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libreto: Falstaff - La Arcadia Jerez

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el (poco) discreto encanto...<br />

el (PoCo) DiSCreTo eNCaNTo De la BUrGUeSÍa<br />

Verdi<br />

Richard Strauss y Puccini –y por supuesto,<br />

con más motivos, Wagner– son otra cosa;<br />

pero aun así serían los únicos compositores<br />

de ópera que podrían competir con Verdi<br />

para alcanzar el título de último gran humanista<br />

de un género que da sus frutos nada más<br />

nacer (y qué frutos: el Orfeo monteverdiano<br />

enlaza directamente con Wagner), se renueva<br />

con Gluck tras un período de amodorramiento<br />

en el que se hunde en el ornamento vocal,<br />

conoce su primer gran apogeo con Mozart,<br />

comienza a palidecer con el belcantismo donizettiano<br />

y belliniano y encuentra en Verdi<br />

un asiento que trasciende a sus características<br />

más epidérmicas, al espectáculo por el<br />

espectáculo, quiero decir . Porque Verdi, a<br />

diferencia de los tres colegas antes nombrados,<br />

siempre fue una especie de prolongación<br />

carnal e intelectual del medio que le vio nacer<br />

y en el que se desarrolló; una especie de continuación<br />

lógica del tiempo y la sociedad en<br />

que vivió . Es otra cosa, digo, porque si, como<br />

obras de arte, las óperas de Strauss o Puccini<br />

pueden y deben ser situadas al lado de las de<br />

Verdi, no alcanzan, como éstas, la misma accesibilidad<br />

.<br />

El teatro verdiano llega directo, se manifiesta<br />

a flor de piel, hace llorar o reír sin<br />

pudor, sana o mata sin dar explicaciones, es<br />

decir, llega sin problemas a la gente corriente,<br />

al contrario del de Wagner, que enamora<br />

pero a distancia; del de Puccini, que seduce<br />

pero con trampas; o del de Richard Strauss,<br />

que emborracha sin perdón… Verdi no era<br />

muy amigo de la palabra en ópera, de la que<br />

huía en favor de la acción, como tampoco de<br />

la notoriedad social . Quizá por eso en su vida<br />

y en su obra se mantuvo alejado de la “fotografía”<br />

dramática, y muy cerca de la “pintura”<br />

dramática: poco se sabe de una buena parte<br />

de su vida privada y, como creador de óperas,<br />

siempre prefirió “inventar la verdad a copiar<br />

la verdad”, según sus propias palabras . Vivió<br />

muchos años; todo un siglo podríamos decir,<br />

y, habida cuenta de su difícil carácter, hizo un<br />

memorable esfuerzo para ser coherente, lo<br />

que logró con extraordinario éxito, pues demostró<br />

ser un hombre íntegro, tanto cuando<br />

tenía razón como cuando se equivocaba . Sin<br />

duda porque su feroz individualismo le cerró<br />

caminos pero también le abrió puertas .<br />

Su trayectoria creativa fue de una brillante<br />

limpieza y, dicho con la necesaria relatividad,<br />

fácilmente analizable . Ahora bien, si en algún<br />

momento de la misma el estudioso puede sentirse<br />

confuso, ése es el que corresponde al período<br />

de creación de su último título: como<br />

intentaré explicar, no hay nada en la obra de<br />

Verdi que se parezca, ni de lejos, a <strong>Falstaff</strong>,

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