Pregón de la Semana Santa 2008 - Gran Poder de Brenes

Pregón Semana Santa 2008
Despacito, Señor, con el mismo paso corto y suave con el que tus
hermanos costaleros te llevan por nuestras calles, la tarde del Viernes Santo
se va despidiendo dulcemente de tu divina figura a lo largo de una Calle Real
que se estremece con el sordo, pero vibrante resonar de las zapatillas sobre el
adoquinado, en el que un río de cera va dejando su verde llanto como ofrenda
de luz que te precede marcando la gloriosa senda por la que tu dulce muerte va
sembrando la Paz y el Amor por tus hijos, mientras el redoble marcial de los
tambores y la armoniosa caricia de los metales parecen ir repitiendo tus palabras:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Y una madrugada transida de emoción se llena de ti, Señor. En tu
rostro, en el que ya falta la vida, se aprecia la paz de quien ha dado cuanto
podía dar y lo ha hecho por amor, se aprecia la paz de quien sabe que con su
sacrificio nos abre las puertas de la esperanza en una vida nueva y eterna, se
aprecia la paz de quien ha hecho de su muerte la mejor de las victorias, se aprecia
la paz de quien cada Viernes Santo cruza Brenes redimiendo a su paso nuestras
culpas con el abrazo de amor de una muerte tan serena, que hasta la brisa de la
madrugada, hecha verónica de amor, apenas insinúa una leve caricia en tu cara,
temerosa de que el frío de sus manos puedan molestarte en tu descanso. Y al
verte pasar, Señor, un trozo de nuestras vidas se va detrás de ti, y toda nuestra
fe se queda contigo, prendida, como tu, en el árbol de la Cruz.
El aire se vuelve quejío,
la noche rompe en llanto
y con temblor de escalofrío
se estremece el Viernes Santo
cuando en dorado canasto
por tres clavos traspasado
el Hijo de Dios expira
sobre un madero clavado.
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