La brujula de la sierra - Sierra de Guadarrama

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La olma, un emblema en la sierra
Pocos árboles hay en los pueblos de España con tanta historia y simbología como el olmo, o la olma,
como se conoce también en la sierra madrileña, donde se ha convertido en monumento vivo.
El Originario del Norte de Europa, el
olmo forma parte natural de los sotos
y riberas de la Península Ibérica
y, gracias a los usos que el
hombre ha sabido extraer de él, está
integrado en el paisaje rural de los pueblos
de montaña desde hace siglos. Desde
el antiguo Imperio romano son conocidas
sus virtudes como planta medicinal por las
capacidades astringentes, sudoríficas y cicatrizantes
del interior de su corteza. Su madera
dura y flexible fue muy utilizada hasta
la Revolución Industrial para la construcción
de muebles, canalizaciones y norias, por lo
que se favoreció su crecimiento cerca de los
núcleos de población.
La relación entre el hombre y el olmo llegó a
estrecharse aún más tras el mandato de Carlos
III, en el que se establecía la plantación de
olmos en las plazas mayores de pueblos y ciudades.
De esta forma, el olmo pasó a ser el
eje en torno al cual giraba la vida cotidiana. Aún
quedan en pie algunos viejos testigos de esta
época, que a lo largo de los siglos han albergado
bajo su copa corridas de toros, verbenas,
corrillos de niños y ancianos y han servido
de refugio a bandoleros y prófugos de la guerra
civil. Ejemplo mítico fue el olmo de Rascafría,
donde solía esconderse el bandolero
conocido como el Tuerto de Pirón a finales del
siglo XIX, desgraciadamente desaparecido
tras padecer la enfermedad de los olmos, la
grafiosis y ser finalmente derribado tras una
fuerte nevada el 14 de enero de 2000. Hoy en
día un olmo joven crece en su lugar.
La plaga de grafiosis, de dimensiones continentales,
ha hecho desaparecer más del 90%
de los olmos europeos en los últimos 20 años.
Aunque tras los años 80 la población de olmos
parecía recuperarse, la enfermedad ha
recobrado virulencia en los últimos cuatro
años, debido precisamente a los ciclos de
fluctuación de la población en los que se basan
todas las enfermedades contagiosas
(mayor capacidad de infección cuanto más
densa es la población y a la inversa), siendo
los ejemplares de mayor edad los más afectados,
ya que la enfermedad se propaga por
los vasos conductores bien desarrollados.
La Plaza Mayor de Guadarrama conserva un ejemplar de olma de gran tamaño
Representación en la sierra
Son muchas las olmas de siglos de antigüedad
que han visto desaparecer los pueblos
de la sierra, ya que el tratamiento de la enfermedad
sólo es paliativo, pero aún podemos
disfrutar del imponente porte de la olma
de Guadarrama y de otras que se han replantado
en lugares emblemáticos como la
fuente de Cantarranas en Canencia, Navacerrada,
San Martín de Valdeiglesias o los
pueblos de la sierra del Rincón.
En otros casos como el de Miraflores de la
Sierra su tronco muerto junto a la poesía que
Vicente Aleixandre le dedicara queda como
recuerdo monumental de su existencia. Y es
que siempre nos quedará en la memoria la
conciencia de que hubo una época en la que
el destino del hombre iba ligado al de los árboles
y con ellos su espíritu y sus creencias.
Artículo: Isabel de Pablos
Tareas del mes
de septiembre
• Escarificar el césped para airearlo
después de realizar una siega con el
corte bajo y aportarle un abono de liberación
lenta. Finaliza la tarea con
un buen riego.
• Cortar las flores marchitas de los rosales.
Eliminar los chupones, abonar
y vigilar la aparición de plagas.
• Podar los setos de coníferas y algunas
especies perennifolias antes de
que vuelva el frío. Eliminar las ramas
más viejas y dañadas, aplicar abono
y regarlos generosamente.
• Desde mediados de mes se puede iniciar
la plantación de nuevos ejemplares
como madroños, adelfas y laureles y ya
se pueden adquirir e incorporar las plantas
que darán color en el otoño como
pensamientos, tagetes o crisantemos.