libreto: Falstaff - La Arcadia Jerez

su amigo de farras entienda ciertos preceptos
de la vida plebeya para convertirse en un
buen rey . Y por esto Shakespeare decide para
el personaje un físico tan orondo; su humanidad
ha de ser directamente proporcional
al tamaño de su vientre . A Boito y a Verdi les
fascinó, claro está, este aspecto del personaje .
Pero no fue sólo ése: la parte mala, o sea, su
torcida moralidad, su escasa perspectiva ética,
su desarraigo político acabarán constituyendo
rasgos fundamentales del personaje en su ópera
. Por otro lado, la historia en sí desarrolla la
trama de Las alegres casadas de Windsor, donde
el personaje de Falstaff está construido de
manera más lineal, sobre una idea más de farsa
que de comedia . Los personajes que le rodean
no son iconos políticos sino gentes de clase
media, burgueses . No son aristócratas ni personajes
suburbiales . Son gente como Shakespeare,
de la nueva clase media . Y si ése es el
origen de la reflexión que realiza el escritor en
su obra, en Boito/Verdi se convierte en objetivo
primordial: un viejo, gordo, presuntuoso,
engreído… pero también traicionado y vejado,
es decir maltratado con sus propias armas,
acaba convirtiéndose en el maestro de ceremonias
principal de la más grande farsa, la de la
propia insincera vida de esa vistosa pero poco
reflexiva clase media . Ahí ya había afilado el
cuchillo Shakespeare en su crítica; pero sin
duda Boito y Verdi fueron a más, prolongando
la idea hasta convertir su Falstaff en una pieza
más original, importante y mejor que la comedia
original . Alguna vez he escuchado decir a
alguien que Verdi, con Otello, supera al Otelo
de Shakespeare . Hay dudas muy razonables al
respecto . Pero en donde no las hay en absoluto
es en el resultado de comparar Falstaff con Las
FalSTaFF 19
alegres casadas de Windsor . La primera supera
con mucho a la segunda .
El personaje de Falstaff (un barítono lírico
y flexible que abarque sin problemas dos octavas)
domina de principio a fin la partitura .
Pero, aun tentados a decir que los demás actúan
de comparsa dada la magnitud de aquél,
no es así . La segunda virtud del libreto de Boito
(no es necesario recordar cuál es la primera
ante tamaña descripción psicológica del viejo
pendenciero) es haber sabido dar la medida
exacta a los roles del matrimonio Ford y los
de la joven pareja formada por Nanette y Fenton
. Alice (soprano lírica de voz ancha, ágil y
dúctil que ha de llegar al Do5) es la verdadera
urdidora del la trampa en la que acaba cayendo
Sir John, cosa que Verdi expresó con meridiana
claridad cuando la ópera se estrenó en
París –en la Ópera Cómica, un teatro mucho
más adecuado que La Scala para las características
de la pieza– al explicarle el personaje
al director del teatro: “Atención al personaje
de Alice Ford, es un papel clave . Debe ser alguien
con una voz bella y muy ágil, pero lo
más importante de todo es que sea una actriz
con personalidad, que sea un poco demonio
(…) Desde el punto de vista escénico es tan
importante como el de Falstaff; es Alice quien
dirige todas las intrigas de la comedia” .
En cuanto al de su marido (Ford, otro barítono
lírico, con límite en el Sol3 ), es un
personaje de un trazo, sin fisuras, porque
se mueve alrededor de una de las ideas más
queridas por Verdi para sus dramas, y que
alcanza su culminación precisamente en su
anterior título: los celos . Meg Page (una mezzo
sin problemas de tesitura), por su parte,
es como la segunda de a bordo en la intriga,