de acceder a los ayuntamientos o al parlamento. Mejor que<br />

haya sido así y no que no surgiese en absoluto. Poco a poco se irá depurando; porque<br />

la fuerza del socialismo está en esto, que responde a los grandes intereses de la gran<br />

mayoría del pueblo; y cuando ello es así, <strong>las</strong> ambiciones y <strong>las</strong> vanidades individuales<br />

deben ceder y desaparecer.<br />

Pero ¿es verdad entonces que <strong>las</strong> <strong>elecciones</strong> no son sino una escuela de corrupción?<br />

<strong>Los</strong> que van a votar por un candidato socialista u obrero o revolucionario, desafiando

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