Texto Completo - Universidad Tecnológica de Pereira

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07.05.2013 Views

sentido la subjetividad política ha de estar ligada siempre a las acciones del sujeto por estar asociada a los posicionamientos que hace en diversos escenarios en los que vive. Desde esta perspectiva una práctica reflexiva, ha de tener en cuenta los problemas prácticos de los educadores en relación a los educandos, sus concepciones, experiencias, los aportes de otras fuentes de conocimiento y las interacciones entre ellos, las múltiples y variadas formas de constituirse sujeto y las producciones permanente de sentidos subjetivos que emergen de una determinada experiencias que por muy colectivamente vivida es sentida y significada de maneras muy diferentes. Es así que desde la reflexividad se puede vislumbrar lo más específicamente propio e intimo del sujeto, logrando una comprensión del sujeto que se piensa desde un escenario particular. Siendo así, es por medio de las relaciones y las experiencias que le ocurren al sujeto que logra generar los mecanismos de subjetivación que le permiten la producción de sentidos subjetivos propios, en cuanto no es posible la existencia de un sujeto por fuera de los vínculos sociales que le hacen ser social; la subjetividad pues se expresa, por lo tanto, como narración biográfica de, sobre y desde la vida cotidiana (Díaz, 2007). La reflexividad considerada como sistema, está constituido por la interferencia recíproca entre la actividad del sistema y la objetivadora del sujeto. Entendiendo la realidad como construcción intersubjetiva de los sujetos sociales en sus diferentes manifestaciones, como ámbito de prácticas posibles y de opciones cuyos contenidos se materializan en prácticas constructoras de realidad, en donde la subjetividad individual y social se configura en el marco de su actividad cotidiana. La dimensión comportamental social, expresada en los regímenes colectivos de prácticas propios de los patrones de interacción social que se han de expresar en las formas de relación, pautas, normas, acciones y tradiciones, son acompañada por expresiones subjetivas en el plano - 82 -

de los sentimientos y pensamientos que forman las configuraciones de la subjetividad individual y social (González, 2002). De allí que sea fundamental reconocer a subjetividad como una construcción histórico-cultural, en el que todo proceso vivido como externo en la relación con los Otros, se internaliza desde la construcción del sentido que cada sujeto construye a partir de sus vivencias significativas. Los patrones de interacción social de la vida cotidiana resultan tanto más complejos, múltiples y variados en cuanto articulan los diferentes espacios de la cotidianeidad donde se conforman los procesos de la subjetividad social, considerada ésta como “el complejo sistema de la configuración subjetiva de los espacios de la vida social…en los que se articulan elementos de sentido procedentes de otros espacios sociales (González, 2002. Pág. 179). La relación entre las prácticas cotidianas y la subjetividad producida concomitantemente se construye a partir de las dimensiones de esas prácticas que generan los sentidos de la actividad educativa. Así, la educación debe contribuir a la constitución de actores sociales, que busquen la afectación de las estructuras cognitivas, valorativas y simbólicas de los sujetos y de las estructuras de la sociedad. Ya sea que la educación busque fomentar procesos de participación social, de organización o fortalecer movimientos sociales, es un espacio de incidencia específico para que lo subjetivo reconfigure la democracia y la autonomía. Así, los sujetos y sus acciones no se ven hoy como realidades “dadas”, sino como construcciones sociales históricas e intersubjetivas, las cuales son percibidas como objetivas mediante los procesos de internalización, socialización cultural y por el lenguaje (Torres, 2000). En este sentido el papel que tiene el maestro lo convierte en sujeto pensado por otros, siendo necesario que tanto el educador como sus educandos reflexionen sobre sus - 83 -

<strong>de</strong> los sentimientos y pensamientos que forman las configuraciones <strong>de</strong> la subjetividad individual<br />

y social (González, 2002).<br />

De allí que sea fundamental reconocer a subjetividad como una construcción histórico-cultural,<br />

en el que todo proceso vivido como externo en la relación con los Otros, se internaliza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

construcción <strong>de</strong>l sentido que cada sujeto construye a partir <strong>de</strong> sus vivencias significativas.<br />

Los patrones <strong>de</strong> interacción social <strong>de</strong> la vida cotidiana resultan tanto más complejos,<br />

múltiples y variados en cuanto articulan los diferentes espacios <strong>de</strong> la cotidianeidad don<strong>de</strong> se<br />

conforman los procesos <strong>de</strong> la subjetividad social, consi<strong>de</strong>rada ésta como “el complejo sistema <strong>de</strong><br />

la configuración subjetiva <strong>de</strong> los espacios <strong>de</strong> la vida social…en los que se articulan elementos <strong>de</strong><br />

sentido proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> otros espacios sociales (González, 2002. Pág. 179).<br />

La relación entre las prácticas cotidianas y la subjetividad producida concomitantemente se<br />

construye a partir <strong>de</strong> las dimensiones <strong>de</strong> esas prácticas que generan los sentidos <strong>de</strong> la actividad<br />

educativa. Así, la educación <strong>de</strong>be contribuir a la constitución <strong>de</strong> actores sociales, que busquen la<br />

afectación <strong>de</strong> las estructuras cognitivas, valorativas y simbólicas <strong>de</strong> los sujetos y <strong>de</strong> las estructuras<br />

<strong>de</strong> la sociedad.<br />

Ya sea que la educación busque fomentar procesos <strong>de</strong> participación social, <strong>de</strong> organización o<br />

fortalecer movimientos sociales, es un espacio <strong>de</strong> inci<strong>de</strong>ncia específico para que lo subjetivo<br />

reconfigure la <strong>de</strong>mocracia y la autonomía. Así, los sujetos y sus acciones no se ven hoy como<br />

realida<strong>de</strong>s “dadas”, sino como construcciones sociales históricas e intersubjetivas, las cuales son<br />

percibidas como objetivas mediante los procesos <strong>de</strong> internalización, socialización cultural y por el<br />

lenguaje (Torres, 2000). En este sentido el papel que tiene el maestro lo convierte en sujeto pensado<br />

por otros, siendo necesario que tanto el educador como sus educandos reflexionen sobre sus<br />

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