Pregón de la Semana Santa 2008 - Gran Poder de Brenes

Consejo de Hermandades y Cofradias de Brenes
hasta el aire que te besa siente un escalofrío. Y Brenes quiere acompañarte,
quiere consolarte, hacerte más liviano este penoso trance, en el que cada espina
que corona la frente de tu Hijo la llevas tu clavada en el corazón, cada azote
que le desgarra la espalda a ti se te vuelve suspiro luchando por escapar de tu
boca entreabierta, cada gota de sangre que derrama va quemándote en las venas,
porque como solo puede una madre, haces tuyo el dolor de tu Hijo, y a su lado
sufres los martirios de la Pasión. A él le han desgarrado el cuerpo, pero tu
….., tu llevas la herida en el alma y reflejada en cada una de las lágrimas que
surcan el armonioso perfil de tu hermosa cara morena. ¡Cuánto dolor, Madre¡,
¡cuánta pena se derrama por tus ojos!, ¡cuántas lágrimas empapan el pañuelo que
acaricias suavemente entre tus manos!, ¡y cuánto amor te tiene tu pueblo!. Antes
le faltarán al firmamento las estrellas que a ti las gargantas de Brenes alabando
tu belleza. Antes se apagará la luna que la llama de la devoción que alumbra
el camino de tus hijos. Antes se borrarán las nubes del cielo que tu cara de
nuestros ojos. Es tan grande el surco que has dejado en nuestros corazones, y lo
has sembrado de tanto amor, Madre, que la noche del Jueves Santo todo nos
parece poco para consolarte en tu amargura. ¿Incienso?, el más fragante para
perfumar tu camino y dibujar una cortina que distraiga de tus ojos la imagen de
tu Hijo cargado con la Cruz; ¿bordados?, los mejores salidos de los talleres de
Fernández y Enríquez y de las primorosas manos de tus hermanas bordadoras,
con un corazón tan grande como su devoción por ti; ¿flores?, las más bellas para
poner a tus pies un frondoso jardín, aunque ninguna resistiría la comparación
con tu inmaculada belleza; ¿marcha?, la mejor de Font de Anta, que no se
inspiró en tu Gracia al componerla, pero cómo se engrandece y glorifica cuando
es tu palio el que besan sus apasionadas notas; ¿cera?, la de más pureza para
que nunca te falte la luz del amor de tu pueblo, que llora ante ti como llora toda
tu candelería; ¿entrega?, la de treinta cinturas meciéndote acompasadamente con
un sonoro rezo de zapatillas, …….. Y todo eso, Madre, desaparece de nuestra
vista cuando nos bañamos en el mar de tus ojos, porque ante ti, nada importan el
oro ni la plata, las flores ni el incienso, la música ni el fervor que te rodea. Ante
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