Texto Completo - Universidad Tecnológica de Pereira

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07.05.2013 Views

consecuencias no concienciadas de los protagonistas, contextos y acciones implicados en la historia de un sujeto concreto. Por tanto, representa la integración de lo emocional y lo simbólico en un espacio de la cultura simbólicamente producido, donde lo emocional evoca lo simbólico y viceversa, pero donde ninguno es causa del otro (González, 2006). En este sentido los sentidos subjetivos son creación del sujeto que implicado en lo social produce simbólica y emocionalmente nuevos sentidos; y los sentidos subjetivos políticos con los que remiten a lo político como dimensión que contiene lo social y lo individual en espacios de apropiación colectiva. Así, la pregunta por lo humano desde lo político y lanzada en los escenarios educativos, se convierte en el punto de anclaje para responsabilizar a las personas que hacen parte de la institución, con la educación de las nuevas generaciones, favoreciendo procesos en donde la institución como comunidad deben implicarse en la toma de decisiones, la construcción de políticas públicas, la adecuación de los currículos y los ejercicios de poder alternativos, considerándose así que “la formación no es solo del docente sino de los estudiantes y de los tutores” (ET). Al respecto, el indicador La formación involucra a todos los actores educativos de una institución, se interpreta como una tentativa por admitir que la formación es una tarea compartida entre educadores y educandos, quienes construyen los recursos simbólicos y emocionales para que la formación tenga lugar. Requiriendo de la toma de conciencia frente a lo que aprende, la función social de dicho aprendizaje, el contraste entre la realidad y su acción y la interacción de los actores educativos en el proceso de educación-formación, para tener voz y participar de las dinámicas de una institución. Así mismo, este indicador nos lleva a pensar que la formación es un asunto de todos los actores educativos, como dirá Freire, de los celadores, de las cocineras, de los vigilantes quienes trabajando en la escuela, son también educadores (1994). - 108 -

La educación por una parte requiere de comprensión mutua de los seres humanos (Morín, 1999), independiente de los roles que cada actor desarrolle en cada parte del proceso, bien sea de educar al Otro o de formarse. Roles que varían de acuerdo a las situaciones. Así, el educador pasa a ser educando en el momento en el que éste último pase a ser educador y así sucesivamente, en un continuo, que no es más que la evidencia que para la construcción de sentido es necesario el Otro. Este proceso requiere no solo que los actores educativos de la institución desempeñen el rol asignado, sino que admitan que el aprendizaje en tanto construcción de sentidos requiere del par, del facilitador de su complemento, bien sea educador o educando. Aquí se empieza a entrever una posible trama entre los núcleos 1 y 2 que demarcan las características de la relación entre educador-educando para configurar subjetividades políticas: por una parte la necesidad de transversalizar lo humano en lo académico para que sea posible vivenciar la cotidianidad de la institución como humanos y no desde jerarquías discriminatorias; y por otra parte reconocer al Otro como sujeto que permite la desujetación a partir de la construcción mediada del sentido. Estas maneras de concebir la formación como acto un liberador que el sujeto mismo se lo proporciona mediante la interacciones con otros, lleva a pensar que la integralidad es una característica fundamental de una educación que propicie despliegues de subjetividades. “La educación es de todos y todos tenemos palabra. Digamos siempre lo que no nos gusta… Yo contribuyo desde las tutorías a formar otro ciudadano desde la reflexión, desde la reflexión con ellos claro. Porque es importante la unión, el mirar que estoy haciendo y en la medida en que se lo que hago miro en que le puede servir a los demás. Siempre hablamos de los demás. El otro como me ayuda a mí y el otro que me aporta. Siempre hay una unidad” (ET). - 109 -

consecuencias no concienciadas <strong>de</strong> los protagonistas, contextos y acciones implicados en la<br />

historia <strong>de</strong> un sujeto concreto. Por tanto, representa la integración <strong>de</strong> lo emocional y lo simbólico<br />

en un espacio <strong>de</strong> la cultura simbólicamente producido, don<strong>de</strong> lo emocional evoca lo simbólico y<br />

viceversa, pero don<strong>de</strong> ninguno es causa <strong>de</strong>l otro (González, 2006).<br />

En este sentido los sentidos subjetivos son creación <strong>de</strong>l sujeto que implicado en lo social<br />

produce simbólica y emocionalmente nuevos sentidos; y los sentidos subjetivos políticos con los<br />

que remiten a lo político como dimensión que contiene lo social y lo individual en espacios <strong>de</strong><br />

apropiación colectiva.<br />

Así, la pregunta por lo humano <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo político y lanzada en los escenarios educativos, se<br />

convierte en el punto <strong>de</strong> anclaje para responsabilizar a las personas que hacen parte <strong>de</strong> la<br />

institución, con la educación <strong>de</strong> las nuevas generaciones, favoreciendo procesos en don<strong>de</strong> la<br />

institución como comunidad <strong>de</strong>ben implicarse en la toma <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones, la construcción <strong>de</strong> políticas<br />

públicas, la a<strong>de</strong>cuación <strong>de</strong> los currículos y los ejercicios <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r alternativos, consi<strong>de</strong>rándose así<br />

que “la formación no es solo <strong>de</strong>l docente sino <strong>de</strong> los estudiantes y <strong>de</strong> los tutores” (ET).<br />

Al respecto, el indicador La formación involucra a todos los actores educativos <strong>de</strong> una<br />

institución, se interpreta como una tentativa por admitir que la formación es una tarea compartida<br />

entre educadores y educandos, quienes construyen los recursos simbólicos y emocionales para que<br />

la formación tenga lugar. Requiriendo <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong> conciencia frente a lo que apren<strong>de</strong>, la función<br />

social <strong>de</strong> dicho aprendizaje, el contraste entre la realidad y su acción y la interacción <strong>de</strong> los actores<br />

educativos en el proceso <strong>de</strong> educación-formación, para tener voz y participar <strong>de</strong> las dinámicas <strong>de</strong><br />

una institución. Así mismo, este indicador nos lleva a pensar que la formación es un asunto <strong>de</strong><br />

todos los actores educativos, como dirá Freire, <strong>de</strong> los celadores, <strong>de</strong> las cocineras, <strong>de</strong> los vigilantes<br />

quienes trabajando en la escuela, son también educadores (1994).<br />

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