análisis de en la ardiente oscuridad de antonio buero ... - purijurado

análisis de en la ardiente oscuridad de antonio buero ... - purijurado análisis de en la ardiente oscuridad de antonio buero ... - purijurado

purijurado.files.wordpress.com
from purijurado.files.wordpress.com More from this publisher
07.05.2013 Views

preferidos por Buero: la verdad no es algo que se posee, sino que se conquista constantemente a fuerza de dudas y replanteamientos. 23 Concluye esta escena con una frase de claro sentido bélico y que resulta premonitoria: “Nos hemos quedado solos para combatir, Juana. No desertes tú también” (p. 94). La escena segunda es colectiva: aparece Ignacio acompañado por varios compañeros, y va a ser éste el momento en el que se produzca el enfrentamiento entre Carlos e Ignacio. A pesar de ser una escena colectiva, los personajes que llevan la voz cantante son los protagonistas, mientras que los demás desempeñan la función de coro. En esta es escena se produce la derrota dialéctica de Carlos. Ignacio, que “ha acentuado su desaliño” (p. 94), reitera su negativa a considerarse igual a los demás hombres: “¿Para qué fumar?¿Para imitar a los videntes?” (p. 95). En su conversación con sus compañeros, Ignacio se limita a narrar anécdotas monotemáticas: sus tropiezos y su temor a los mismos, la vergüenza sufrida ante una caída, etc. Su obsesión llega a tal extremo que no cuenta con otro tema de conversación más allá de este anecdotario que está minando la confianza de sus compañeros y que los hace sentirse inferiores a los videntes. Y en esta reflexión incluye también unas palabras que podríamos considerar una alusión social: “Intenté comprender por primera vez por qué estaba ciego y por qué tenía que haber ciegos. ¡Es abominable que la mayoría de las personas, sin valer más que nosotros, gocen, sin mérito alguno, de un poder misterioso que emana de sus ojos...!” (p. 95). De aquí podemos deducir que el autor hace clara referencia a las desigualdades humanas y sociales, que hacen afortunados a unos y desgraciados a otros desde el momento mismo sus nacimientos. En este momento llega Miguel, quien expone la “idea genial” que se le acaba de ocurrir: la vista es una ilusión y los únicos seres normales y realistas que existen son los invidentes, que no padecen esa alucinación (p. 96). Descubrimos en este pasaje el verdadero origen del humor de Miguel: es un humor de raíz trágica que le sirve para acallar sus dudas, hecho del cual se percata el ávido Ignacio (“Tú has sabido ocultar entre risas, como siempre, lo irreparable de tu desgracia”, p. 97). Carlos se incorpora a esta reunión y se empeña en afirmar la similitud entre los ciegos y los demás. En este momento, expone sus argumentos en defensa del centro: ciegos y videntes pertenecen al mismo mundo, todos tienen las mismas oportunidades en la vida (estudios, deporte, distracciones...), todos se casan (argumento de peso que se recalca a lo largo de toda la obra es que la igualdad llega hasta el extremo de que existen incluso matrimonios entre ciegos y videntes), todos son igualmente o más desgraciados que ellos (cojos, paralíticos, tuberculosos, víctimas de guerras...). 18

Ignacio se levanta y parece que va a marcharse, ademán que es interpretado por Carlos como un punto a su favor, el primer paso hacia su inminente victoria. Pero no se trata de eso. Ignacio se levanta para tender una trampa que disuelva la confianza y la seguridad de Carlos, cuyo exceso de confianza va a provocar una situación que va a poner de relieve su duda a la hora de andar apresuradamente hacia Ignacio cuando descubre que éste ha cambiado una mesa de sitio y la ha colocado en su camino para que tropiece y siembre la duda en sus compañeros. “ IGNACIO: Muy seguro estás de ti mismo (...). CARLOS: (...). (Ha tomado por su tallo el velador y marcha (...) al centro de la escena. Allí lo coloca suavemente, sin el menor ruido). (...). IGNACIO: Confías demasiado. Tu seguridad es ilusoria...No resistiría el tropiezo más pequeño (...). (...El velador se encuentra exactamente en la línea que le une con Carlos). ” [p. 99]. Carlos cae en la trampa que Ignacio ha utilizado para demostrar la indefensión en que todos se hallan y el carácter artificial del centro (“Aquí todo está previsto”, p. 99), y lo que parecía que iba a ser victoria de Carlos se torna en la primera victoria de su contrincante (“¡Un tanto para Ignacio!”, p. 100). El segundo triunfo de Ignacio tendrá lugar cuando éste invalide la teoría del amor que antes expresó Carlos: “Pero esa maravilla no pasa de ser una triste parodia del amor entre los videntes! Porque ellos poseen al ser amado por entero. Son capaces de englobarle en una mirada. Nosotros poseemos...a pedazos” (p. 100). Y, finalmente, la tercera derrota dialéctica de Carlos se produce cuando Ignacio ofrece una razón que justifica , al margen del sentimiento amoroso, el matrimonio entre don Pablo y doña Pepita: “Doña Pepita y don Pablo se casaron porque don Pablo necesitaba un bastón (...); pero, sobre todo (...), por una de esas cosas que los ciegos no comprendemos, pero que son tan importantes para los videntes. Porque...¡doña Pepita es muy fea!” (p. 101). La entrada de doña Pepita, que ha oído esto disimuladamente, interrumpe la discusión y pone orden en el salón. Pregunta a Ignacio que cuándo va a dejar el bastón, “¿no ve a sus compañeros cómo van y vienen sin él?” (p. 102). Y de nuevo Ignacio combate las frases hechas, vacías de sentido, al contestarle: “No, señora. Yo no veo nada” (p. 102). Al quedar solos Carlos e Ignacio, el primero confiesa que está a punto de agredir al otro, lo cual anticipa ya también el final. Queda claro, por tanto, que ni la apelación a la amistad ni el razonamiento han resultado exitosos con Ignacio (“No discutiremos nada! No hay acuerdo 19

Ignacio se levanta y parece que va a marcharse, a<strong>de</strong>mán que es interpretado por Carlos como un<br />

punto a su favor, el primer paso hacia su inmin<strong>en</strong>te victoria. Pero no se trata <strong>de</strong> eso. Ignacio se<br />

levanta para t<strong>en</strong><strong>de</strong>r una trampa que disuelva <strong>la</strong> confianza y <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> Carlos, cuyo exceso<br />

<strong>de</strong> confianza va a provocar una situación que va a poner <strong>de</strong> relieve su duda a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> andar<br />

apresuradam<strong>en</strong>te hacia Ignacio cuando <strong>de</strong>scubre que éste ha cambiado una mesa <strong>de</strong> sitio y <strong>la</strong> ha<br />

colocado <strong>en</strong> su camino para que tropiece y siembre <strong>la</strong> duda <strong>en</strong> sus compañeros.<br />

“ IGNACIO: Muy seguro estás <strong>de</strong> ti mismo (...).<br />

CARLOS: (...).<br />

(Ha tomado por su tallo el ve<strong>la</strong>dor y marcha (...) al c<strong>en</strong>tro <strong>de</strong> <strong>la</strong> esc<strong>en</strong>a.<br />

Allí lo coloca suavem<strong>en</strong>te, sin el m<strong>en</strong>or ruido). (...).<br />

IGNACIO: Confías <strong>de</strong>masiado. Tu seguridad es ilusoria...No resistiría el<br />

tropiezo más pequeño (...). (...El ve<strong>la</strong>dor se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />

exactam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> línea que le une con Carlos). ” [p. 99].<br />

Carlos cae <strong>en</strong> <strong>la</strong> trampa que Ignacio ha utilizado para <strong>de</strong>mostrar <strong>la</strong> in<strong>de</strong>f<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> que todos<br />

se hal<strong>la</strong>n y el carácter artificial <strong>de</strong>l c<strong>en</strong>tro (“Aquí todo está previsto”, p. 99), y lo que parecía<br />

que iba a ser victoria <strong>de</strong> Carlos se torna <strong>en</strong> <strong>la</strong> primera victoria <strong>de</strong> su contrincante (“¡Un tanto<br />

para Ignacio!”, p. 100). El segundo triunfo <strong>de</strong> Ignacio t<strong>en</strong>drá lugar cuando éste invali<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

teoría <strong>de</strong>l amor que antes expresó Carlos: “Pero esa maravil<strong>la</strong> no pasa <strong>de</strong> ser una triste<br />

parodia <strong>de</strong>l amor <strong>en</strong>tre los vi<strong>de</strong>ntes! Porque ellos pose<strong>en</strong> al ser amado por <strong>en</strong>tero. Son<br />

capaces <strong>de</strong> <strong>en</strong>globarle <strong>en</strong> una mirada. Nosotros poseemos...a pedazos” (p. 100). Y,<br />

finalm<strong>en</strong>te, <strong>la</strong> tercera <strong>de</strong>rrota dialéctica <strong>de</strong> Carlos se produce cuando Ignacio ofrece una razón<br />

que justifica , al marg<strong>en</strong> <strong>de</strong>l s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to amoroso, el matrimonio <strong>en</strong>tre don Pablo y doña<br />

Pepita: “Doña Pepita y don Pablo se casaron porque don Pablo necesitaba un bastón (...);<br />

pero, sobre todo (...), por una <strong>de</strong> esas cosas que los ciegos no compr<strong>en</strong><strong>de</strong>mos, pero que son<br />

tan importantes para los vi<strong>de</strong>ntes. Porque...¡doña Pepita es muy fea!” (p. 101). La <strong>en</strong>trada <strong>de</strong><br />

doña Pepita, que ha oído esto disimu<strong>la</strong>dam<strong>en</strong>te, interrumpe <strong>la</strong> discusión y pone or<strong>de</strong>n <strong>en</strong> el<br />

salón. Pregunta a Ignacio que cuándo va a <strong>de</strong>jar el bastón, “¿no ve a sus compañeros cómo<br />

van y vi<strong>en</strong><strong>en</strong> sin él?” (p. 102). Y <strong>de</strong> nuevo Ignacio combate <strong>la</strong>s frases hechas, vacías <strong>de</strong><br />

s<strong>en</strong>tido, al contestarle: “No, señora. Yo no veo nada” (p. 102).<br />

Al quedar solos Carlos e Ignacio, el primero confiesa que está a punto <strong>de</strong> agredir al otro, lo<br />

cual anticipa ya también el final. Queda c<strong>la</strong>ro, por tanto, que ni <strong>la</strong> ape<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> amistad ni el<br />

razonami<strong>en</strong>to han resultado exitosos con Ignacio (“No discutiremos nada! No hay acuerdo<br />

19

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!