Pregón de la Semana Santa 2008 - Gran Poder de Brenes

Consejo de Hermandades y Cofradias de Brenes
puertas recién abiertas de la Iglesia dejan paso a un torbellino de devoción que
sucumbe a tus pies, Señor del Gran Poder. Acudimos temprano a esta Casa,
en la que tu paso está listo para iniciar una travesía que habrá de llevarte directo
al corazón de tu pueblo, que tanto necesita de ti; absortos ante tu divina presencia,
en los ojos llevamos escrita una oración para darte gracias por habernos permitido
estar de nuevo contigo y acompañarte en esta mañana limpia de primavera. Y
sin poder remediarlo, mirándote a los ojos se nos escapará una lágrima con el
nombre de los que ya no están con nosotros, mientras un beso con vocación de
avemaría cruzará el aire para quedarse dormido en las amorosas manos de tu
Madre.
Es una mañana llena de luz que inunda el Templo buscando afanosamente
besar la tez morena de la Virgen de la Amargura, consciente de que la implacable
avaricia del anochecer no le permitirá besar sus lágrimas cuando asome toda su
Gracia por el dintel de la puerta, mientras una brisa ebria de suspiros recorre
una plaza extasiada de emoción ante la primorosa visión del palio de su Reina.
Es una mañana en la que el tiempo parece detenerse, una mañana en la que el
corazón nos rebosa de alegría por poder estar tan cerca de vosotros y con tanto
tiempo para perdernos en el mar de vuestras miradas, sin miedo a que suene el
martillo y una escuadra de costales se os lleve de nuestros ojos. Es una mañana
de abrazos y de reencuentros, de miradas furtivas al cielo y de regocijo ante el
fruto de un año de sacrificado esfuerzo, pero sobre todo una mañana en la que,
como si de una protestación de Fe se tratara, hombres, mujeres y niños venimos
a llevarnos impresos en los ojos vuestros rostros divinos y a confirmar a vuestros
pies nuestra condición de cristianos y cofrades.
Y por la tarde, Señor, acudiremos a los Oficios del Jueves Santo.
Vendremos a sentarnos a tu mesa, a empaparnos de tu infinito amor por nosotros,
a compartir tu Pan de Vida y tu Cáliz de Salvación, a ser uno contigo, a
venerarte omnipresente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, a pedirte
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